La Democratización de Datos como palanca de mejores soluciones basadas en Datos

En las últimas semanas hemos visto en las noticias la creciente relevancia que se concede a los datos y a los algoritmos que se aplican a tales datos. En particular, con la crisis que actualmente absorbe nuestra actualidad, es decir, la pandemia del COVID-19. Asistimos día a día a la monitorización de la evolución de la pandemia a través de modelos cuantitativos para prever la propagación del virus. Tal seguimiento y su análisis permiten que avancemos en diferentes “fases de la desescalada”, que se adopten diferentes medidas, que se permita mayor o menor libertad de movimiento, etc. Sin embargo, observamos que este es un proceso que continuamente se pone en entredicho. Aunque a menudo hay un trasfondo político en las críticas, lo cierto es que el problema en sí mismo radica en la naturaleza de los propios datos y la manera en que las personas los recogemos, amoldamos y procesamos. Han sido varias las circunstancias que han hecho que los datos que hemos recopilado e intentado interpretar para ayudarnos en la toma de decisiones, no han sido “suficientemente buenos”, es decir, de la calidad que hubiéramos deseado. Algunos ejemplos de los problemas asociados a los datos que manejamos son: “no se contabilizan del mismo modo”, el “reporte de datos los fines de semana se demora”, algunas autonomías sólo “cuentan las defunciones en hospitales”, etc.

En conclusión, es evidente que recoger, homogeneizar, modelar, simular o experimentar con los datos es un importante desafío. Eso explica el surgimiento de la disciplina de la Ciencia de los Datos, para hacer referencia a la necesidad de afrontar la complejidad que entraña la recogida, procesado y actuación sobre las conclusiones derivadas de los datos de diferente naturaleza (estructurados provenientes de bases de datos o no estructurados provenientes de redes sociales).

Poner en práctica procesos de análisis de datos para la toma de decisiones implica no sólo capturar y acceder a los datos, sino además conseguir que estos tengan suficiente calidad para ser utilizables. Tal como indica el principio Garbage-In-Garbage-Out[1] la salida de un algoritmo, o cualquier función del procesamiento de información, es solo tan buena como la calidad de la entrada que recibe. Consecuentemente, en el origen de los datos a menudo radica el principal problema. En el caso del estado español, relativo al COVID-19, tales datos vienen de diferentes comunidades autónomas, cada cual con sus procesos de recogida, que han tenido que uniformar siguiendo las directrices de las autoridades sanitarias a nivel estatal. Se puede intentar culpar a muchos: a las comunidades autónomas, al Gobierno central, a los que recogen la información, a los científicos de datos que los procesan y generan las “curvas de la pandemia”. Pero con todo, la propia naturaleza de los datos es la única culpable de no poder interpretar datos más veraces con mayor precisión.

El “poder de los datos” es cada vez más patente. Llevamos desde el principio del siglo hablando de la necesidad de tener datos abiertos, de que las administraciones públicas deben mejorar la transparencia y promover incluso la innovación, abriendo datos sobre los procesos y servicios que gestionan. Muchos indican que el “petróleo del siglo XXI son los datos”, prueba fehaciente de ello es que cinco de las empresas más grandes del planeta deben una gran parte de su negocio al uso que dan a los datos personales de sus usuarios en los diferentes servicios que ofertan. Estamos hablando de empresas como Amazon, Apple, Microsoft, Google o Facebook. Por otro lado, se está incidiendo mucho en la necesidad en Europa de promocionar la “Economía de los Datos” dando valor a los datos que recogen nuestras empresas en sus procesos productivos o los servicios que prestan, pues en muchas ocasiones no se valorizan. Con todo, independientemente de si hablamos de datos públicos, personales o industriales, es primordial que preservemos, controlemos y valoremos los datos. La gobernanza y el control de soberanía de los datos (términos asociados comúnmente a la democracia) son cada vez más relevantes para regular el uso, consumo y explotación de este nuevo “petróleo del siglo XXI”.

Centrándonos en cómo los datos pueden ayudarnos a resolver problemas de gran relevancia social y económica, como es la crisis del COVID-19 actual, veamos cuáles son las barreras que hemos de superar y qué mecanismos han ido emergiendo para abordarlas. La transparencia (apertura) es un atributo estrechamente ligado a la gobernanza (control y explotación) y la democratización (acceso y consumo) de los datos. Como resultado, desde 2016 grupos de expertos internacionales acuñaron el concepto FAIR data (o “datos justos”) a través de un artículo en la prestigiosa revista Nature[2]. Asimismo, instituciones internacionales como la Comisión Europea inciden en la importancia de liberar datos que nos puedan ayudar a catalizar la investigación. Bajo el paraguas FAIR se recogen un conjunto de directrices dirigidas a la gestión y administración de datos científicos. El propósito del concepto “datos justos” es proporcionar un conjunto de principios para mejorar la capacidad de encontrar y facilitar la accesibilidad, la interoperabilidad y la reutilización de los activos digitales. Los principios de FAIR hacen hincapié en la capacidad de actuación de las máquinas (es decir, la capacidad de los sistemas informáticos para encontrar (find), acceder (access), interoperar (interoperate) y reutilizar (reuse) datos sin intervención humana o con una intervención humana mínima), porque los seres humanos dependen cada vez más del apoyo informático para tratar los datos como resultado del aumento del volumen, la complejidad y la velocidad de creación de los datos.

