La historia va desgranando eventos, a veces de forma lineal otras de forma circular, como si germinaran semillas ocultas del pasado. Es el caso del conflicto de Ucrania gestado a lo largo de decadas.
El conflicto de Ucrania se remonta a 1979 y se inicia con tres hechos de gran envergadura política, económica, geoestratégica, cultural y religiosa:
1.- El regreso del Imán Khomeini a Teherán con el que comenzó el reino de los ayatolás, la proclamación de la República Islámica, la introducción de la sharî‘a y la exaltación del Chiismo. En este periodo se dan el conflicto del Yemen y el derrocamiento de Shah de Persia. La visión del Islam del Imán Khomeini era sacarlo de las mezquitas y bajo su mandato, comenzó a tomar una fuerza imparable a nivel mundial.
2.- La llegada al poder de Ṣaddâm Ḥusein considerado como el nuevo Saladino del Islam sunní, adquirió un auge inaudito. Ocurrieron tres hechos con repercusiones mundiales: el atentado contra el Papa Juan Pablo II, el asesinato de Anwar al-Sâdât a manos de los Hermanos Musulmanes, y la masacre de la población curda de Halabja en la Región del Kurdistán iraquí.
Khomeini y Ḥusein, dos irreconciliables enemigos del pasado, iniciarían una guerra entre septiembre de 1980 a abril 1988. Con la muerte del Khomeini el líder de Irak acabó invadiendo Kuwait, poniendo en riesgo los equilibrios fronterizos del Golfo Pérsico.
3.- La invasión soviética de Afganistán (objeto de ambiciones de los imperios alemán y británico) ocurrió con la colaboración del presidente Nûr Muhammad Taraki y permitió a la URRS construir la mayor embajada para sus suministros militares y servicios a la armada. El objetivo era llegar al Océano Índico donde gobernaban dos potentes aliados. En ese complejo contexto nace el movimiento y la guerra de los combatientes muyahidines contra el Imperio Soviético, en el que Sunníes y Chiíes se unen frente al enemigo comunista.
En el mismo periodo, se da la disolución de la URRS y la decisión de M. Gorbachov de retirar las fuerzas armadas rusas de Afganistán. Para entonces Osâma Bin Lâden había fundado al-Qaeda para dirigir la jihâd contra las fuerzas armadas de la URRS en Afganistan. Asimismo, asoma el conflicto de los Balcanes y la desintegración de la ex Yugoslavia en siete estados independientes. Las matanzas de musulmanes bosnios en Srebrenica marcarían para siempre las relaciones con los musulmanes.
El 23 de febrero de 1996 Osâma Bin Lâden desafía a los americanos, los judíos y los cristianos declarándoles la guerra y elevaría las consecuencias del yihadismo a su máximo nivel, con graves acciones de violencia y terror en los cinco continentes.
En ese periodo ocurre la invasión de Afganistán, la de Iraq, la guerra en Argelia, las Primaveras Árabes, el derrocamiento de Muammar alGjedafi y finalmente la proclamación de Abû Bakr al-Baghdadî como Califa y la guerra con Siria, en la que entra en juego V. Putin que favorece el régimen del presidente Bashar al-Assad.
Todos estos años V. Putin ha estado planificando la invasión de Ucrania, pero esperaba el momento oportuno, que se dió con la derrota y el abandono de las fuerzas americanas en Afganistán, la baja popularidad del presidente Joe R. Biden, la verborrea europea después de la anexión de la Península de Crimea, el acercamiento de Ucrania a la Unión Europea y su deseo de ser parte de la OTAN.
V. Putin consideró un fracaso el derrumbe de la URRS, y ha querido convertirse en el nuevo zar, para dar a la antigua URRS el brillo y el lustre de su pasado, iniciado con la invasión de la península de Crimea. Sin embargo, sus planes no han salido como esperaba ya que creía poder derrocar al Gobierno de V. Zelenski.
El estudio de la creatividad desde la Neurociencia plantea muchas preguntas. De hecho, si partimos de la más básica, ¿Qué es la creatividad?, son muy diversas las definiciones que podemos encontrar. En los artículos científicos, dos son las palabras que más se utilizan para definir el pensamiento o las ideas creativas: “novel” and “useful”. Es decir que la creatividad no solo implica la habilidad de generar algo novedoso (original, inesperado), sino también apropiado (esto es, útil, adaptado a las tareas) (Sternberg & Lubart, 1999). Es una habilidad clave para la resolución de problemas en el día a día (Plucker et al., 2015) y abarca desde la Little-c creativity; por ejemplo, una nueva receta que queramos cocinar para cenar; hasta la Big-C creativity, las grandes obras y descubrimientos que han transformado el mundo y pasarán a la posteridad. El proceso creativo tradicionalmente se ha asociado con el pensamiento divergente, aquel tipo de pensamiento en el que ante un problema específico se formulan varias respuestas alternativas, pero también es necesario el pensamiento convergente, para dar una posible solución determinada. Es decir, tiene que existir generación de ideas, pero también evaluación de las mismas.
