La tecnología microfluídica

La tecnología es un conjunto de herramientas que nos permite afrontar y resolver nuevos retos. Un avance tecnológico por sencillo que sea puede llegar a ser clave para el desarrollo de la humanidad. Al pensar en las implicaciones que tuvieron los inventos de la rueda, o de la palanca, nos damos cuenta de que ideas sencillas pueden tener un gran impacto en nuestras vidas. Y al ver la tecnología que nos rodea hoy en día vemos que el desarrollo de la misma es un proceso acumulativo y constante, puesto que los nuevos hallazgos se alimentan del conocimiento previamente adquirido y de la misma manera las mejoras tecnológicas dan lugar a nuevo conocimiento y a nuevos desarrollos.

La microfluídica, un área emergente de desarrollo tecnológico.  La microtecnología es tecnología cuyos componentes fundamentales tiene tamaño micrométrico. Ejemplos de microtecnologías que ya forman parte de nuestra vida cotidiana son los sistemas microelectrónicos que usamos habitualmente en nuestros teléfonos móviles, nuestras cámaras fotográficas, coches, ordenadores, etc. Todos ellos tienen chips, formados por estructuras aislantes y conductoras de tamaño micrométrico. Un chip microelectrónico está formado por miles de rutas y caminos, por una red de “autopistas y carreteras” para electrones. De forma análoga un dispositivo microfluídico está formado por redes de microcanales por los que circulan líquidos de manera controlada. Integrando sensores dentro de estas redes fluídicas, ya sean sensores químicos, físicos o incluso células (que también pueden actuar como sensores), obtenemos plataformas analíticas capaces de darnos información sobre los líquidos que contienen. Los sistemas microfluídicos constituyen pequeños laboratorios en miniatura, que permiten automatizar el proceso analítico de una muestra con mínima manipulación por parte del usuario. Por eso reciben también el nombre de Laboratorio en un Chip. Su pequeño tamaño y alto nivel de control permiten obtener información con muy poca cantidad de muestra.

¿Cómo de grande es un microcanal y cuánto fluido cabe en él? Tomemos como referencia una gota de sangre que habitualmente tiene en torno a unos 50 microlitros de volumen. Para llenar un microcanal de 100 micrometros de diámetro (osea, tan fino como un cabello humano) y de 1 cm de longitud necesitaríamos unos 100 nL de liquido, la décima parte de un microlitro. Es decir, que con una sola gota de sangre podríamos llenar hasta 500 de esos microcanales.

Laboratorios en un chip para una medicina de precisión. Una de las tendencias actuales de aplicación de los sistemas microfluídicos es la fabricación de dispositivos que mimetizan funciones biológicas. Esto se conoce como órgano en un chip. Son plataformas idóneas para estudiar, por ejemplo, el efecto de nuevos medicamentos o productos tóxicos sobre células u organoides depositados en un chip. La validación de estas plataformas supondría la posibilidad de sustituir el testado de medicamentos en animales por análisis in-vitro, lo cual impactaría en el abaratamiento del descubrimiento y producción de medicamentos.  Además, gracias a sus pequeñas dimensiones, es posible monitorizar los efectos de medicamentos sobre las propias células de un paciente previamente depositadas en el chip y de esta manera evaluar y optimizar tratamientos personalizados. El desarrollo de plataformas microfluídicas para el análisis celular permitirá, obtener nuevo conocimiento científico, reducir el uso de animales en los laboratorios y desarrollar terapias personalizadas, lo cual conduce al aumento de la eficacia de las terapias y a la reducción de los costes sanitarios.

Chips desechables de bajo coste. En los años 90, cuando empezó la era de la microfluídica, estos dispositivos se fabricaban en vidrio y necesitaban instrumentos electrónicos anexos para controlar el flujo de fluidos en su interior. Hoy en día se usan materiales más baratos como el plástico y el papel, que además son idóneos para la fabricación en masa, permitiendo la producción de gran cantidad de cartuchos fluídicos de bajo coste, autónomos y fáciles de usar. Una consecuencia directa del abaratamiento de costes de producción y la facilidad de uso, es que pueden adquirirse y consumirse en grandes cantidades. La accesibilidad a estos dispositivos analíticos aumentará la frecuencia de análisis e incrementará la cantidad de datos obtenidos. Por otro lado, la combinación de la microelectrónica ligera y la microfluídica permite transmitir los resultados a dispositivos móviles. Todo ello hace de la microfluídica una tecnología facilitadora ligada a áreas como el Big Data, Precision Heath y Digital Health, que permitirá descubrir nuevos biomarcadores e impulsará el desarrollo de terapias más eficientes.

