Neurociencia y Creatividad. Algunas Preguntas.

El estudio de la creatividad desde la Neurociencia plantea muchas preguntas. De hecho, si partimos de la más básica, ¿Qué es la creatividad?, son muy diversas las definiciones que podemos encontrar. En los artículos científicos, dos son las palabras que más se utilizan para definir el pensamiento o las ideas creativas: “novel” and “useful”. Es decir que la creatividad no solo implica la habilidad de generar algo novedoso (original, inesperado), sino también apropiado (esto es, útil, adaptado a las tareas) (Sternberg & Lubart, 1999). Es una habilidad clave para la resolución de problemas en el día a día (Plucker et al., 2015) y abarca desde la Little-c creativity; por ejemplo, una nueva receta que queramos cocinar para cenar; hasta la Big-C creativity, las grandes obras y descubrimientos que han transformado el mundo y pasarán a la posteridad. El proceso creativo tradicionalmente se ha asociado con el pensamiento divergente, aquel tipo de pensamiento en el que ante un problema específico se formulan varias respuestas alternativas, pero también es necesario el pensamiento convergente, para dar una posible solución determinada. Es decir, tiene que existir generación de ideas, pero también evaluación de las mismas.

¿Qué factores pueden influir en la creatividad? Desde el sueño y la cantidad de horas dormidas hasta el consumo de alcohol, pero sobre todo el conocimiento o expertise sobre un tema, la motivación y las emociones (las positivas y las activadoras parece que facilitan la creatividad), la inteligencia (capacidad de definir los problemas, el uso estratégico que se haga del pensamiento divergente), la personalidad (capacidad de afrontar riesgos, tolerancia a la ambigüedad y la autoestima), y el entorno (que puede ser propicio, reforzante y de apoyo a ideas creativas o puede coartar o restringir esa creatividad -por ejemplo, cada vez que le decimos a un niño o niña pequeña: “esto no se hace así”); porque a veces la excepcionalidad (esa originalidad extrema), puede ser vista como desviación, como algo negativo. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Existe relación entre la creatividad y la psicopatología? La idea de que la creatividad y la psicopatología se relacionan entre sí se remonta muy atrás en el tiempo. Esta idea ha sido reforzada principalmente por estudios de casos de grandes genios que padecían esquizofrenia; por ejemplo, el pintor Vincent van Gogh o el matemático John Forbes Nash en quién se inspiró la película “Una mente maravillosa”. Sin embargo, los estudios empíricos han encontrado resultados contradictorios. De hecho, un meta-análisis que incluye 42 estudios reporta un peor desempeño creativo en personas con esquizofrenia en comparación con controles sanos (Acar et al., 2018). Pero… ¿y la creatividad en los familiares de las personas con trastorno mental? En un estudio llevado a cabo en Suecia (Kyaga et al., 2011) accedieron a los registros de 300.000 personas con i) diagnóstico de trastorno bipolar, esquizofrenia y depresión; ii) sus ocupaciones; y iii) las de sus familiares. Dividieron la muestra en profesiones creativas versus no creativas. Los resultados mostraron que las personas con esquizofrenia no, pero las personas con diagnóstico de trastorno bipolar y sus familiares (hermanos/as), así como los familiares de las personas con esquizofrenia, tienen mucha mayor representación en profesiones creativas. El modelo de vulnerabilidad compartida descrito por Carson (Carson, 2011) defiende que creatividad y psicopatología comparten ciertas características – por ejemplo, la desinhibición cognitiva, la búsqueda de la novedad y la hiperconectividad entre hemisferios que pueden aumentar las asociaciones entre conceptos distantes. En función de la presencia de factores protectores o de riesgo puede hacer que la balanza se incline a un lado (personas altamente creativas) o hacia el otro (aparición de psicopatología).