¿Qué factores pueden influir en la creatividad? Desde el sueño y la cantidad de horas dormidas hasta el consumo de alcohol, pero sobre todo el conocimiento o expertise sobre un tema, la motivación y las emociones (las positivas y las activadoras parece que facilitan la creatividad), la inteligencia (capacidad de definir los problemas, el uso estratégico que se haga del pensamiento divergente), la personalidad (capacidad de afrontar riesgos, tolerancia a la ambigüedad y la autoestima), y el entorno (que puede ser propicio, reforzante y de apoyo a ideas creativas o puede coartar o restringir esa creatividad -por ejemplo, cada vez que le decimos a un niño o niña pequeña: “esto no se hace así”); porque a veces la excepcionalidad (esa originalidad extrema), puede ser vista como desviación, como algo negativo. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Existe relación entre la creatividad y la psicopatología? La idea de que la creatividad y la psicopatología se relacionan entre sí se remonta muy atrás en el tiempo. Esta idea ha sido reforzada principalmente por estudios de casos de grandes genios que padecían esquizofrenia; por ejemplo, el pintor Vincent van Gogh o el matemático John Forbes Nash en quién se inspiró la película “Una mente maravillosa”. Sin embargo, los estudios empíricos han encontrado resultados contradictorios. De hecho, un meta-análisis que incluye 42 estudios reporta un peor desempeño creativo en personas con esquizofrenia en comparación con controles sanos (Acar et al., 2018). Pero… ¿y la creatividad en los familiares de las personas con trastorno mental? En un estudio llevado a cabo en Suecia (Kyaga et al., 2011) accedieron a los registros de 300.000 personas con i) diagnóstico de trastorno bipolar, esquizofrenia y depresión; ii) sus ocupaciones; y iii) las de sus familiares. Dividieron la muestra en profesiones creativas versus no creativas. Los resultados mostraron que las personas con esquizofrenia no, pero las personas con diagnóstico de trastorno bipolar y sus familiares (hermanos/as), así como los familiares de las personas con esquizofrenia, tienen mucha mayor representación en profesiones creativas. El modelo de vulnerabilidad compartida descrito por Carson (Carson, 2011) defiende que creatividad y psicopatología comparten ciertas características – por ejemplo, la desinhibición cognitiva, la búsqueda de la novedad y la hiperconectividad entre hemisferios que pueden aumentar las asociaciones entre conceptos distantes. En función de la presencia de factores protectores o de riesgo puede hacer que la balanza se incline a un lado (personas altamente creativas) o hacia el otro (aparición de psicopatología).
Y esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las bases cerebrales de la creatividad? El hemisferio derecho es fundamental en el pensamiento creativo, pero el hemisferio izquierdo también participa y lo que es clave es la interacción intra e interhemisférica. A pesar de la dificultad que puede entrañar investigar la activación cerebral asociada a la creatividad mediante resonancia magnética funcional (fMRI, de sus siglas en inglés), se han hecho estudios tan interesantes como: qué ocurre en el cerebro cuando músicos de jazz improvisan en el piano, poetas componen poesía, estudiantes de Bellas Artes diseñan nuevas portadas para un libro o buscamos usos nuevos y alternativos a un objeto cotidiano (por ejemplo, a una caja de cartón). Un meta-análisis de 45 estudios con fMRI mostró que la creatividad verbal estaba asociada a una mayor actividad del hemisferio izquierdo, la creatividad visuoespacial al hemisferio derecho y que la creatividad musical implicaba una mayor activación bilateral (Boccia et al., 2015). Sin embargo, más que pensar en activaciones de regiones concretas del cerebro, si son unilaterales o bilaterales, tiene más sentido pensar en interacciones dinámicas entre diferentes redes cerebrales a gran escala, tales como la default mode network y la ejecutiva (que normalmente son antagonistas), que se activan de manera síncrona y que tienden a cooperar durante la ejecución de la tarea creativa (Beaty et al., 2016). De hecho, se ha llegado a describir lo que sería el “Conectoma de la Creatividad”, un patrón de conectividad funcional cerebral asociado a una mayor habilidad creativa (Beaty et al., 2018).
