¿CAMBIARÁ NUESTRO MODO DE VIDA TRAS EL COVID-19?

Si bien nadie tiene una bola de cristal para leer el futuro, las personas tenemos hábitos de conducta sobreaprendidos que no son fácilmente modificables. Tras el impacto inicial de un período largo de confinamiento y de una adaptación forzosa a unas circunstancias excepcionales, las personas vamos a intentar retomar nuestro estilo de vida habitual anterior a la pandemia en el ocio, las relaciones sociales, el deporte o el trabajo. Estar recluidos en casa durante unos pocos meses no va a cambiar las rutinas adquiridas a lo largo de mucho tiempo. Otra cosa es que la realidad económica y social resultante de esta crisis nos obligue a una readaptación temporal a un escenario socioeconómico diferente.

Las situaciones de excepcionalidad permiten sacar lo mejor y lo peor del ser humano. La solidaridad con los más vulnerables (con quienes sufren un duelo por la pérdida de los seres queridos, se sienten solas o se van a quedar en una situación de precariedad económica) puede entonces redoblarse. El espíritu colectivo se afianza cuando nos percatamos de nuestra fragilidad como seres humanos, más allá de las fronteras convencionales, y de la inevitabilidad de vivir en la incertidumbre. Así, la familia y la comunidad pueden hacerse más sólidas y corregirse las disfunciones detectadas, por ejemplo en el funcionamiento de las residencias de ancianos o de la Unión Europea.

Toda crisis genera oportunidades para cambiar. El desarrollo del teletrabajo y de la telecomunicación se va a ampliar considerablemente. Ello va a facilitar la conciliación familiar, la disminución de la contaminación ambiental y la reducción del estrés laboral, que puede tener consecuencias positivas sobre la salud, así como la evitación de viajes laborales innecesarios. Hay, por tanto, esperanza tras el colapso.

Imagen Puria Berenji, Unsplash

LA AFECTACIÓN DEL SISTEMA NERVIOSO POR EL COVID-19

El nuevo coronavirus SARS-CoV-2 produce una enfermedad que denominamos Covid-19, cuyas características principales son la gran capacidad de contagio que tiene el virus, que la mayoría de pacientes infectados no tienen síntomas aparentes o sólo una enfermedad leve con fiebre, tos, mialgias, afonía, pero que alrededor de un 20% de los diagnosticados (probablemente muchos menos que los que están infectados), tienen una neumonía grave, con un distrés respiratorio del adulto con una mortalidad global de entre 1,2 y 10% dependiendo de las series y de los países. La mortalidad de los enfermos con distrés respiratorio es de un 50%. Hay una serie de factores de riesgo que se conocen que un individuo pueda sufrir una enfermedad grave: la edad, la hipertensión arterial, la diabetes junto con otras comorbilidades como enfermedades cardiovasculares, la enfermedad pulmonar y la insuficiencia renal. Los individuos infectados y asintomáticos representan un grave problema epidemiológico, por su dimensión desconocida y por el riesgo elevado de contagio a otras personas sin que ellos mismos sean conscientes de este riesgo.

La impresión actual es que este virus no tiene un gran neurotropismo (capacidad de afectar el sistema nervioso) a diferencia de virus como el de la rabia o el de la poliomielitis. Sin embargo, sabemos que es capaz de producir síntomas neurológicos agudos en algunos pacientes. El trabajo en Lancet Neurology (Mao y col) de la serie de Wuhan, nos dice que de 214 enfermos estudiados, 41% de ellos con enfermedad grave, 78 (36,4%) tuvieron síntomas neurológicos. Estos síntomas pueden ser de tres tipos: por afectación del sistema nervioso central (SNC) como cefalea, mareo, ictus, epilepsia, trastorno del nivel de conciencia; por afectación del sistema nervioso periférico (hiposmia, ageusia, neuralgia), y afectación de los músculos esqueléticos. Los enfermos graves tuvieron más síntomas como ictus, alteración de conciencia o afectación muscular que los leves. Existe también un caso de encefalitis necrotizante en un paciente infectado. Existe la duda de que parte de la depresión respiratoria que tienen los pacientes con el Covid-19 sea por afectación de los centros respiratorios en el tronco cerebral.