Publicar datos abiertos para facilitar su tratamiento y la investigación a través del concepto FAIR es, en consecuencia, necesario, pero no es condición suficiente para que se puedan aprovechar por la comunidad científica y la sociedad en general. Es, por lo tanto, fundamental centrarnos en la mejora continua de los datos. Tal mejora es tarea no solo de aquellos que aportan datos sino también de aquellos que los consumen. Intervienen en este proceso de mejora algoritmos o procesos informáticos que detectan incoherencias, resuelven errores, y que, a menudo, requieren la intervención de humanos que moderan y validan las correcciones e incoherencias encontradas en los datos. En resumen, no es suficiente que los datos sean abiertos y “justos”, deben ser además de “alta calidad”, para facilitar su procesamiento y dar lugar a visualizaciones e interpretaciones entendibles no sólo por científicos de datos, sino por la ciudadanía en general. Solo así podremos avanzar hacia la “democratización de los datos”.

Por otro lado, también necesitamos reflexionar sobre los algoritmos que aplicamos a tales datos. La iniciativa OPAL – Open Algorithms for better decisions[3] – pretende liberar el potencial de los datos privados para el bienestar público. Tiene como objetivo servir como un facilitador de confianza para liberar el potencial de los datos recolectados por organizaciones privadas, trayendo el código a los datos a través de algoritmos abiertos y sistemas tecnológicos y de gobernanza seguros y justos, para mejorar las decisiones que apoyen los objetivos de desarrollo sostenible en el mundo. El poder desatado por los datos y su tratamiento ha hecho que la manera de aproximarse a datos y algoritmos, con la ayuda de la inteligencia artificial y —más en concreto— del aprendizaje automático (machine learning), haya pasado de una primera intención analítica (usar algoritmos para entender qué dicen los datos) a una intención predictiva (anticipar) y, finalmente, a una acción claramente prescriptiva (orientar la conducta de millones de personas mediante lo que se ha averiguado de ellas y de su contexto, utilizando para ello modelos predictivos y clasificatorios). Esto está causando en ocasiones el abuso de poder y la asimetría de capacidades de captación de datos, de su tratamiento, interpretación y decisión. Un punto común a las diversas variantes de este consenso es la exigencia de transparencia. La transparencia de datos y de algoritmos[4] implica la capacidad de saber qué datos se utilizan, cómo se utilizan, quiénes los utilizan, para qué los utilizan y cómo se llega a partir de los datos a tomar las decisiones que afectan a la esfera vital de quien reclama esta transparencia. En conclusión, datos más democráticos tienen que estar ligados a algoritmos (procesos) de análisis más transparentes, que permitan la explicación de las conclusiones generadas.

Finalmente, quiero cerrar este artículo mencionando otra temática de candente actualidad y que está generando mucha controversia, ya que puede amenazar un “uso democrático de los datos personales”: la introducción de aplicaciones por los gobiernos para rastrear los contactos sociales[5], con el objeto de hacer frente a la pandemia del coronavirus. La idea de estas aplicaciones es recabar y poner a disposición de las autoridades sanitarias en todo el mundo, datos de movilidad y de contactos entre individuos que permitan hacer un mejor seguimiento y predicción de las infecciones de COVID-19. China, Taiwán y Corea del Sur están ya usando este tipo de aplicativos. Sin embargo, estos aplicativos plantean serias dudas acerca de la privacidad de la información de los usuarios, algo que Apple y Google, proveedores conjuntos de una interfaz programática (API) para facilitar el desarrollo de tales aplicaciones móviles en dispositivos iOS o Android, dicen haber sido capaces de mitigar mediante el uso de Bluetooth y el carácter «voluntario» de los programas. Ante esta tesitura, muchos centros de investigación internacionales están reclamando la instauración de soluciones basadas en blockchain (totalmente descentralizadas, sin control central gubernamental) que garanticen la privacidad de los usuarios, les permitan ser conscientes de cuándo han entrado en contacto con infectados y deban por tanto guardar cuarentena, pero al mismo tiempo impidan que se tomen medidas sancionadoras contra ellos. Las soluciones basadas en blockchain pueden resolver los acuciantes problemas relativos a la soberanía y gobernanza de nuestros propios datos personales.