Y por último llegamos a la pregunta del millón, ¿se puede aumentar la creatividad? Ojalá existiese una respuesta clara y única, pero eso sería muy poco creativo… Existen técnicas de creatividad que se basan en aplicación de las estrategias mentales de resolución de problemas a una de las etapas del proceso creativo, que acostumbran a ser la delimitación del enunciado planteado y la generación de ideas para detectar posibles soluciones. Son muchas las técnicas que existen y el número de métodos inventados combinándolas es casi tan grande como empresas consultoras en creatividad existen (Guilera, 2011); desde el Brain Storming y su variante 635 hasta el diagrama de Flor de loto y Seis sombreros para pensar. Por supuesto, sin olvidar la Biónica, que es la aplicación de soluciones creativas inspiradas en la Biología -desde el radar, inspirado en los murciélagos; hasta el velcro inspirado en la planta Xanthium Spinosum o también vulgarmente conocida como arrancamoños. Pero la Neurociencia moderna va más allá y abre caminos hasta ahora inexplorados: Y la estimulación eléctrica transcraneal, ¿puede aumentar la creatividad? La estimulación eléctrica transcraneal es una técnica de neuromodulación/ estimulación cerebral no invasiva que lleva un tiempo aplicándose en el estudio y tratamiento de enfermedades neurológicas y psiquiátricas consistente en colocar dos electrodos en el cuero cabelludo -uno como ánodo y otro como cátodo- y aplicar una corriente eléctrica de baja intensidad durante alrededor de 20 minutos. Puede ser una corriente directa, alterna o de frecuencias aleatorias (random noise). Pues bien, se ha descrito que la estimulación catódica sobre la corteza frontotemporal inferior izquierda está asociada con mejoras en las tareas que se basan principalmente en la generación de ideas, mientras que la estimulación anódica sobre la corteza prefrontal dorsolateral izquierda (DLPFC) y la corteza frontopolar aumenta el rendimiento en tareas que imponen altas exigencias a la selección de ideas creativas (Weinberger et al., 2017). Esto abre todo un campo de aplicación a diferentes ámbitos desde la música y la alta cocina hasta el deporte.
Las personas tenemos un potencial para dar una respuesta creativa resiliente que nos ayuda a hacer frente a las adversidades. Lo mismo que tenemos memoria, atención o función visuoespacial, tenemos una capacidad cognitiva creativa (Ward, 2007) que podremos desarrollar en menor o mayor medida en función de lo que la trabajemos -de igual manera que podemos entrenar el resto de funciones cognitivas- pero para ello se tienen que crear espacios y condiciones que la favorezcan.
Bibliografía
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Beaty, R. E., Kenett, Y. N., Christensen, A. P., Rosenberg, M. D., Benedek, M., Chen, Q., Fink, A., Qiu, J., Kwapil, T. R., Kane, M. J., & Silvia, P. J. (2018). Robust prediction of individual creative ability from brain functional connectivity. Proceedings of the National Academy of Sciences, 115, 1087–1092.
Boccia, M., Piccardi, L., Palermo, L., Nori, R., & Palmiero, M. (2015). Where do bright ideas occur in ourbrain? Meta-analytic evidence from neuroimaging studies of domain-specific creativity. Frontiers in Psychology, 6, 1195.
Carson, S. H. (2011). Creativity and psychopathology: a shared vulnerability model. Canadian Journal of Psychiatry.Revue Canadienne de Psychiatrie, 56(3), 144–153.
Guilera, L. (2011). Anatomía de la creatividad. FUNDIT – Escola Superior de Disseny ESDi.
Kyaga, S., Lichtenstein, P., Boman, M., Hultman, C., Långström, N., & Landén, M. (2011). Creativity and mental disorder: Family study of 300 000 people with severe mental disorder. British Journal of Psychiatry, 199(5), 373–379.
Plucker, J. A., Esping, A., Kaufman, J. C., & Avitia, M. J. (2015). Creativity and intelligence. In Handbook of Intelligence: Evolutionary Theory, Historical Perspective, and Current Concepts.
Sternberg, Robert J, & Lubart, T. I. (1999). The Concept of Creativity: Prospects and Paradigms. In R. J Sternberg (Ed.), Handbook of Creativity (pp. 3–15). Cambridge University Press.