¿Esto significa que el virus tiene un marcado neurotropismo? Mi impresión es que al menos a corto plazo, no. Este virus penetra en las células a través de una proteína que es el receptor del enzima convertidor de la angiotensina tipo 2 (ACE2). El virus tiene en su membrana una espícula con dos subunidades, una de las cuales, la S1, interactúa con el ACE2. Esta proteína tiene una gran representación en los pulmones y por ello la prevalencia alta de neumonía y también la presencia de sintomatología intestinal o renal. Las neuronas y la glía tienen receptores ACE2 por lo que conocemos de otros mamíferos, pero no está claro si los virus llegan a unirse a estos receptores cerebrales.

La diseminación del coronavirus ocurre por su paso a la circulación sistémica, y esto podría inducir afectación de todos los órganos que tienen el receptor ACE2. El cerebro tiene la protección de la barrera hematoencefálica (BBH) pero por los estudios de las autopsias de los pacientes fallecidos (no excesivas hasta el momento) existe afectación del endotelio de la microcirculación cerebral, líquido cefalorraquídeo, glía y tejido neuronal. Otra posibilidad es que el virus que está en la nariz, penetre por la lámina cribiforme del etmoides al bulbo olfatoria y a través de él, alcanzar otras zonas del cerebro. La afectación olfativa de algunos pacientes, reconocida como síntoma, podría sugerir que esta podría ser una vía magna de infección del SNC a través del tracto olfativo desde el epitelio nasofaríngeo donde el virus se reproduce. Estas neuronas olfatorias se regeneran rápidamente y de ahí que la hiposmia no sea una secuela permanente. La alteración del gusto es casi con toda seguridad consecuencia de la afectación del olfato, puesto que la mayoría de la percepción gustativa la realizamos a través de la olfacción retronasal.

El dolor de cabeza es muy frecuente en pacientes con tos y en los que están con concentraciones de carbónico altas en sangre. Sin embargo, algunos pacientes sin trastorno respiratorio refieren una cefalea gravativa con signos de meningismo que podrían sugerir una participación meningoencefalítica que es más evidente en algunos casos.

Por otro lado, los pacientes intubados y sedados con un respirador pueden presentar una complicación neuromuscular, denominada la polineuropatía del enfermo crítico, con destrucción muscular, independientemente de la causa aunque en ese contexto una polineuropatía inflamatoria del tipo Guillain-Barre podría quedar oscurecida por el trastorno del nivel de conciencia, sea por la hipoxia o hipercapnia o por la sedación asociada a la intubación.

Los ictus son una consecuencia de las lesiones vasculares y de los trastornos de coagulación que pueden ocurrir en pacientes que sufren una enfermedad grave.

Todos estos datos muy preliminares y extraídos en un contexto de medicina de guerra, en muchos casos sugieren que la posible afectación del sistema nervioso por este virus no es una cuestión cerrada y que debería ser cuidadosamente monitorizada ya que algunos de estos síntomas pueden quedar oscurecidos en el contexto de un paciente grave e intubado en una UCI. Por otro lado, resulta prudente recordar que tras la pandemia de la gripe de 1918, una significativa porción de pacientes supervivientes sufrieron una grave complicación tardía cuya relación con la infección solo pudo ser sospechada. Se trataba de un cuadro encefalítico tardío conocido como encefalitis letárgica de Von Economo, con su secuela de parkinsonismo post-encefalítico que tan bien describe Oliver Sacks en su novela Despertares. Sería prudente mantener un registro de los casos ingresados y realizarles algún tipo de control pasados unos meses o al menos tener in mente esta posibilidad de una complicación tardía.

Da la impresión de que la gravedad de esta enfermedad viene desencadenada por la cascada inflamatoria que produce en algunos individuos, con una liberación de citoquinas exagerada, similar a lo que ocurre en otras situaciones como en el rechazo de trasplantes. Esta enfermedad con afectación pulmonar y circulatoria grave induce una alteración de la oxigenación del cuerpo entero, incluido el cerebro, alteración de la homeostasis posiblemente responsable de un gran número de síntomas neurológicos, sin descartar que como parte de la reacción inflamatoria general el SNC sea escenario de esta reacción, lo que tiene indudables consecuencias respecto al tratamiento a instaurar que podría incluir algunas medidas contra-intuitivas en el contexto de un proceso infeccioso como sería la inmunodepresión activa.