Como vemos la “democratización de los datos” puede ser observada desde diferentes prismas y es indudablemente multiespectral. No obstante, es innegable su relevancia e importancia en nuestra cotidianeidad, para poder ayudar a través de soluciones digitales a resolver los desafíos a los que nos enfrentamos día a día.

 

[1] https://www.semantics3.com/blog/thoughts-on-the-gigo-principle-in-machine-learning-4fbd3af43dc4/

[2] https://www.nature.com/articles/sdata201618

[3] https://www.opalproject.org/

[4] http://bid.ub.edu/es/41/sanguesa.htm

[5] https://www.20minutos.es/noticia/4246904/0/apple-y-google-revelan-como-seran-las-aplicaciones-para-rastrear-en-el-movil-contactos-con-covid-19/

Imagen: Jan Alexander, Pixabay

REFLEXIONES EN TORNO AL COVID-19 DESDE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA CIENCIA DE DATOS

Vivimos tiempos difíciles. La pandemia de coronavirus nos ha colocado ante una situación que hace apenas unos meses no habríamos ni siquiera imaginado. Una situación que plantea y seguirá planteando muchas cuestiones cruciales sobre nuestra sociedad, que muy posiblemente ya no volverá a ser la misma.

Entre esas cuestiones se hallan, sin duda, las que rodean al uso y control de los datos. Es evidente que la ciencia de datos y la inteligencia artificial, en toda la generalidad de los términos, se han convertido en un elemento crucial para combatir el COVID-19. No solo por el análisis y seguimiento de la epidemiología, sino también, entre otros,  por su uso para el desarrollo de posibles tratamientos, para la identificación de terapias prometedoras, para la identificación de grupos de riesgo, para la predicción temprana de posibles complicaciones o para la posible clasificación de pacientes. Utilidades que no surgen en su mayoría de aplicaciones específicas, sino de la aplicación de la ciencia de datos y la inteligencia artificial a un problema nuevo. Parafraseando un artículo de Iñaki Izquierdo en El Diario Vasco el pasado 14 de abril, los científicos que están utilizando técnicas de ciencia de datos e inteligencia artificial para salvar miles de vidas, no estudiaron nada sobre aplicaciones concretas al COVID-19, aprendieron esas técnicas de la utilización de ciencia de datos e inteligencia artificial en otros problemas. En particular, se están desarrollando de manera muy rápida técnicas que permiten saber si un paciente está infectado o no a partir de una radiografía. En el desarrollo de este tipo de sistemas hay dos problemas fundamentales:

1.- La necesidad de datos que deben ser proporcionados por los médicos, los cuales, como es lógico, ahora están mucho más ocupados en otras cosas y no tienen tiempo de prepararlos.

2.- Las cuestiones éticas.

Todas estas técnicas que estoy indicando  han surgido como consecuencia de la investigación básica en los últimos años en inteligencia artificial y ciencia de datos, investigación básica tan denostada, como indica Pedro Miguel Etxenike, en la Universidad actual. Por eso la investigación básica, la que no necesariamente tiene aplicaciones inmediatas directas en la industria, o el mercado en general, debe tener también su espacio. No olvidemos que muchas de las herramientas que hoy hacen posible ese análisis de datos surgieron exclusivamente de forma teórica y pasaron muchas veces años hasta que de repente cobraron utilidad en problemas concretos. Si bloqueamos hoy la ciencia básica por un mal entendido concepto de utilidad, nos encontraremos que ni siquiera las herramientas anteriormente comentadas podrán desarrollarse frente a futuras crisis imprevistas.

Y no quiero terminar esta breve reflexión sin una referencia a la ética. Los datos también presentan un lado oscuro. La invasión de privacidad o la posibilidad de transformarlos en mecanismos para decisiones inapelables en manos de unos pocos. Hoy ya sabemos que los gobiernos están utilizando nuestros móviles, nuestros datos, para hacer un seguimiento de los movimientos de cada individuo. No entro a discutir si este control está ahora justificado o no. Sin embargo, sí creo que esto es solo una muestra de lo que puede venir, y que es necesaria una excelente muralla de formación ética para evitar abusos. Muralla que debe también construirse, o al menos empezar a hacerlo, durante el período académico, y cuyos cimientos deben estar sobre una sólida formación humanística que, en estos tiempos, es más útil que nunca.

Esta reflexión me lleva a una pregunta crucial: ¿Debemos en estos tiempos de pandemia hacer prevalecer el anonimato de los datos frente al desarrollo rápido de las técnicas para ayudar a los médicos? La respuesta no es fácil, pero yo me inclino por facilitar la ayuda a los médicos en este momento y dejar en segundo plano el anonimato ante esta situación. ¿Cuál es su opinión?