Ward, TB. (2007). Creative cognition as a window on creativity. Methods, 42, 28–37.
Weinberger, A. B., Green, A. E., & Chrysikou, E. G. (2017). Using transcranial direct current stimulation to enhance creative cognition: Interactions between task, polarity, and stimulation site. Frontiers in Human Neuroscience, 11.
Pertsonen Internet, Internet of People (IoP) deritzona, paradigma berri bat da, gizabanako sozialen mapatzea eta eguneroko gailuekin eta Interneteko objektu adimendunekin dituzten elkarreraginak adierazten dituena. Datuak biltzea, modelatzea, analisia eta nonahiko adimena ditu ardatz. Gure hipotesia da Ingurune Jasangarri Adimendunak posible izateko, beharrezkoa dela gailuen eta pertsona handiagotuen arteko lankidetza hobea eta adimentsuagoa izatea. Horretarako, makinaren adimena eta giza adimena elkartu behar dira; izan ere, sortzen ari diren teknologia giltzarriak, hau da, Gauzen Internet (IoT) eta Adimen Artifiziala (IA), ikuspuntu humanozentrikotik aplikatzen dira, hau da, IoP paradigmari jarraituz.
Guretzat, lankidetza hobea eta adimentsuagoa honako hauen sinonimoak dira: a) informazio eta zerbitzu pertsonalizatuak eta noranzko biko elkarrekintza pertsonalizatua, b) testuingurura egokitzea eta c) sortzen ari diren teknologiak positiboki hartzea, azken erabiltzailea erabakiaren ebaluazioan sartuz (i.e. Gizakia begiztan – Human-in-the-loop deritzona). Beraz, paradigma horrek adimen hibridoaren ikuspegia aplikatu nahi du, herritarrak iraunkortasunaren, klima-aldaketaren eta, beraz, CO2-ren emisioak murrizten laguntzeko, herritarren zientzian oinarritutako portaera-aldaketen esku-hartzeen bidez. Prozesu horretan, osagai nagusiak datuak biltzea, edukiak osatzea, konputazio-ereduak eratzea eta hipotesiak baliozkotzea dira.
IoP diziplina honen leloa da jendea ez dela hartu behar optimizazio-helburuetarako, hots, automatizazioa, baina haien portaera funtsezko palanka bihurtu behar da teknologiak diseinatzeko, eta eremu digitalean parte hartzen duten benetako “herritar adimendun” bihurtu, tester, datu-hornitzaile edo kontsumitzaile izan ordez. Paradigma horrek lagundu egin beharko lieke pertsonei eguneroko ekintza jasangarriak edo osasunarekin lotutakoak lortzen, pertsuasioan oinarritutako seinaleen eta elkarreraginen bidez.
Gizakien eta haien gailu mugikor pertsonalen eta inguruko beste objektu konputazional batzuen arteko elkarrekintzek giza erabiltzailea inoiz baino zentralago bihurtzen den Internet bultzatzen dute (Web 2.0n, informazio-kontsumitzaileetatik prosumidoreetara eboluzionatu zuten, eta, orain, parte hartzen duten herritar adimentsuak imajinatzen ditugu, Internet lehen baino sendoagoa, fidagarria eta oroigarriagoa izan dadin). Beraz, IoP paradigma, Conti et al.-ek sortua[1], pertsonen gailu pertsonalak eta inguruko ingurumen-objektuak erraz bihurtzen dira zibernetika-munduko ahalorde, mundu fisikoa sentitzeko eta aldatzeko funtsezko tresna gisa jokatzeaz gain. Zibermunduko elkarrekintzak mundu fisikoko ekintzak dira (adibidez, erabiltzaileek Interneteko aplikazioen bidez jasotako informazioan oinarritutako portaera aldatzen dutelako, edo azpiegitura fisikoak eragingailuen bidez konfiguratzen direlako).
Adimen Hibridoaren ikuspegi hori bat dator Interneteko aurrerabidearekin; batzuek Web 3.0 deitzen diote, eta erabiltzaileen gailu pertsonalak sareko nodo nagusiak eurak direnean sortzen diren erronka berriei aurre egitea du helburu, hau da, erabiltzailearen pribatutasuna babestea eta datuen eta identitatearen subiranotasuna hobetzea, esate baterako, Solidoa, Web3 edo IPFS teknologien bitartez. Funtsean, ikuspegi berri horrekin, giza zentrikotasuna are nabarmenagoa da sare-pilaren geruza guztietan.
