Crisis y conflictos actuales en sintonía histórica

Justo Lacunza Balda

La historia va desgranando eventos, a veces de forma lineal otras de forma circular, como si germinaran semillas ocultas del pasado. Es el caso del conflicto de Ucrania gestado a lo largo de decadas.

El conflicto de Ucrania se remonta a 1979 y se inicia con tres hechos de gran envergadura política, económica, geoestratégica, cultural y religiosa:

1.- El regreso del Imán Khomeini a Teherán con el que comenzó el reino de los ayatolás, la proclamación de la República Islámica, la introducción de la sharî‘a y la exaltación del Chiismo. En este periodo se dan el conflicto del Yemen y el derrocamiento de Shah de Persia. La visión del Islam del Imán Khomeini era sacarlo de las mezquitas y bajo su mandato, comenzó a tomar una fuerza imparable a nivel mundial.

2.- La llegada al poder de Ṣaddâm Ḥusein considerado como el nuevo Saladino del Islam sunní, adquirió un auge inaudito. Ocurrieron tres hechos con repercusiones mundiales: el atentado contra el Papa Juan Pablo II, el asesinato de Anwar al-Sâdât a manos de los Hermanos Musulmanes, y la masacre de la población curda de Halabja en la Región del Kurdistán iraquí.

Khomeini y Ḥusein, dos irreconciliables enemigos del pasado, iniciarían una guerra entre septiembre de 1980 a abril 1988. Con la muerte del Khomeini el líder de Irak acabó invadiendo Kuwait, poniendo en riesgo los equilibrios fronterizos del Golfo Pérsico.

3.- La invasión soviética de Afganistán (objeto de ambiciones de los imperios alemán y británico) ocurrió con la colaboración del presidente Nûr Muhammad Taraki y permitió a la URRS construir la mayor embajada para sus suministros militares y servicios a la armada. El objetivo era llegar al Océano Índico donde gobernaban dos potentes aliados. En ese complejo contexto nace el movimiento y la guerra de los combatientes muyahidines contra el Imperio Soviético, en el que Sunníes y Chiíes se unen frente al enemigo comunista.

En el mismo periodo, se da la disolución de la URRS y la decisión de M. Gorbachov de retirar las fuerzas armadas rusas de Afganistán. Para entonces Osâma Bin Lâden había fundado al-Qaeda para dirigir la jihâd contra las fuerzas armadas de la URRS en Afganistan. Asimismo, asoma el conflicto de los Balcanes y la desintegración de la ex Yugoslavia en siete estados independientes. Las matanzas de musulmanes bosnios en Srebrenica marcarían para siempre las relaciones con los musulmanes.

El 23 de febrero de 1996 Osâma Bin Lâden desafía a los americanos, los judíos y los cristianos declarándoles la guerra y elevaría las consecuencias del yihadismo a su máximo nivel, con graves acciones de violencia y terror en los cinco continentes.

En ese periodo ocurre la invasión de Afganistán, la de Iraq, la guerra en Argelia, las Primaveras Árabes, el derrocamiento de Muammar alGjedafi y finalmente la proclamación de Abû Bakr al-Baghdadî como Califa  y la guerra con Siria, en la que entra en juego V. Putin que favorece el régimen del presidente Bashar al-Assad.

Todos estos años V. Putin ha estado planificando la invasión de Ucrania, pero esperaba el momento oportuno, que se dió con la derrota y el abandono de las fuerzas americanas en Afganistán, la baja popularidad del presidente Joe R. Biden, la verborrea europea después de la anexión de la Península de Crimea, el acercamiento de Ucrania a la Unión Europea y su deseo de ser parte de la OTAN.

V. Putin consideró un fracaso el derrumbe de la URRS, y ha querido convertirse en el nuevo zar, para dar a la antigua URRS el brillo y el lustre de su pasado, iniciado con la invasión de la península de Crimea. Sin embargo, sus planes no han salido como esperaba ya que creía poder derrocar al Gobierno de V. Zelenski.

 

La tecnología microfluídica

La tecnología es un conjunto de herramientas que nos permite afrontar y resolver nuevos retos. Un avance tecnológico por sencillo que sea puede llegar a ser clave para el desarrollo de la humanidad. Al pensar en las implicaciones que tuvieron los inventos de la rueda, o de la palanca, nos damos cuenta de que ideas sencillas pueden tener un gran impacto en nuestras vidas. Y al ver la tecnología que nos rodea hoy en día vemos que el desarrollo de la misma es un proceso acumulativo y constante, puesto que los nuevos hallazgos se alimentan del conocimiento previamente adquirido y de la misma manera las mejoras tecnológicas dan lugar a nuevo conocimiento y a nuevos desarrollos.