En general, como conclusión diría que es cierto que los pacientes con Covid-19 tienen una gran cantidad de síntomas neurológicos, como en todos los pacientes que entran en las UCIs por diferentes motivos. Hace años nosotros hicimos un estudio aleatorio en los pacientes ingresados en la UCI de nuestro hospital, y la prevalencia de síntomas y signos neurológicos explorados de forma sistemática fue muy alta (de alrededor de un 40%) con síntomas como temblor, alteración cognitiva sutil o neuromuscular muy frecuente, producidos por cualquier enfermedad grave o por los fármacos que se utilizaron. La hiposmia está relacionada con la alteración del epitelio olfatorio y de las neuronas especiales que allí se encuentran. Se requieren más autopsias completas del cerebro y médula espinal para poder conocer la afectación del sistema nervioso en los pacientes infectados por el virus, pero hasta hoy no hay evidencia de que el virus provoque, excepto casos anecdóticos, lesiones cerebrales permanentes por la alteración directa del sistema nervioso.

Los makers: catalizadores de innovación y conocimiento

A medida que Internet ha ido formando parte de nuestras vidas, las redes sociales y las plataformas online se han convertido en las semillas de la generación del conocimiento en el siglo XXI. Más allá del impacto que dichas plataformas han tenido en el comportamiento social, también han facilitado la aparición y el desarrollo de un movimiento de desarrolladores o makers. Estos makers participan en el desarrollo de prototipos y soluciones tecnológicas que responden a necesidades (sociales) para las cuales no existen soluciones en el mercado. A pesar de que el movimiento maker surge en el ámbito del software, uno de los ámbitos en los que el movimiento maker ha tenido un mayor impacto en los últimos años es el de la salud. Los makers han recibido una gran atención durante las últimas semanas, y en especial desde que el pasado 20 de marzo de 2020, debido al contexto de alarma sanitaria creado por la pandemia del Covid-19, la Comisión Europea abriera los estándares para suministros médicos, por lo que cualquier persona, empresa u organización con soluciones de impresión 3D podría ayudar “a su país, con urgencia, solidaridad y audacia”.

Fuente: https://www.raspberrypi.org/blog/artificial-raspberry-pi-pancreas/

En el ámbito sanitario se observa desde hace unos años una transición según la cual los pacientes han cambiado sus roles de ser beneficiarios “pasivos” de los servicios ofrecidos por los sistemas de salud a convertirse en impulsores y promotores “activos” de soluciones innovadoras. En efecto, las innovaciones desarrolladas por los makers al margen de los conductos oficiales han sido diseminados en redes sociales bajo el axioma #wearenotwaiting. Cuando los productos y tecnologías disponibles comercialmente no satisfacen las necesidades de los pacientes, estos tienen un problema (más). El hecho de que los pacientes dispongan de medios que les permiten mejorar su condición, más allá de las soluciones oficiales proporcionadas por los sistemas de salud, ha llevado al establecimiento de comunidades globales de pacientes y de makers que han promovido el desarrollo de nuevas tecnologías, y que eventualmente, han llevado a la introducción de productos innovadores en varios segmentos del mercado, con sus consiguientes mejoras en la salud y el bienestar social.

 

Fuente: https://www.healthline.com/diabetesmine/artificial-pancreas-what-you-should-know#1

En un proyecto de investigación desarrollado en Deusto Business School hemos querido analizar cuáles son las motivaciones que tienen los makers para participar en proyectos relacionados con el ámbito sanitario. Para ello, hemos elaborado una página web en la que contactamos a varios tipos de agentes: 1) makers; 2) médicos; 3) gestores de política pública; y 4) empresas del ámbito sanitario. Con ello, además de conocer las motivaciones individuales, también hemos querido identificar aquellas fuentes de conocimiento empleadas en la generación de estas innovaciones “en abierto” (debido al código libre con el que se desarrollan), los medios a través de los cuales se comparte el nuevo conocimiento desarrollado en dichas comunidades, y los mecanismos empleados para que sus innovaciones lleguen a los pacientes.