Chips de análisis rápido. Otro de los grandes campos de aplicación de los sistemas microfluídicos es el análisis rápido o análisis en el punto de necesidad. Es decir, realizar un análisis de un fluido lo más rápidamente posible. Hablamos de fluidos biológicos como el sudor, la orina, la sangre, las lágrimas… pero también de fluidos en el medio ambiente como el agua de los ríos o, incluso, las bebidas que consumimos habitualmente. Los chips microfluídicos facilitan la monitorización del paciente en casa, como por ejemplo se hace hoy en día con el tests de COVID, el test de embarazo o los medidores de glucosa. Esto es de especial importancia en el diagnóstico de enfermedades contagiosas en países del tercer mundo. Por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud, hay 14 millones de personas portadoras del virus del SIDA sin diagnosticar. Para que los enfermos reciban la terapia es necesario diagnosticarlos. Los dispositivos microfluídicos portables, desechables y fáciles de usar, permiten que la personas realicen en privado una prueba de diagnóstico del VIH que dura menos de 20 minutos y que requiere solo una gota de sangre o una muestra de saliva. Al facilitar servicios de detección del VIH y el uso de esos servicios, especialmente entre las poblaciones con menor cobertura y mayor riesgo, en las que de otro modo no se realizarían pruebas de detección, se frena el contagio de la enfermedad. Otros dispositivos facilitan el diagnóstico de malaria y tuberculosis en los países más pobres, así como la monitorización de la terapia antirretroviral o del virus del papiloma humano, que está relacionado con el cáncer de cuello uterino en mujeres.

En definitiva. La tecnología microfluídica es un conjunto de herramientas cuyo uso se propaga en muchos campos diferentes. Cada día veremos más y más dispositivos microfluídicos en nuestra vida cotidiana que impactarán en el progreso de la ciencia, la salud y el bienestar.

Fotos: Custer de Microfluídica UPV/EHU.

Los makers: catalizadores de innovación y conocimiento

A medida que Internet ha ido formando parte de nuestras vidas, las redes sociales y las plataformas online se han convertido en las semillas de la generación del conocimiento en el siglo XXI. Más allá del impacto que dichas plataformas han tenido en el comportamiento social, también han facilitado la aparición y el desarrollo de un movimiento de desarrolladores o makers. Estos makers participan en el desarrollo de prototipos y soluciones tecnológicas que responden a necesidades (sociales) para las cuales no existen soluciones en el mercado. A pesar de que el movimiento maker surge en el ámbito del software, uno de los ámbitos en los que el movimiento maker ha tenido un mayor impacto en los últimos años es el de la salud. Los makers han recibido una gran atención durante las últimas semanas, y en especial desde que el pasado 20 de marzo de 2020, debido al contexto de alarma sanitaria creado por la pandemia del Covid-19, la Comisión Europea abriera los estándares para suministros médicos, por lo que cualquier persona, empresa u organización con soluciones de impresión 3D podría ayudar “a su país, con urgencia, solidaridad y audacia”.

Fuente: https://www.raspberrypi.org/blog/artificial-raspberry-pi-pancreas/

En el ámbito sanitario se observa desde hace unos años una transición según la cual los pacientes han cambiado sus roles de ser beneficiarios “pasivos” de los servicios ofrecidos por los sistemas de salud a convertirse en impulsores y promotores “activos” de soluciones innovadoras. En efecto, las innovaciones desarrolladas por los makers al margen de los conductos oficiales han sido diseminados en redes sociales bajo el axioma #wearenotwaiting. Cuando los productos y tecnologías disponibles comercialmente no satisfacen las necesidades de los pacientes, estos tienen un problema (más). El hecho de que los pacientes dispongan de medios que les permiten mejorar su condición, más allá de las soluciones oficiales proporcionadas por los sistemas de salud, ha llevado al establecimiento de comunidades globales de pacientes y de makers que han promovido el desarrollo de nuevas tecnologías, y que eventualmente, han llevado a la introducción de productos innovadores en varios segmentos del mercado, con sus consiguientes mejoras en la salud y el bienestar social.