Ideia hori bat dator haririk gabeko komunikazioak eta sentsore-sareak eguneroko bizitzako jarduerekin konbinatzen dituen pertsonetan oinarritutako detekzio-paradigmarekin, mundu fisikoa sentitzeko, konektatutako erabiltzaileen milaka milioi gailu/telefono mugikorrak ustiatuz, sentsore-sare gehigarririk ezarri gabe. Izan ere, kasu gehienetan, Herritar Zientziaren fundazioa da, parte hartzeko pertzepzioa eta gizakiek duten konputazio oportunista konbinatzen dituena.
Hala ere, herritarren zientziak oro har mugatu egiten ditu zientzialariek diseinatutako proiektuak, non herritarrek datu-bilketan soilik parte hartzen baitute. Gure iritzia da herritarren zientzia, herritarrek prozesu zientifikoaren etapa guztietan parte hartzen duten proiektuak (elkarrekin sortutako proiektuak) garrantzitsuagoak eta atsegingarriagoak direla haientzat datu-biltzailetzat hartzen direnak baino.
Giza informatika oportunistari dagokionez, Fog/Edge konputazioak lehen aipatutako erronkak berak sustatzen ditu, eta sarearen ertzera adimena bultzatzen ari da, sarbide-sarearen eta Interneten arteko mugan pasabideak ustiatuz, erabiltzaileei zerbitzu aktiboagoak, pertsonalizatuagoak eta babes pribatukoak eskaintzeko.
Garciarentzat[2] eta besteentzat horrek esan nahi du, halaber, gizakiak kontrol-begiztan sartu behar direla, erabaki-prozesuaren parte bihurtuz eta sortzen duten informazioaren kudeaketa gehiago kontrolatuz. Ertz-konputazioak arreta merezi du gizakia ardatz duen ahalegin horretan; izan ere, prozesatze-potentzia datu-iturritik hurbilago mugitzen du, alegia, pribatazioa-by-design deritzona bultzatzea. Horrek tokian tokiko kontrola ematen die erabiltzaileei, eta hori bitarteko egokia da sortzen ari diren teknologien aldeko joera murrizteko.
irudiak IoP-aren paradigma berriaren ulermena osatzen duten arlo zientifiko giltzarriak laburbiltzen ditu, paradigma honen garapenean gauzatzeko eta balioztatzeko, Herritarren Zientziaren agertoki baten bidez.
irudia. Jendearen Interneten (IoP) erlazionatutako eremu zientifikoak.
[2] Garcia Lopez, P., Montresor, A., Epema, D., Datta, A., Higashino, T., Iamnitchi, A., … & Riviere, E. (2015). Edge-centric computing: Vision and challenges.
El suicidio es, probablemente, la muerte más desoladora que existe y deriva de una pérdida radical del sentido de la vida de la persona afectada, así como de un debilitamiento de sus redes afectivas, familiares y sociales. Así, en la toma de decisiones del suicida hay tres componentes fundamentales: a) a nivel emocional, un sufrimiento intenso; b) a nivel conductual, una carencia de recursos psicológicos para hacerle frente; y c) a nivel cognitivo, una desesperanza profunda ante el futuro, acompañada de la percepción de la muerte como única salida. Por ello, el suicidio no es un problema moral. Es decir, los que intentan suicidarse no son cobardes ni valientes; solo son personas que sufren, que están desbordadas por un profundo malestar emocional que se sienten incapaces de afrontar y que han perdido por completo la esperanza. A los suicidas, vencidos por las circunstancias vitales, les pesa la vida hasta un extremo insoportable.
Sin embargo, muchas personas que llevan a cabo una conducta suicida no quieren morir (de hecho, son muchas más las tentativas suicidas que los suicidios consumados); lo único que quieren es dejar de sufrir y, por eso, pueden estar contentos de no haber fallecido una vez que el sufrimiento se ha controlado.
La muerte por suicidio constituye un problema de salud pública y es la primera causa de muerte no natural. Hay más personas que fallecen por iniciativa propia que la suma total de todos los muertos provocados por homicidios y guerras, lo que no deja de resultar sorprendente. Por lo que a España se refiere, todos los años se producen de 3.500 a 4.000 suicidios consumados (3.679 en 2017) y en torno a 25.000-50.000 intentos de suicidio. La tasa de suicidios consumados en España es diez veces mayor que la de víctimas de asesinatos (292 en 2016) y dos veces mayor que la de víctimas de accidente en carretera (1.943 en 2017), con la diferencia respecto a estas últimas de que no se percibe una reacción similar (a nivel de medidas preventivas, por ejemplo) por parte de la sociedad.