Y esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las bases cerebrales de la creatividad? El hemisferio derecho es fundamental en el pensamiento creativo, pero el hemisferio izquierdo también participa y lo que es clave es la interacción intra e interhemisférica. A pesar de la dificultad que puede entrañar investigar la activación cerebral asociada a la creatividad mediante resonancia magnética funcional (fMRI, de sus siglas en inglés), se han hecho estudios tan interesantes como: qué ocurre en el cerebro cuando músicos de jazz improvisan en el piano, poetas componen poesía, estudiantes de Bellas Artes diseñan nuevas portadas para un libro o buscamos usos nuevos y alternativos a un objeto cotidiano (por ejemplo, a una caja de cartón). Un meta-análisis de 45 estudios con fMRI mostró que la creatividad verbal estaba asociada a una mayor actividad del hemisferio izquierdo, la creatividad visuoespacial al hemisferio derecho y que la creatividad musical implicaba una mayor activación bilateral (Boccia et al., 2015). Sin embargo, más que pensar en activaciones de regiones concretas del cerebro, si son unilaterales o bilaterales, tiene más sentido pensar en interacciones dinámicas entre diferentes redes cerebrales a gran escala, tales como la default mode network y la ejecutiva (que normalmente son antagonistas), que se activan de manera síncrona y que tienden a cooperar durante la ejecución de la tarea creativa (Beaty et al., 2016). De hecho, se ha llegado a describir lo que sería el “Conectoma de la Creatividad”, un patrón de conectividad funcional cerebral asociado a una mayor habilidad creativa (Beaty et al., 2018).

Y por último llegamos a la pregunta del millón, ¿se puede aumentar la creatividad? Ojalá existiese una respuesta clara y única, pero eso sería muy poco creativo… Existen técnicas de creatividad que se basan en aplicación de las estrategias mentales de resolución de problemas a una de las etapas del proceso creativo, que acostumbran a ser la delimitación del enunciado planteado y la generación de ideas para detectar posibles soluciones. Son muchas las técnicas que existen y el número de métodos inventados combinándolas es casi tan grande como empresas consultoras en creatividad existen (Guilera, 2011); desde el Brain Storming y su variante 635 hasta el diagrama de Flor de loto y Seis sombreros para pensar. Por supuesto, sin olvidar la Biónica, que es la aplicación de soluciones creativas inspiradas en la Biología -desde el radar, inspirado en los murciélagos; hasta el velcro inspirado en la planta Xanthium Spinosum o también vulgarmente conocida como arrancamoños. Pero la Neurociencia moderna va más allá y abre caminos hasta ahora inexplorados: Y la estimulación eléctrica transcraneal, ¿puede aumentar la creatividad? La estimulación eléctrica transcraneal es una técnica de neuromodulación/ estimulación cerebral no invasiva que lleva un tiempo aplicándose en el estudio y tratamiento de enfermedades neurológicas y psiquiátricas consistente en colocar dos electrodos en el cuero cabelludo -uno como ánodo y otro como cátodo- y aplicar una corriente eléctrica de baja intensidad durante alrededor de 20 minutos. Puede ser una corriente directa, alterna o de frecuencias aleatorias (random noise). Pues bien, se ha descrito que la estimulación catódica sobre la corteza frontotemporal inferior izquierda está asociada con mejoras en las tareas que se basan principalmente en la generación de ideas, mientras que la estimulación anódica sobre la corteza prefrontal dorsolateral izquierda (DLPFC) y la corteza frontopolar aumenta el rendimiento en tareas que imponen altas exigencias a la selección de ideas creativas (Weinberger et al., 2017). Esto abre todo un campo de aplicación a diferentes ámbitos desde la música y la alta cocina hasta el deporte.

Las personas tenemos un potencial para dar una respuesta creativa resiliente que nos ayuda a hacer frente a las adversidades. Lo mismo que tenemos memoria, atención o función visuoespacial, tenemos una capacidad cognitiva creativa (Ward, 2007) que podremos desarrollar en menor o mayor medida en función de lo que la trabajemos -de igual manera que podemos entrenar el resto de funciones cognitivas- pero para ello se tienen que crear espacios y condiciones que la favorezcan.  

Bibliografía

Acar, S., Chen, X., Research, N. C.-S., & 2018, U. (2018). Schizophrenia and creativity: A meta-analytic review. Schizophrenia Research, 195, 23–31.

Beaty, R. E., Benedek, M., Silvia, P. J., & Schacter, D. L. (2016). Creative Cognition and Brain Network Dynamics. Trends in Cognitive Sciences, 20(2), 87–95.

Beaty, R. E., Kenett, Y. N., Christensen, A. P., Rosenberg, M. D., Benedek, M., Chen, Q., Fink, A., Qiu, J., Kwapil, T. R., Kane, M. J., & Silvia, P. J. (2018). Robust prediction of individual creative ability from brain functional connectivity. Proceedings of the National Academy of Sciences, 115, 1087–1092.

Boccia, M., Piccardi, L., Palermo, L., Nori, R., & Palmiero, M. (2015). Where do bright ideas occur in ourbrain? Meta-analytic evidence from neuroimaging studies of domain-specific creativity. Frontiers in Psychology, 6, 1195.