Imagen: Walter Otto, Unsplash  

Pandemia osteko lehen orduak

Etorkizunak, nahiz etorkizun hurbila izan, zer ekarriko digun ezin dugu jakin. “Iragana eta oraina dira errealitatearen egoitzak. Etorkizuna ez dakigu non bizi den ere”, idatzi du Anjel Lertxundik berriki. Honela, etorkizunera hurbiltzerakoan, umiltasun osoz joatea komeni da, halabeharrez, nora ezean joango baikara. Baina, era berean “…etorkizuna txerri-gantxoa da: bakoitzak iruditzen zaiona zintzilika dezake bertatik” badela ere aipatu zuen. Ados nago. Izan ere, pandemia honi buruz orain arte irakurritakoak horixe bera dira, norberari “iruditutakoak”, aise igartzen delarik, gainera, nor zein jakintza arlotako den.

Hala nola, politologoek diote “gobernantza berri baten atarian gaudela” (zein den…, nork daki). Ekonomialariek, “krisi ekonomiko larri baten aurrean gaudela” diote. Gerenteek, “telelanaren aroa zilegiztatu egin dela, etxetik edo edonondik lan egiteak produktibitatea igotzen delaren ebidentzia gauzatu delako”. Zientzialariek, “ikerketa zientifikoa giltzarri omen dela, gizateriaren ongia guztiaren sorburu izanik, aurrerantzean arreta gehiago paratuko zaiola, batez ere hura jasangarri izan dadin guztiz beharrezkoa den oinarrizko ikerketa basikoari”. Psikologoek, “sozialki antolatzeko modu berriak saiatuko ditugula, gertukoenekin egotea zein aberasgarri den itxialdian zehar konturatu garelako”. Kulturgileek, “kultura, beti krisian egonik, orain birusak azkenengo kolpea eman omen diola. Hemendik aurrera, turismoa berpiztera bideratutako kultur egitasmoak izango omen direla nagusi. Kultura hilik da eta ez da berpiztuko, baldin ez bada …”. Adimen artifizialeko adituek: “industria soft delakoak bultzada handia hartuko duela. Online ereduak gailenduko direla, hezkuntzan ere bai, eta zainketa soziala areagotuko omen dela. Krisian zehar irabazitako zilegitasunaren poderioz, guztion bermerako direla aitzakiarekin, zainketa eta kontrol neurri ez guztiz zilegi asko erraz ezarriko omen direla”.

Birus batek hankaz gora jarri du sistema osoa. Ez da kataklismo kosmiko bat izan. Baina ez da huskeria bat; birusak asunto serioa dira. Material genetikoz osatutako paketetxoak dira, badira DNA dutenak eta badira RNA dutenak. Birusek zelulen biosintesi makineria bahitzen dute, euren buruaren kopiak egiteko. Izatez, oso espezifikoak dira, hau da, birus tipo batek zelula tipo bati eta bakarrik bati erasotzen baitio. Birusak giza eritasun askoren iturburua direla, aspaldi da jakina. Besteak beste, ebola, baztanga, HIESa, arnasketa sindrome-zorrotz larria, papilomak, herpesa, gripea edota katarro arrunta, birusek eragiten dituzte. Birusek bizirik dauden organismo oro infektatu dezakete, aziendak eta laboreak ere bai. Zer esanik ez animalia basatiak.

Birusak, txikiak nahikoak dira euren atomo guztiak zehaztasunez irudika ahal izateko. Beraz, haien egitura kimikoa ezagut daiteke. Baina, giza birus gehienek konplexutasun handiagoa hartzen dute gizakien zelulen mintzen materialarekin (lipido, proteina eta glikanoen nahasteka bat, hain zuzen) euren burua estaltzen dutenean. Hauexek dira koronabirusak. Klase honetakoa da SARS-CoV-2 (korona)birusa, zeinek COVID19 izeneko gaixotasuna eragiten duen. Ohar labur bat: lehen esan dut ba, birusak oso espezifikoak direla. Ba oraintxe jakin izan dugu, Miren Basares-ek Euskal Herriko Unibertsitateko Mikrobiologiariak argiki adierazi digulako, SARS-CoV-2a gizakien arnasbideko zelula epitelialetan dagoen ACE2 errezeptoreari (angiotentsina 2 bihurgailu-entzima) itsasten dela. Horregatik eragiten du hainbeste kalte gizakien arnasketa sisteman. SARS-CoV-2ak, estalduran daukan S proteina erabiltzen baitu gizakien arnasbideko zelulen ACE2 errezeptoreari lotzeko. Lotura hori nola gauzatzen den jakitea, alegia zein lotura kimikoren bitartez, oso garrantzitsua dela bistan da. Hauxe bera da lehenago aipatu dudan “oinarrizko ikerketa basikoa”, beraz, badu garrantzia, ez ?. Agian oraindik garrantzitsuago zera da, halako loturak nola antzeman eta aztertu daitezkeen dakien norbait gertu edukitzea, zeren hurrengoan ez dira lotura hauek izango, beste batzuk izango baitira. Gehiago jakin nahi duenak galde diezaiola dakienari. Alegia, Xabier Lopez eta David de Sancho, Euskal Herriko Unibertsitateko biokimika konputazionaleko ikerketa talde buruei, eta ez inguruko beste inori. Ez dakienari galdetzea alferrik baita, onenean, eta txarrenean, kaltegarri. Igarri al zait zein jakintza arlotako naizen ?.