Más allá de estas cifras oficiales, el impacto psicológico de la conducta suicida alcanza directa y dramáticamente a los familiares del sujeto afectado. No se puede dejar de lado a los seres queridos de la persona que ha consumado un suicidio. A los supervivientes, además del dolor de la pérdida, les queda con frecuencia la vergüenza de revelar el motivo real del fallecimiento y el sentimiento de culpa por lo que se pudo haber hecho y no se hizo. Cuando alguien se quita la vida, el silencio lo llena todo. ¿Qué sabe nadie lo que piensa una persona en el instante supremo en el que decide quitarse la vida? Ante eso solo cabe una actitud de profundo respeto.
Si bien el suicidio se produce fundamentalmente en las edades medias de la vida, hay dos picos crecientes en las cifras de suicidio: la adolescencia/juventud (el 29% del total de suicidios consumados) y la vejez (el 37%). Por lo que a los adolescentes y jóvenes se refiere, el consumo abusivo de alcohol/drogas, la aparición de una depresión o de un brote psicótico, un entorno familiar y social deteriorado, un desengaño amoroso (las tormentas emocionales son más intensas a estas edades), una orientación sexual no asumida, el fracaso escolar reiterado, el ciberacoso, junto con algunas características de personalidad (impulsividad, baja autoestima, inestabilidad emocional, dependencia emocional extrema), pueden generar un vértigo de vivir y convertirse en desencadenantes de la tentativa de suicidio o del suicidio consumado. Si bien este es el perfil de los adolescentes que acaban quitándose la vida, ello no quita para que haya suicidios que resultan imprevisibles. En estos casos el suicidio surge de forma imprevista y opera como un impulso que se convierte bruscamente en acto. Por otra parte, muchos adolescentes se implican en autolesiones o tentativas de suicidio no mortales, como la ingestión de fármacos o los cortes superficiales en antebrazos, que suponen una poderosa llamada de atención del malestar emocional en que se encuentran y que alteran la dinámica familiar/social. Pero esta tentativa se puede convertir más adelante en un suicidio consumado si no se toman las medidas adecuadas.
A su vez, las personas adultas pueden experimentar una sensación de fracaso existencial o un reproche social por sus conductas que les sume en una profunda desesperanza. Si a esta situación se añade la presencia de soledad, de una red pobre de apoyo social, de trastornos mentales (depresión, alcoholismo o esquizofrenia especialmente) o de enfermedades crónicas incapacitantes o con mal pronóstico, estas personas pueden planear el suicidio y recurrir a métodos rápidos y efectivos (precipitación, ahorcamiento, atropello, arma de fuego). Por último, el suicidio es más frecuente en personas ancianas, más si son varones, se sienten solas, están deprimidas (lo que no siempre se diagnostica adecuadamente, al confundirse con el deterioro cognitivo), se muestran incapaces de valerse por sí mismas y sienten que son una carga para los demás. Los ancianos pueden no dar señales previas ni haber cometido tentativas previas de suicidio.
En cuanto al sexo, si bien las tentativas de suicidio son más frecuentes que en los hombres, la incidencia del suicidio consumado entre las mujeres es tres o cuatro veces menor que entre los hombres porque su determinación para provocarse la muerte resulta inferior. Entre las posibles razones de este hecho se encuentran la misión de la mujer como protectora de la vida y su mayor rechazo hacia los métodos violentos. Asimismo los hombres son más impulsivos, tienen una menor tolerancia al sufrimiento crónico y están más afectados por trastornos adictivos (alcoholismo, abuso de drogas, ludopatía). Además muchos hombres tienen una forma insana de vivir sus dificultades emocionales: a) soportan peor la soledad o la ruptura de pareja; b) no suelen hablar de sus problemas, por lo que no liberan su carga de sufrimiento; y c) viven en general con mayor estrés su actividad laboral.
No siempre hay un trastorno mental detrás de un suicidio. A veces puede darse el suicidio por balance, cuando una persona, a pesar de sus esfuerzos prolongados durante mucho tiempo, llega a una situación en que para ella la vida carece ya de sentido o en que se encuentra ya sin fuerzas para afrontar más dificultades. Es decir, hay un hastío de la vida y una pérdida del deseo de vivir, sin ninguna proyección de cara al futuro.