Carson, S. H. (2011). Creativity and psychopathology: a shared vulnerability model. Canadian Journal of Psychiatry.Revue Canadienne de Psychiatrie, 56(3), 144–153.

Guilera, L. (2011). Anatomía de la creatividad. FUNDIT – Escola Superior de Disseny ESDi.

Kyaga, S., Lichtenstein, P., Boman, M., Hultman, C., Långström, N., & Landén, M. (2011). Creativity and mental disorder: Family study of 300 000 people with severe mental disorder. British Journal of Psychiatry, 199(5), 373–379.

Plucker, J. A., Esping, A., Kaufman, J. C., & Avitia, M. J. (2015). Creativity and intelligence. In Handbook of Intelligence: Evolutionary Theory, Historical Perspective, and Current Concepts.

Sternberg, Robert J, & Lubart, T. I. (1999). The Concept of Creativity: Prospects and Paradigms. In R. J Sternberg (Ed.), Handbook of Creativity (pp. 3–15). Cambridge University Press.

Ward, TB. (2007). Creative cognition as a window on creativity. Methods, 42, 28–37.

Weinberger, A. B., Green, A. E., & Chrysikou, E. G. (2017). Using transcranial direct current stimulation to enhance creative cognition: Interactions between task, polarity, and stimulation site. Frontiers in Human Neuroscience, 11.

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MATAR A LOS HIJOS POR VENGANZA: UNA ACCIÓN CONTRA NATURA

Matar a un hijo (mucho más si se trata de un niño pequeño) es un fenómeno contra natura. La maternidad y la paternidad generan de forma natural en el ser humano sentimientos de ternura y de protección hacia unos seres desvalidos con los que los progenitores establecen unos vínculos de apego que facilitan la crianza y el desarrollo emocional de los menores. Además la llamada de la sangre (es decir, los vínculos biológicos establecidos entre los padres y los hijos) tiende a inhibir la implicación de los padres en conductas destructivas contra los menores. Por ello, en los casos de conflictos graves pueden ser de mayor peligro que los padres biológicos las nuevas parejas de las madres, que pueden ver en los niños un estorbo o un obstáculo interpuesto en la nueva relación de pareja y no cuentan con ese freno biológico.

Hay casos, sin embargo, como el ocurrido recientemente en Tenerife, que se separan de este esquema y nos hacen cuestionarnos sobre las motivaciones de una conducta tan aberrante. En concreto, se nos plantea de inmediato la pregunta de si quien comete el asesinato de dos hijas a sangre fría se trata de una persona con un trastorno mental. En realidad, el trato vejatorio a su expareja durante la convivencia, las infidelidades reiteradas, la falta de aceptación de la nueva vida de su exmujer con otro hombre, las conductas antisociales anteriores y, finalmente, la planificación detallada de la conducta homicida mediante un plan concebido con antelación, no revelan la existencia de una enfermedad mental. Lo que esta secuencia de conductas denota es la presencia de una alteración de la personalidad de tipo narcisista y psicopático, con profundos déficits psicológicos, tales como el descontrol de la ira, las dificultades emocionales (el afán posesivo y la dependencia emocional, a pesar de tener una nueva pareja), las distorsiones cognitivas de tipo machista en relación con la mujer y la relación de pareja y la baja autoestima (no incompatible con una aparente arrogancia), así como los déficits de comunicación y de solución de problemas. Asimismo la frialdad emocional, la falta de empatía ante la presencia de sus hijas y la planificación cuidadosa de toda la secuencia de conductas que culminan con el asesinato revelan el perfil psicopático del autor.

Es decir, la incapacidad de gestionar o tolerar la frustración de sus expectativas es un factor que aparece con frecuencia en los agresores de pareja. Los hombres homicidas, con una visión en túnel, pueden mostrar una gran dependencia emocional hacia su pareja, estar obsesionados por ella o no asumir la ruptura porque pone en cuestión su propia identidad personal. En la mente de los futuros homicidas se empiezan a desarrollar, a partir de una creencia fija, ideas obsesivas prolongadas y perseverantes que suponen una visión catastrofista de la situación actual, así como una atribución de culpa a la pareja, sin ninguna esperanza en el futuro. La violencia contra la pareja o los hijos es una violencia por compensación: el agresor intenta vencer sus frustraciones con quien tiene más a mano. Que la persona presente esta alteración de la personalidad no modifica la lucidez con que lleva a cabo sus conductas vengativas y no le exime, por tanto, de una responsabilidad plena de sus actos.