SARS-CoV-2ak eragin du pandemia hau. Munduan, dagoeneko, 1.9 Miloi-ren bat pertsona infektatu hauteman dira (hilak 119.000-ren bat) eta gurean 15.400-ren bat (hilak 1.108). Osasun arazo larri bat dirudi, eta halaxe da, baina ondorioak ez dira bakarrik osasunezkoak izango, ekonomiko-sozialak ere izango baitira. Pandemia honek, esango diren baina hildako gehiago utziko dituela, ziurtasunez esan daiteke, eta miseria handiak eragingo dituela ere, ziurra da. Oro har hartuta, mundu eskalan hartuta, ezin gaitezke harroegi egon sistemaren sendotasunaz. Maila xeheago batean, gurean pandemia ez dela gaizki kudeatzen ari ere, bistan da. Ikusi nahi duenarentzat, noski. Baina, noiz arte iraungo du pandemia honek ? Inork baleki …

Txertoa izango da, ziur aski, pandemia honi amaiera emango diona. Mundu populazioaren %70a edo, inmunizatu behar omen dela diote adituek, pandemia ezabatzeko. Hori lortzeko modurik eraginkorrena, txertoa da, dudarik ez. Baina, izan dezagun gogoan, txertoa, lortzen denean, ez dela bat batean zabalduko munduan zehar, ziur aski. Nazio eta enpresen arteko lehiak eragotziko baitu, ziur aski, haren zabalkundea. Beraz, ondorioak, ez dira bukatuko itxialdiarekin batera, iraun egingo dute luzaro, ziur aski. Lanak gaizki hasten direnean, bakarrik okerrerantz bilaka daitezke, baldin ez badugu egin duguna aztertzen, ondo egindakoak gogoan hartzeko, baina gaizki egindakoak ere bai, berriz egin ez ditzagun, eta bidezkoa balitz bide berriak urratzen hasteko. Esatea erraza da, egitea beste kontu bat da. Iraultza behar da.

Nik nahi nuke, krisi hau, aldaketa/iraultza baten hasera izango balitz, non, hezkuntza den giltzarri. Ganorazko hezkuntza bat, hiru zutabetan oinarrituta. Alegia, “irakurri”, informazioa jaso, “idatzi”, informazioa transmititu, eta “kontuak” (aritmetikoak, literarioak, artistikoak, eta abar) abstrakzioa lantzeko. Eta kito. Ez “baloretan” edota “konpetentzia transbertsaletan” edota izen handi bezain hutsal duten hainbat beste hainbat sasi-kontzeptutan oinarritutako hezkuntza. Nire uzte apalean, pertsona kritikoak eta aldi berean solidarioak hezitzeko bermea hiru zutabe horietan datza. Honela, bide batez, hezkuntza sistemak “zer eskatzen zaion” zehatz-mehatz jakingo luke.

Nekane Balluerka Doktoreak, Euskal Herriko Unibertsitateko, EHUko, errektorea dena eta hori baino gehiago psikologo handi bat, zioen berriki “… gauza asko aldatuko dira, baina ez legoke gaizki (…) gu geu aldatzetik hasiko balitz eta eraldaketa horrek, bestalde, gizarte konprometituago eta solidarioago bat eratzera eramango bagintu”.

Bide luze eta malkartsua da hau, zinez, norbanakotik hasi eta gizarte antolatueraino iritsi arte. Biderik luzeena ere, lehenengo urratsarekin hasten da. Alegia, “gu geu aldatzetik”, hezitzetik, hasten da bide hau. Zeren zain gaude ba; ez dugu ezta koronabirusaren aitzakiarik behar eta.

Irudia: Sebastien Gabriel, Unsplash 

Mundu Globalizatua Gobernatzeko Erronka

Bigarren Mundu Gerraren amaierak Nazio Batuen Erakundearen sorrera bultzatu zuen 1945ean bertan. Hiru urte beranduago, Giza Eskubideen Aldarrikapen Unibertsala. Gerraren hondamendia bizitako belaunaldiak beste sarraski bat ekiditeko baliabideak behar zirela ulertu zuen, gaur, oraindik, erreferente zaizkigunak.