Los signos de alarma de riesgo suicida constituyen un motivo de estudio desde la perspectiva de la prevención. En concreto, los intentos previos de suicidio (sobre todo, si se ha recurrido a métodos potencialmente letales), los antecedentes de suicidio en la familia y la expresión verbal, más o menos explícita, de un sufrimiento desbordante y del propósito de poner fin a la vida (en forma de gestos o amenazas suicidas), mucho más aún cuando hay una planificación de la muerte (cambios en el testamento, notas de despedida, etcétera), constituyen signos de alarma. Todo ello se potencia cuando hay un agravamiento de un trastorno psicopatológico, el padecimiento de una enfermedad crónica que cursa con dolor o una sensación intensa de soledad. Por lo que se refiere a las tensiones vitales múltiples (conflictividad familiar, pérdida de empleo y situación económica desfavorable, descubrimiento de un escándalo político o económico, desengaños amorosos, fallecimiento reciente de un familiar cercano, etcétera), estas tienen un valor predictivo en personalidades vulnerables con tendencias impulsivas, con baja autoestima y con pocas respuestas de afrontamiento. Muchas personas que se quitan la vida lo han hablado antes, de una forma más o menos explícita, o avisan de su posible suicidio. Cualquier anuncio de muerte en este contexto debe encender siempre una luz roja de alarma.
A nivel cognitivo, la desesperanza, sobre todo cuando viene acompañada de pensamientos suicidas reiterados (anticipación imaginaria de la muerte), es probablemente el sentimiento más suicidógeno. De hecho, convendría invertir el dicho popular de “mientras hay vida, hay esperanza”por lo contrario:“mientras hay esperanza, hay vida”. A veces la desesperanza puede venir acompañada de ira, rabia o deseos de venganza. En estos casos hay una expresión de un gran sufrimiento o de angustia emocional.
Por último, el suicidio siempre ha estado rodeado de una aureola de silencio y de miedo al efecto contagio en los medios de comunicación, pero esto puede impedir los esfuerzos de prevención. Así, puede haber un efecto imitativo si la noticia, sobre todo si es de un personaje famoso, aparece en portada, es extensa y con un enfoque sensacionalista, se dan detalles del método de muerte empleado o del lugar, se aborda el suicidio como un acto de valentía o se dan hipótesis simplistas acerca de las causas de la muerte autoinducida. Sin embargo, el efecto contagio no ocurre cuando la información se enfoca a sensibilizar a la población y prevenir el suicidio (dar la noticia correctamente, divulgar grupos de riesgo, mostrar a dónde acudir en caso de riesgo de suicidio, etcétera). Es decir, no se trata de ignorar las noticias sobre suicidios, sino de darlas adecuadamente.
“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación…” (Declaración Universal de los Derechos Humano 1948)
La alimentación es uno de los factores que más condicionan el bienestar físico, la salud y la calidad de vida de las poblaciones,ya que tiene una acción decisiva sobre la reproducción, el crecimiento y desarrollo, la morbilidad y mortalidad, así como sobre el rendimiento físico e intelectual de las personas.Los alimentos han ejercido una influencia decisiva en la Historia evolutiva humana y la dieta de nuestros antepasados tuvo un importante papel en la expansión de la corteza cerebral de nuestra especie (Homo sapiens). El uso del fuego fue fundamental en nuestra alimentación durante el período Paleolítico, produciéndose durante el Neolítico un importante cambio en la producción y consumo de alimentos debido a la aparición de la agricultura y de la ganadería (domesticación de plantas y animales). Los estudios antropológicos realizados en las actuales sociedades tradicionales (cazadores- recolectores- horticultores) demuestran que los humanos creamos fórmulas cooperativas a partir de los alimentos (intercambio, altruismo, donación), y probablemente la “cocina” (el hecho de preparar los alimentos) fue un proceso fundamental en nuestra evolución como especie.