En la mayoría de los casos el deseo de venganza queda anulado por el miedo a las consecuencias penales y sociales. Pero hay un porcentaje de maltratadores en los que el efecto disuasorio de la pena o el miedo al daño que él mismo sufrirá dejan de operar. Su venganza es más fuerte que su deseo de vivir (“te mato o les mato y me mato”).

En los casos extremos el hombre, por venganza contra su pareja y por una profunda humillación (la no aceptación de la pareja de su exmujer, a pesar de contar él con una nueva pareja), puede matar a sus hijas (en lugar de a su pareja) para herirla donde más le duele. Es lo que se denomina la violencia vicaria. En estos casos las pequeñas (niñas además, con el componente de género que ello conlleva) pierden la vida utilizadas como víctimas instrumentales de una violencia machista y planificada. Matar a sus hijas es una forma de venganza extrema y supone asegurarse de que la mujer, sometida a semejante tortura, no se recuperará jamás por el dolor y la desesperanza generados.

La violencia vicaria, cuando viene acompañada del intento de ocultación o destrucción de los cadáveres de los niños, a efectos de obstaculizar su identificación, como ha ocurrido en el drama de Tenerife, supone un mayor refinamiento en la venganza. Se trata de mantener vivas las expectativas de la madre de que sus hijas pueden aparecer antes o después con vida. Ello genera un sufrimiento adicional a la madre e impide (o, cuando menos, retrasa) la elaboración del duelo. No hay nada más doloroso que tener a un hijo como desaparecido. Así se produce en la madre lo que se denomina el duelo retardado o congelado. Es un tipo de duelo que no comienza inmediatamente después de la pérdida, sino días, meses o incluso años después de una pérdida importante (cuando han aparecido los cuerpos). La cadena de sufrimiento emocional en estos casos se alarga y dificulta la recuperación emocional que traen consigo el paso del tiempo y el apoyo familiar y social de las personas que rodean a la víctima.

La conducta final de estos hombres suele ser el suicidio a pesar en muchos casos de su juventud. El sujeto, sobre todo cuando tiene un cierto grado de integración social, percibe que ya no tiene nada que perder y se muestra incapaz de poder hacer frente a las consecuencias de su conducta, a sabiendas de que antes o después va a ser detenido por la policía. Por ello, rehúye tener que enfrentarse a la censura pública por haber dado muerte a sus hijos. Se trata de un suicidio evitativo, cuyo objetivo es evitar las consecuencias posteriores del acto realizado (rechazo social, castigo penal severo, estigmatización de por vida).

Afortunadamente la violencia vicaria es muy poco frecuente, lo que no se contradice con el terrible impacto social que produce el asesinato de un menor a manos de quien más debe protegerle. No es fácil prevenir este tipo de conductas. A nivel preventivo primario, el momento clave, cuando la mujer tiene una mayor capacidad de elección, es al comienzo de la relación de pareja, cuando se está en la fase de exploración mutua. A veces el radar interno le dice a una mujer que un hombre no es de fiar, pese a su encanto aparente, y algunas señales (conductas controladoras o de celos, infidelidades reiteradas, consumo abusivo de alcohol/drogas o falta manifiesta de empatía) encienden las luces rojas.

Por último, se trata también de establecer una detección precoz (prevención secundaria) en las parejas ya establecidas. Allí donde hay hijos de por medio, lo que debe alertar a una mujer del riesgo de violencia vicaria grave son las amenazas recientes o reiteradas a la pareja o expareja de hacer daño a los hijos, las conductas recientes y frecuentes de desprecio o de maltrato hacia ellos o la intuición fundada de que la pareja o expareja pueda poner en peligro la integridad física de sus hijos. En estos casos la mujer debe contar con sus lazos familiares y sociales y buscar la ayuda y protección de los servicios comunitarios para ella y para los menores.

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¿Los tics son una ventaja para jugar al golf?

Me gusta ver jugar al golf en la TV. Mi impresión es que la frecuencia de individuos con tics dentro de los 100 mejores jugadores del mundo de golf es más alta que en la población general.  Probablemente esto también ocurre en otros deportes que requieren un alto grado de coordinación. No creo que sea una casualidad, y mi opinión es que esto se debe a que los individuos que sufren tics, son más hábiles y tienen mayor facilidad para estas actividades deportivas.  Probablemente esto también ocurre con otras habilidades como puede ser el canto. Los autores de un artículo reciente en “Annals of Neurology” observaron que el 35% de los muchachos cantores en un coro famoso tenían tics (1). Los autores especulan sobre la posibilidad de que los individuos con tics tengan una mayor capacidad para el movimiento y la coordinación; la otra posibilidad es que la repetición de los mismos gestos induzca o favorezca la aparición de los tics.