Koronabirusaren krisiak azaleratu du gaur egungo mundu globalizatu honi eta honek dakartzan arazoei aurre egiteko premiazkoak direla kooperazio internazionala eta zerbitzu publikoen indartzea. Alde batetik, baliabideak egokiro produzitu eta banatzeko beharra baitugu. Eta, bestetik, diru publikoz sustengatzen ditugun zientzia zein osasun- eta gizarte-zerbitzuak ezinbestekoak zaizkigulako.

Mundua aldatuko da, bai. Orain arte eroso bizi izan den eta, hein batean, inertziaz gobernatu duen belaunaldi hau, askok gristzat jo izan dutena, antolatuko da gaurko mundu globalizatu hau gobernatzeko. Orain ezarriko diren oinarriek mende honen patua definituko dute.

BERRIA egunkariko Nola aldatuko du koronabirusak mundua? artikuluan argitaratua (2020/04/12).

Irudia Lothar Dieterich, Pixabay

Eta gero zer?

SARS-CoV-2 birusak eragindako pandemiaren ondoren mundua imajinatzea eta 1.000 karaktere baino gutxiagotan balio duen ekarpenik egitea ez da lan erraza. Beraz, epe ertainean gure bizitzak markatuko dituzten sei titularretara mugatuko naiz: 1) krisi ekonomikoa izango dugu, baina, beti bezala, pasatuko da eta ahaztu egingo zaigu; ez dakit zenbat iraungo duen, baina, beti bezala, orbain batzuk utziko ditu kolektibo eta herrialde batzuen artean; 2) asiarragoak izango gara osasunean, eta gaixotasun jakin batzuetatik gehiago babestuko gara; 3) eskandinaviarragoak izango gara gure etxearekiko maitasunean, baita gure gizarte-harremanak mugatzeko orduan ere; 4) denok izango gara digitalagoak eta harreman birtuala gure bizitza presentzialaren parte bihurtuko da; 5) tokiko ezagutza eta talentua aldarrikatuko ditugu, azkar aldatzen den mundu honetan lehiakorrak izateko; 6) aspalditik egungoa bezalako erronkarik ezagutu ez duen gazteria bat izango dugu, eta ziur nago gai izango direla zaharren beharrei hobeto erantzungo dien mundu bat eraikitzeko, krisi honen paganoak izaten ari baitira, horietako asko beren gertukoen giza beroa sentitu ezinik joan direnak.

BERRIA egunkariko Nola aldatuko du koronabirusak mundua? artikuluan argitaratua (2020/04/12).

Irudia Volodymyr Hryshchenko, Unsplash

Pandemia: Norbera aldatzeko aukera

Egun pairatzen ari garen pandemiak mundua nola aldatuko duen planteatzea egiazko erronka bat da. Aldaketa sakonak izango dira ezbairik gabe, baina horietako asko aurreikusezinak dira. Horrek ziurgabetasuna gehitzen dio egoerari, eta gizarteentzat ez dago ziurgabetasuna baino ezer okerragorik, ziurtasunik ezak beldurra eragiten duelako beti, eta beldurra etorkizuna diseinatzeko lagunik okerrena da.

Baina baikorrak izan behar dugu: arlo akademikoari arreta jarriz, azken egun hauetan Euskal Herriko Unibertsitateak ahalegin handia egin behar izan du irakaskuntza urruneko eta online modalitateen bidezko jarduerara egokitzeko. Hau guztia bukatzen denean, aurrez aurreko irakaskuntzak gure irakaskuntza ereduaren ardatz nagusia izaten jarraituko du (balio hezigarri nabaria du, baita pertsonala ere). Baina, dudarik gabe, beste irakaskuntza eredu batzuk ere sustatuko dira, aurretiaz ere erabiltzen genituenak, baina azken asteotan irakaskuntzaren bizkarrezur bihurtu direnak. Irakaskuntza baliabideen dibertsifikazio hori etorkizunean erruz indartuko diren joeretako bat da.

Hitz beste eginez, maila pertsonalean hausnarketa bat egin nahiko nuke. Aldaketei buruz ari garenean, jarrera pasibo batetik ari garela dirudi: jasango ditugun aldaketez ari garelako, gure esku-hartzerik izango ez dutenez. Aitzitik, konfinamendua ongi baliatu behar dugu, eta pertsona eta gizarte gisa berrasmatu behar gara: sasoi hau baliagarri izan dakiguke gehien maite ditugunekin dugun harremanari ñabardura berriak bilatzeko, azkenaldian urrun gelditu zaizkigun lagun horiei deitu edo idazteko, osasuna edo hezkuntza bezalako zerbitzu publikoak aintzat hartzeko. Finean, pertsona hobeak izaten ere saia gaitezke.