Aunque la alimentación está estrechamente ligada a la nutrición (proceso biológico de asimilación de los alimentos para su uso en el crecimiento, el metabolismo y la reparación celular de los organismos), no se trata de un hecho puramente fisiológico. Lo que comemos depende de factores tanto individuales (sexo, edad, genotipo, etc.), como, sobre todo, de factores culturales, sociales, religiosos, económicos y políticos, y, aún en muchas sociedades, del medio físico, geografía y clima. Es, precisamente, en las sociedades más ligadas a su ecosistema donde las hambrunas siguen estando presentes (mayor efecto del cambio climático, escasez de alimentos, mala calidad del agua, etc.), propiciadas por decisiones políticas, financieras y de mercado, que afectan a la calidad del transporte e infraestructuras y a la seguridad alimentaria. El hambre, que conduce a la enfermedad, infelicidad, soledad y pobreza, así como a la ignorancia y explotación, sigue presente en el siglo XXI a pesar de las constantes iniciativas de los organismos mundiales. Paradójicamente, nuestro diseño genético se enfrenta actualmente con una abundancia de productos alimentarios y unas formas de vida muy distintas a las que habíamos mantenido durante miles de años, lo que está produciendo graves problemas de salud en los países desarrollados y cada vez más en aquellos en procesos de transición alimentaria (obesidad y enfermedades relacionadas como las metabólicas, las cardiovasculares y diversos tipos de cáncer).
Contreras y Gracia (2005) han señalado que enla alimentación los comportamientos socioculturales son muy fuertes y complejos: las categorizaciones de los distintos alimentos, las prescripciones y las prohibiciones tradicionales y/o religiosas (tabúes), los ritos en la mesa y de la cocina, etc., todo ello forma parte de la “construcción social” de nuestra dieta.Cada grupo humano tiene formas particulares de preparar los alimentos (un mismo alimento puede comerse crudo, cocido, asado, frito, hervido…), y unos principios de condimentación tradicional de los mismos. Desdela antigüedad las especias y condimentos fueron bienes muy preciados debido a sus propiedades conservantes, aromatizantes y terapéuticas y se usaron como moneda de pago; hoy día forman parte de los ingredientes esenciales de nuestra alimentación y de sus particularidades. Hay sociedades que solicitan productos que otras rechazan y aunque hay muchos recursos alimenticios y muchas variedades comestibles – aunque cada vez menos debido a las presiones de la industria alimentaria-, existe una gran variabilidad a la hora de considerar a ciertos alimentos como comestibles o no: insectos, perros, caballos, conejos, caracoles o ranas son consumidos o rechazados en distintos países por motivos muy diversos(Contreras y Gracia, 2005). Sin duda, los alimentos pueden contemplarse como un marcador étnicoya que producen sentimientos de identidad mediante la constatación de la diferencia: “ellos no comen como nosotros”.
Hasta hace unas décadas vivíamos cerca de donde procedían los alimentos. Pero hoy día, el complejo fenómeno de la globalización se ha extendido a la alimentación de forma que tenemos una (supuesta) gran variedad de alimentos en los centros de alimentación, no sólo por la gran cantidad de marcas, envases, tamaños, formas, sino en lo que se refiere a su procedencia. El consumidor encuentra con bastante facilidad productos procedentes de otros países (frutas exóticas, salsas, especias, etc.), y un conjunto de “nuevos alimentos” cada vez más ultra procesados y a veces irreconocibles para el consumidor medio. De ahí la aparición hace unas décadas del término OCNI (Objeto Comestible No Identificado; Fischer, 1995), que se ha popularizado. Resulta cada vez más difícil encontrar alimentos de procedencia cercana y, si se encuentran, el precio a pagar es muy elevado. Existen fuertes presiones económicas y políticas para que los comportamientos alimentarios converjan, pero como demuestra el principio de “acción-reacción”, han surgido movimientos que intentan mantener y restituir las cocinas “propias” (Langreo, 2005). Al mismo tiempo estamos contemplando un fenómeno progresivo de mestizaje y fusión de alimentos y de formas de preparación de los mismos que constituye una de las expresiones quizá más afortunadas de la globalización de la alimentación, como mecanismo integrador de las especialidades locales. Compartir los alimentos, los productos, sus formas de elaboración es transmitir el conocimiento y la cultura de los pueblos. Es una manera de construir nuevas estructuras y nuevos caminos hacia el diálogo entre culturas y una forma de enriquecer el sistema alimentario de un país con el intercambio de productos, ritos y gestos…en realidad, es lo que se ha venido haciendo desde que somos humanos.
Referencias principales en las que se ha basado el texto
Contreras J., Gracia M. 2005. Alimentación y cultura. Perspectivas antropológicas. Barcelona: Ariel, 505 p.
Fischler C. 1995. Gasto-nomía y gastro-anomía: sabiduría del cuerpo y crisis biocultural de la alimentación contemporánea. En: Alimentación y cultura: necesidades, gusto y costumbres. Contreras, J. (comp.), pp. 357-380.
Langreo A. 2005. Inmigración y glocalización. Distribución y Consumo, Marzo-Abril, pp. 42-45.
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