 

Fuente: https://www.healthline.com/diabetesmine/artificial-pancreas-what-you-should-know#1

En un proyecto de investigación desarrollado en Deusto Business School hemos querido analizar cuáles son las motivaciones que tienen los makers para participar en proyectos relacionados con el ámbito sanitario. Para ello, hemos elaborado una página web en la que contactamos a varios tipos de agentes: 1) makers; 2) médicos; 3) gestores de política pública; y 4) empresas del ámbito sanitario. Con ello, además de conocer las motivaciones individuales, también hemos querido identificar aquellas fuentes de conocimiento empleadas en la generación de estas innovaciones “en abierto” (debido al código libre con el que se desarrollan), los medios a través de los cuales se comparte el nuevo conocimiento desarrollado en dichas comunidades, y los mecanismos empleados para que sus innovaciones lleguen a los pacientes.

El proyecto se ha centrado en analizar tres iniciativas en las que los makers han servido como catalizadores de la innovación en el ámbito sanitario. La primera consiste en el desarrollo de dispositivos de monitorización de la glucosa y en el desarrollo de un páncreas artificial, basándose en algoritmos predictivos que predicen el comportamiento (diabético) del paciente. La segunda pretende paliar los efectos (económicos) adversos que soportan millones de pacientes de diabetes debido a la colosal inflación que ha sufrido la insulina en los últimos 20 años, y que hace que ésta haya pasado a ser inasequible en muchas comunidades. Para ello, se han emprendido iniciativas de biohacking con el objetivo de decodificar la insulina y desarrollar un producto que sea similar en sus funciones, pero a precios asequibles. En tercer lugar, analizamos el impacto repentino y dramático que la pandemia del Covid-19 ha tenido sobre la demanda de ciertos artículos quirúrgicos, como máscaras faciales, inhaladores, guantes, batas de hospital, etc.

Nuestros resultados evidencian que en los tres casos la motivación principal para participar en estos proyectos es la solidaridad, ya que los makers consideran que disponen de un conocimiento que les permite responder a necesidades sociales, y del que otro tipo de pacientes carecen. Del mismo modo, la clave para la generación de innovaciones en los tres casos es la necesidad, bien sea la necesidad de mejorar el estado de la tecnología, la necesidad de desarrollar un producto más barato, o la necesidad de abastecer al sistema de salud con productos que actualmente no existen o no están disponibles por la saturación del mercado. En segundo lugar, se destaca la capacidad de poder actuar con rapidez en situaciones de emergencia (sanitaria), ya que las inercias derivadas de la burocratización a la que están sometidas las instituciones oficiales impiden dicha capacidad de adaptación y de anticipación. A pesar de que se reconoce que los makers, al no pretender lucrarse con productos que lleguen al mercado, no están sometidos a las regulaciones y restricciones de la industria sanitaria, también se apunta a que el hecho de que las soluciones desarrolladas sean siempre “en código abierto” facilita el que se puedan plantear nuevas soluciones y mejorarlas de manera continua, lo que promueve la innovación de manera continua, sistemática y sistémica. En tercer lugar, y como era de esperar, la totalidad de las personas consultadas reconocen que la cooperación es clave para el éxito de las innovaciones, ya que la multidisciplinariedad es primordial para poder ofrecer soluciones efectivas. De este modo, programadores de software, ingenieros, endocrinos, epidemiólogos, cardiólogos, anestesiólogos, etc. intercambian conocimiento.

Es precisamente en el modo en que se intercambia y se facilita el acceso al conocimiento donde queremos hacer aquí un mayor énfasis, si es que aspiramos a impulsar que la ciencia también llegue a mejorar su eficacia y a maximizar su alcance, para lograr así una sociedad del conocimiento, tal y como reza la misión de Jakiunde. Las comunidades consultadas no recurren a artículos científicos para acceder o compartir conocimiento científico, sino a información disponible en plataformas de makers, blogs, webs especializadas, foros de desarrolladores y redes sociales. Del mismo modo que los académicos acudimos a conferencias en las que intercambiamos el conocimiento con nuestros colegas y recibimos su feedback, las comunidades makers se comunican a través de videoconferencias y aplicaciones de mensajería instantánea. Son varias las conferencias internacionales, en numerosas disciplinas, que ya han indicado que valorarán la posibilidad de organizar online las siguientes ediciones, para poder reducir así la huella ecológica. Creo que más allá del impacto de los makers en el ámbito sanitario, en Jakiunde también podemos aprender de su experiencia a la hora de intercambiar conocimiento y de hacerlo llegar a la sociedad. Y es que, al igual que ellos, nuestra razón de ser también se fundamenta en la solidaridad, en la capacidad de ayudar a las instituciones oficiales a tomar decisiones en contextos de incertidumbre, y en la necesidad de mejorar el conocimiento.

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