Bai, gauza asko aldatuko dira, baina ez legoke gaizki aldaketa multzo hori gu geu aldatzetik hasiko balitz eta eraldaketa horrek, bestalde, gizarte konprometituago eta solidarioago bat eratzera eramango bagintu.

BERRIA egunkariko Nola aldatuko du koronabirusak mundua? artikuluan argitaratua (2020/04/12).

Irudia congerdesign, Pixabay 

Hacia un mundo común

Esta crisis fortalecerá la tendencia hacia un mundo de bienes comunes, por tanto, hacia un mundo más integrado en términos de regulación e institucionalmente. La conciencia de los bienes y las amenazas que compartimos pondrá nuevamente de manifiesto que esos bienes y males colectivos sobrepasan la capacidad de los estados.

Se está modificando la idea que teníamos de los bienes públicos, vinculados hasta ahora con una soberanía estatal que se encargaría de garantizarlos. Poco a poco tomamos conciencia de que se trata de bienes que no son divisibles entre los Estados, como pasa con lo que se refieren al medio ambiente, la seguridad, la estabilidad económica, la salud en estos momentos, que no se prestan a una gestión soberana sin provocar graves efectos perversos. Las crisis mundiales o los riesgos globales no afectan únicamente a las comunidades nacionales más directamente concernidas sino al conjunto de la humanidad, por las consecuencias en cadena o los efectos derivados.

Las decisiones fundamentales ya no son adoptadas en el nivel nacional, que con frecuencia no decide más que acerca de lo accesorio. En materia comercial, monetaria, fiscal o social, las decisiones se han vuelto profundamente interdependientes, lo que inaugura un modo de gobernanza que implica no solamente un reforzamiento de las coordinaciones intergubernamentales, sino también la constitución de espacios de movilización y de representación de intereses, de discusión y de debate público, que trascienden los territorios nacionales y las lógicas soberanas.

Publicado en el artículo Nola aldatuko du koronabirusak mudua? BERRIA (12/04/2020).

Imagen Farzad Mohsenvand, Unsplash

Tecnovirus

La distinción entre genes y tecnogenes puede ampliarse a otras entidades biológicas, incluyendo los virus. (…) COVID 19 aporta un buen ejemplo de estas grandes innovaciones, muy poco frecuentes. Siendo originariamente una entidad biológica, (…) ha sido implementado por diversos sistemas técnicos, tecnológicos y tecnocientíficos que han operado sobre él, desarrollándolo y convirtiéndolo en tecnovirus. Lo denominaremos TECNOCOVID 19 (…).

Desde que el corona virus fue noticia en los medios de comunicación, COVID 19 devino rápidamente una entidad informacional, un infovirus. (…) En suma: la entidad biológica del principio, COVID 19, se había convertido en un mes en un complejo sistema tecno-social-sanitario al que conviene denominar TECNOCOVID 19, precisamente para dejar claro que lo que fue una mutación biológica disruptiva se ha convertido en un conjunto de innovaciones tecnosociales disruptivas, cada una de ellas conflictiva por sí misma. (…) COVID 19 se ha expandido masivamente por el planeta, contaminando y enfermando organismos; pero mucho más se ha expandido TECNOCOVID 19 a través de las mencionadas implementaciones tecnológicas y tecnocientíficas, cuyos protagonistas principales han sido los Gobiernos, como antaño, cuando los Estados tenían poder. Hemos asistido, pues, a un retorno del poder estatal, pero de un poder científicamente guiado, sin perjuicio de que las veleidades policiales y militaristas hayan apuntado también. [En] pasos sucesivos, COVID 19 se está convirtiendo en una tecnopersona, (…) Se trata de una tecnopersona vírica que se ha instalado rápida y profundamente en el imaginario social de nuestro tiempo, del cual no será desalojada, por mucho que la pandemia sea controlada e incluso desaparezca. TECNOCOVID 19 conforma ya la memoria de nuestra época.

Nota: Extracto del apéndice del libro Tecnopersonas: cómo las tecnologías nos cambian de Javier Echeverría y Lola S. Almendros, que será publicado en abril.

Publicado en el artículo Nola ardatuko du koronabirusak mundua? BERRIA  (12/04/2020).

Imagen Clay Banks, Unsplash

¿De qué manera cambiará el coronavirus el mundo?

Inicialmente creo que todos cambiaremos, pero la sostenibilidad del cambio a medio/ largo plazo no me resulta tan clara. Ahora, todos estamos con más o menos miedo o temor ante una posible infección por el coronavirus, en nosotros mismos, en nuestros familiares, amigos o vecinos; seguimos las recomendaciones durante el confinamiento, se buscan sistemas de entretenimiento, como cantar, bailar en las diferentes comunidades vecinales o virtuales o salir al balcón a las 20:00h. A mi pesar, desconfío de la constancia y responsabilidad permanente y universal.