El proyecto se ha centrado en analizar tres iniciativas en las que los makers han servido como catalizadores de la innovación en el ámbito sanitario. La primera consiste en el desarrollo de dispositivos de monitorización de la glucosa y en el desarrollo de un páncreas artificial, basándose en algoritmos predictivos que predicen el comportamiento (diabético) del paciente. La segunda pretende paliar los efectos (económicos) adversos que soportan millones de pacientes de diabetes debido a la colosal inflación que ha sufrido la insulina en los últimos 20 años, y que hace que ésta haya pasado a ser inasequible en muchas comunidades. Para ello, se han emprendido iniciativas de biohacking con el objetivo de decodificar la insulina y desarrollar un producto que sea similar en sus funciones, pero a precios asequibles. En tercer lugar, analizamos el impacto repentino y dramático que la pandemia del Covid-19 ha tenido sobre la demanda de ciertos artículos quirúrgicos, como máscaras faciales, inhaladores, guantes, batas de hospital, etc.

Nuestros resultados evidencian que en los tres casos la motivación principal para participar en estos proyectos es la solidaridad, ya que los makers consideran que disponen de un conocimiento que les permite responder a necesidades sociales, y del que otro tipo de pacientes carecen. Del mismo modo, la clave para la generación de innovaciones en los tres casos es la necesidad, bien sea la necesidad de mejorar el estado de la tecnología, la necesidad de desarrollar un producto más barato, o la necesidad de abastecer al sistema de salud con productos que actualmente no existen o no están disponibles por la saturación del mercado. En segundo lugar, se destaca la capacidad de poder actuar con rapidez en situaciones de emergencia (sanitaria), ya que las inercias derivadas de la burocratización a la que están sometidas las instituciones oficiales impiden dicha capacidad de adaptación y de anticipación. A pesar de que se reconoce que los makers, al no pretender lucrarse con productos que lleguen al mercado, no están sometidos a las regulaciones y restricciones de la industria sanitaria, también se apunta a que el hecho de que las soluciones desarrolladas sean siempre “en código abierto” facilita el que se puedan plantear nuevas soluciones y mejorarlas de manera continua, lo que promueve la innovación de manera continua, sistemática y sistémica. En tercer lugar, y como era de esperar, la totalidad de las personas consultadas reconocen que la cooperación es clave para el éxito de las innovaciones, ya que la multidisciplinariedad es primordial para poder ofrecer soluciones efectivas. De este modo, programadores de software, ingenieros, endocrinos, epidemiólogos, cardiólogos, anestesiólogos, etc. intercambian conocimiento.

Es precisamente en el modo en que se intercambia y se facilita el acceso al conocimiento donde queremos hacer aquí un mayor énfasis, si es que aspiramos a impulsar que la ciencia también llegue a mejorar su eficacia y a maximizar su alcance, para lograr así una sociedad del conocimiento, tal y como reza la misión de Jakiunde. Las comunidades consultadas no recurren a artículos científicos para acceder o compartir conocimiento científico, sino a información disponible en plataformas de makers, blogs, webs especializadas, foros de desarrolladores y redes sociales. Del mismo modo que los académicos acudimos a conferencias en las que intercambiamos el conocimiento con nuestros colegas y recibimos su feedback, las comunidades makers se comunican a través de videoconferencias y aplicaciones de mensajería instantánea. Son varias las conferencias internacionales, en numerosas disciplinas, que ya han indicado que valorarán la posibilidad de organizar online las siguientes ediciones, para poder reducir así la huella ecológica. Creo que más allá del impacto de los makers en el ámbito sanitario, en Jakiunde también podemos aprender de su experiencia a la hora de intercambiar conocimiento y de hacerlo llegar a la sociedad. Y es que, al igual que ellos, nuestra razón de ser también se fundamenta en la solidaridad, en la capacidad de ayudar a las instituciones oficiales a tomar decisiones en contextos de incertidumbre, y en la necesidad de mejorar el conocimiento.

Jakiunde / Zientzia, Arte eta Letren Akademia
Miramar Jauregia Miraconcha 48
Donostia-San Sebastián
Gipuzkoa - Spain
T. (+34) 943 225 773
akademia@jakiunde.eus

© Jakiunde. Todos los derechos reservados
Aviso Legal · Cookies