LA PANDEMIA POR EL COVID-19

La situación que vive la sociedad actual, desencadenada por la pandemia producida por el Covid-19 tiene una serie de características que me gustaría comentar:

  1. Imprevista. Prácticamente nadie teníamos en mente la posibilidad de que una enfermedad, en principio leve, pudiera tener a nivel global unas consecuencias tan importantes. Todos podíamos temer una guerra, una enfermedad personal o familiar grave o a la pérdida de los bienes económicos. Sin embargo, no contemplábamos el riesgo de una pandemia global como un riesgo que nos fuera a afectar. Ahora también sabemos que esto puede ocurrir de nuevo en el futuro. Es un ejemplo claro de la “teoría del cisne negro” desarrollada por el filósofo libanés Nassim Taleb, como una metáfora que describe un suceso sorpresivo (para el observador), de gran impacto socioeconómico y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza por retrospección (haciendo que parezca predecible o explicable, y dando impresión de que se esperaba que ocurriera).
  2. Global. Esta situación afecta prácticamente a todo el mundo de forma simultánea. No hay mejor ejemplo para entender que estamos en un mundo global que observar la transmisión rápida de la enfermedad de unos países a otros a lo largo de todo el planeta. También ha sido capaz de crear una conciencia colectiva de que todos somos importantes en la lucha contra el virus.
  3. Incierta. Estamos ante un virus nuevo del que no conocemos una gran parte de los aspectos epidemiológicos, terapéuticos, profilácticos y ello origina una cierta incertidumbre sobre el riesgo personal de contraer la enfermedad, la gravedad que la enfermedad puede tener o el tiempo que tienen que durar las medidas de confinamiento que se han decretado.
  4. Induce un cierto temor. El miedo es una emoción muy diferente de unas personas a otras. Los que sufren un trastorno de ansiedad (más de un 10% de la población) sufren fobias, miedo en situaciones que no conllevan riesgos. Entiendo que la mayoría no los sentimos desde el punto personal por el riesgo de morir o de ser ingresados en la UVI, pero aunque la probabilidad no es alta, tampoco es despreciable, y el miedo se extiende a que sea uno de los miembros de la familia que pueda sufrir las complicaciones graves de la enfermedad. Es normal que si una familia está compuesta por al menos 20 personas, uno de ellos puede verse afectado, según las estimaciones actuales. Nadie está libre de poder sufrirlo, y la seguridad de poder prevenirlo no existe por ahora. Además los medios de comunicación se encargan de alarmar a la población.
  5. Se han tomado decisiones importantes desde el punto de vista político. El hombre es un ser social y nuestra vida tiene pleno sentido pudiendo tener las relaciones con los demás que nos apetezca. Una gran parte de nuestra libertad reside en poder movernos por donde queramos y estar con nuestros seres queridos. Sin consultarnos, y sin demostrar que es la única alternativa posible, de repente las autoridades toman la decisión de que debemos permanecer confinados en casa y que si no lo cumplimos seremos castigados por ello. De alguna forma esto puede interpretarse como una condena. La forma de imponer el cierre de fronteras y la pérdida de libertad de movimiento no parecen decisiones propias de sociedades democráticas. La población ha cambiado también la visión de la política y de los políticos. Frente a la clasificación de políticos de derechas y de izquierdas, los clasificamos según el grado de competencia y de eficacia. Es deseable que un bien común una distintas tendencias políticas.
  6. Nos empobrecerá y muchas empresas lo sufrirán o desaparecerán. Todos saldremos más pobres. La situación tiene y tendrá unas consecuencias económicas a nivel personal y global con repercusión variable según las profesiones, el estatus social y otros factores. Las empresas han sido sorprendidas de forma repentina por una situación de parón social sin soluciones para resolverlo. Toda la economía dependiente del turismo, por ejemplo, se verá afectada, sin poder prever la duración, y sin capacidad para sobrevivir de muchas empresas.
  7. Inducirá un cambio de valores. El confinamiento significa la pérdida de la libertad de movimiento, y del contacto directo con los demás, a los que dábamos poca importancia. La sociedad aprecia de forma especial las profesiones sanitarias, las de limpieza, las que están en la cadena alimenticia, desde la producción y el transporte, hasta la comercialización. Toleramos el control mediante geolocalizadores, pensando que puede ser beneficioso para toda la población. Posiblemente seamos más solidarios y generosos, al menos hasta que se nos olvide la experiencia en parte. La solidaridad que la población ha mostrado con el personal sanitario es un ejemplo.
  8. Ofrece oportunidades. Este es le momento en el que determinados aspectos de la investigación biomédica puede tener un mayor desarrollo, pero también otros aspectos de la ciencia, o de la tecnología. La inteligencia artificial deberá tener un papel más relevante en el futuro. La telemedicina debería de implantarse como una medida asistencial habitual para descargar una parte importante de la actividad médica presencial.
  9. Incremento de las telecomunicaciones. La comunicación a través de mensajes y video-llamadas ha aumentado muchísimo durante este período de tiempo. Han aparecido un gran número de noticias falsas (“Fake news”) con la conciencia general del daño que puede suponer su difusión. También hemos experimentado las posibilidades de teletrabajo y de reuniones mediante teleconferencias . Esto puede facilitar la conciliación laboral y evitar un gran número de desplazamientos en el futuro.
  10. Disminución de la polución de las ciudades. Podemos tener el aire más limpio en las ciudades y favorecer el clima global estando más tiempo en casa
  11. Múltiples actividades en el hogar. Disponemos en nuestros hogares de grandes posibilidades de ejercicio, entretenimiento, desarrollo personal , etc., que Internet y la TV nos ofrecen y que en parte desconocíamos o no utilizábamos.
  12. Probablemente cambiará el orden político internacional. ¿Seguirá el imperio norteamericano dominando el mundo científico, industrial y económico? ¿Qué ocurrirá con China? ¿Mantendrá Europa el prestigio ideológico que ha tenido? Muchas de estas preguntas son sospechas de que las cosas cambiarán tras esta epidemia.

¿Cómo cambiará nuestra vida después de la pandemia? Siempre vamos cambiando, y las experiencias “intensas” inducen un cambio mayor. El ejemplo más claro de ello es el llamado “síndrome de estrés postraumático”. Recuerdo que tras sufrir un cáncer de pronóstico grave, modifiqué ciertos hábitos (dejar de fumar, dejar de trabajar los fines de semana), traté a los pacientes con mayor empatía, cambiaron algunos de mis valores (la importancia de la familia y los compañeros de trabajo), y el miedo a la recaída fue paulatinamente disminuyendo. Uno no sabe después de muchos años la importancia real del evento estresante en estos cambios que probablemente sufrí. Mi opinión es que inicialmente sufriremos cambios sociales, laborales, de valores y económicos importantes, pero que a medida que pase el tiempo, nuestro cerebro irá olvidando en parte lo ocurrido quedando un remanente que nos habrá transformado para siempre. Yo espero que no sea como la Europa de 1939, que no aprendió de la gran guerra de 1914-1918, y nos vayamos preparando de forma eficaz para una nueva posible pandemia.

José Félix Martí Massó
Catedrático emérito de Neurología, UPV/EHU. Académico de número de JAKIUNDE.

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