Los tics se definen como movimientos estereotipados, bruscos, recurrentes y sin finalidad. Pueden ser simples, como es el parpadeo excesivo, los movimientos de boca, cuello o de hombros, y en ocasiones un ruido como el “esnifeo”, o un ruido gutural, una vocalización o una tos. A veces son complejos con varios movimientos simultáneos y en ocasiones con lenguaje asociado. Cuando este lenguaje tiene un grado de obscenidad se denomina coprolalia. Creo que la mayoría de personas pueden reconocer los tics, aunque algunas veces hay problemas de diferenciarlos con otros movimientos anormales.

Los tics pueden ser transitorios en la infancia, pero generalmente son crónicos. Los tics múltiples y crónicos son el síntoma principal de la  “enfermedad” denominada “Gilles de la Tourette”, nombre del médico francés que describió este trastorno. Generalmente los tics de Tourette aparecen en la infancia (hacia los 6-8 años), aumentan durante la adolescencia y juventud, con exacerbaciones y remisiones y disminuye después de los 40 años.

Esta supuesta enfermedad es más frecuente en varones y tiene una alta heredabilidad. Las mujeres de estas familias tienen con mayor frecuencia Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y los varones los tics. Sin embargo, los estudios genéticos no han sido capaces de descubrir un gen o varios genes responsables en estas familias, y solo se observan alteraciones menores de dudosa patogenicidad. Esta dificultad en encontrar mutaciones en genes patógenos en familias con herencia aparentemente autosómica dominante ocurre también en otros trastornos del sistema nervioso central que podemos llamar “funcionales”, es decir, sin anomalías estructurales claras en los estudios patológicos, por ejemplo el temblor esencial, las piernas inquietas, determinadas epilepsias o en el trastorno por ansiedad.  Probablemente algún mecanismo genético no conocido en este momento, nos explicará en el futuro la herencia en estos trastornos.

Algunos tics producen un trastorno social, ya que los chicos pueden gritar en el aula, o en otros lugares que requieren silencio, como una Iglesia, con el consiguiente trastorno que ello supone. Pero en  la mayoría de personas con tics, estos movimientos no suponen ninguna alteración ni funcional ni social. La madre del niño con tics es siempre la más sensible y le recrimina con frecuencia los movimientos y le espeta que se quede quieto. Es cierto que tiene mayor tendencia a asociarse con el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y con Trastorno con Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), pero muchos individuos con tics son brillantes estudiantes, y basta recordar a políticos con prestigio y eficaces que tenían tics y promulgaron leyes importantes en la Transición.

Tengo la impresión de que hay un continuum entre los individuos que pueden estar muy quietos sin moverse durante mucho tiempo y los que requieren moverse. Al final de este espectro estarían los individuos con tics. Los individuos “más movidos”, son probablemente más hábiles para algunos deportes. Esta “inquietud motora” puede ser un inconveniente para mantener la atención o para tenerlo de vecino en un concierto, pero los hace más hábiles para el movimiento y en general son buenos deportistas. Creo que este es el motivo del número alto de golfistas de primer nivel que sufren tics y no el hecho de que el swing repetido durante años de forma intensiva induzca los tics.

Referencias:

  1. Tunc S, Münchau A, Boys in a famous choir: Singing and ticcing. Ann Neurol 2017;82:1029–1031

¿Por qué hay hombres que llegan a matar a sus parejas?

Todavía hay muchos hombres que consideran que la libertad conquistada por las mujeres atenta contra la esencia de su identidad. Lo importante para ellos es la concepción de la mujer como propiedad y como persona sumisa, así como la creencia en la violencia como una estrategia adecuada de solucionar sus problemas y de conseguir sus objetivos. Los casos de violencia grave contra la pareja se suceden a un ritmo preocupante, sin que la mayor sensibilización social y las medidas adoptadas por las Administraciones Públicas se muestren capaces de frenarlos. De hecho, las cifras de homicidio contra la mujer en la relación de pareja se mantienen relativamente constantes en los últimos años en España, si bien con una leve tendencia a la baja. Más de la mitad de las muertes violentas de mujeres en España (52,5%) se producen a manos de sus parejas o exparejas. Es decir, la violencia machista destaca por encima del resto de motivaciones homicidas.

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