Aunque se había hablado de que esta pandemia podía ocurrir, muchos hemos sido escépticos y considerando la distancia entre China y Europa, pensamos que aquí no iba a llegar, al menos con la misma virulencia. Pero, nos equivocamos, y no hemos reaccionado con suficiente rapidez, ni siquiera cuando se declararon los primeros casos en Italia.

Ningún país estaba ni está preparado para una catástrofe de este tipo. Es fácil criticar a los gobiernos y a las instituciones por su falta de previsión, pero esta situación ha sido totalmente nueva y ninguna institución, más concretamente la sanitaria podía prever las necesidades actuales. Lo que sí he podido ver en la sanidad pública es que, en nuestra comunidad autónoma, salvado el susto inicial, ha habido capacidad de organización y coordinación por parte de los gestores y participación voluntaria y progresiva de todos los profesionales sanitarios en respuesta a las necesidades originadas. Evidentemente, nadie puede negar que no ha habido disponibilidad de todo el material requerido para atender a los pacientes en la medida en la que estamos acostumbrados.

Se han buscado alternativas al uso único de algunos materiales escasos como esterilización de mascarillas, o ante la demanda de respiradores, algunos sectores profesionales han sido capaces de coordinarse para crear estos aparatos a partir de otros materiales existentes o a partir de impresión en 3D. Y otras más iniciativas.

Los profesionales que no estamos en la primera línea de atención a la pandemia, hemos continuado atendiendo al resto de pacientes, vía telefónica y en algunos casos también de forma presencial. La implantación de la historia electrónica única y la receta electrónica lo han facilitado y mucho, ya que existen otros pacientes no infectados que también requieren nuestra atención.

El confinamiento está dando resultado y a pesar de todas las dificultades, existe capacidad de camas hospitalarias para enfermos críticos y menos críticos y estamos viviendo la situación con cierto grado de control.

La sociedad en general y la sociedad médica en particular, quiere y necesita conocer más sobre la enfermedad, sus factores de riesgo, posibles tratamientos y pronóstico por lo que se han puesto en marcha numerosos ensayos clínicos que puedan dar respuesta hasta la disponibilidad de la vacuna específica. Todo esto pone de manifiesto la importancia de la investigación, especialmente la investigación traslacional en relación a este problema en concreto, u a otros.

La Sanidad Pública, en su concepto más amplio, ha respondido y es seguro que lo seguirá haciendo en el futuro. Bajo mi punto de vista, invertir en la sanidad pública es rentable. Esta situación ha supuesto un revulsivo para que profesionales de diferentes ámbitos demuestren su capacidad de transformación e innovación para solventar problemas y pienso que habrá que aprovechar el tirón. La importancia de invertir en Investigación es evidente.

Aunque mi mensaje global sea positivo, pensemos que todo es mejorable y que no debemos bajar la guardia porque el futuro es impredecible y debemos estar mejor preparados.

Publicado en el artículo Nola aldatuko du koronabirusak mundua? BERRIA (12/04/2020).

La revalorización social de lo público

Los momentos que ahora estamos viviendo pueden acabar incidiendo de forma positiva en un replanteamiento de la socialización; probablemente, esta crisis va a poner en marcha una reorganización social y va a demostrar de forma nítida que las reagrupaciones narcisistas no bastan para formar una sociedad solidaria.

Como sabiamente expresó el admirado Tony Judt, por muy egoístas que seamos, todos necesitamos servicios cuyos costes compartamos con nuestros conciudadanos. Los mercados nunca generan automáticamente confianza, cooperación o acción colectiva para el bien común.

Toda sociedad que destruye el tejido de su Estado (mantenido con los impuestos y los servicios públicos de todos) no tarda en desintegrarse en el polvo y las cenizas de la individualidad. Y todo lo que ahora estamos viviendo nos abrirá los ojos de una nueva pedagogía social: hay que promover el sentido de los valores auténticos, cuando hasta ahora parecía que lo único esencial era el consumo, un consumo febril y emocional afincado sobre los cimientos de un hedonismo individualista.

La responsabilidad y la solidaridad van a ser la piedra angular del porvenir de nuestra sociedad y de nuestra democracia, colectiva e individual.

Y la misión prioritaria e inaplazable de esta época es hacer que el andamiaje institucional en el que se sustenta y apoya lo público aspire a la excelencia o al menos que funcione de forma lo suficientemente eficaz y eficiente como para no poner en peligro el Estado de bienestar. Ante esta tarea las diferencias ideológicas deberían quedar en un segundo plano.

Imagen Glen Carrie, Unsplash

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