La microfluídica, un área emergente de desarrollo tecnológico.  La microtecnología es tecnología cuyos componentes fundamentales tiene tamaño micrométrico. Ejemplos de microtecnologías que ya forman parte de nuestra vida cotidiana son los sistemas microelectrónicos que usamos habitualmente en nuestros teléfonos móviles, nuestras cámaras fotográficas, coches, ordenadores, etc. Todos ellos tienen chips, formados por estructuras aislantes y conductoras de tamaño micrométrico. Un chip microelectrónico está formado por miles de rutas y caminos, por una red de “autopistas y carreteras” para electrones. De forma análoga un dispositivo microfluídico está formado por redes de microcanales por los que circulan líquidos de manera controlada. Integrando sensores dentro de estas redes fluídicas, ya sean sensores químicos, físicos o incluso células (que también pueden actuar como sensores), obtenemos plataformas analíticas capaces de darnos información sobre los líquidos que contienen. Los sistemas microfluídicos constituyen pequeños laboratorios en miniatura, que permiten automatizar el proceso analítico de una muestra con mínima manipulación por parte del usuario. Por eso reciben también el nombre de Laboratorio en un Chip. Su pequeño tamaño y alto nivel de control permiten obtener información con muy poca cantidad de muestra.

¿Cómo de grande es un microcanal y cuánto fluido cabe en él? Tomemos como referencia una gota de sangre que habitualmente tiene en torno a unos 50 microlitros de volumen. Para llenar un microcanal de 100 micrometros de diámetro (osea, tan fino como un cabello humano) y de 1 cm de longitud necesitaríamos unos 100 nL de liquido, la décima parte de un microlitro. Es decir, que con una sola gota de sangre podríamos llenar hasta 500 de esos microcanales.

Laboratorios en un chip para una medicina de precisión. Una de las tendencias actuales de aplicación de los sistemas microfluídicos es la fabricación de dispositivos que mimetizan funciones biológicas. Esto se conoce como órgano en un chip. Son plataformas idóneas para estudiar, por ejemplo, el efecto de nuevos medicamentos o productos tóxicos sobre células u organoides depositados en un chip. La validación de estas plataformas supondría la posibilidad de sustituir el testado de medicamentos en animales por análisis in-vitro, lo cual impactaría en el abaratamiento del descubrimiento y producción de medicamentos.  Además, gracias a sus pequeñas dimensiones, es posible monitorizar los efectos de medicamentos sobre las propias células de un paciente previamente depositadas en el chip y de esta manera evaluar y optimizar tratamientos personalizados. El desarrollo de plataformas microfluídicas para el análisis celular permitirá, obtener nuevo conocimiento científico, reducir el uso de animales en los laboratorios y desarrollar terapias personalizadas, lo cual conduce al aumento de la eficacia de las terapias y a la reducción de los costes sanitarios.

Chips desechables de bajo coste. En los años 90, cuando empezó la era de la microfluídica, estos dispositivos se fabricaban en vidrio y necesitaban instrumentos electrónicos anexos para controlar el flujo de fluidos en su interior. Hoy en día se usan materiales más baratos como el plástico y el papel, que además son idóneos para la fabricación en masa, permitiendo la producción de gran cantidad de cartuchos fluídicos de bajo coste, autónomos y fáciles de usar. Una consecuencia directa del abaratamiento de costes de producción y la facilidad de uso, es que pueden adquirirse y consumirse en grandes cantidades. La accesibilidad a estos dispositivos analíticos aumentará la frecuencia de análisis e incrementará la cantidad de datos obtenidos. Por otro lado, la combinación de la microelectrónica ligera y la microfluídica permite transmitir los resultados a dispositivos móviles. Todo ello hace de la microfluídica una tecnología facilitadora ligada a áreas como el Big Data, Precision Heath y Digital Health, que permitirá descubrir nuevos biomarcadores e impulsará el desarrollo de terapias más eficientes.

Chips de análisis rápido. Otro de los grandes campos de aplicación de los sistemas microfluídicos es el análisis rápido o análisis en el punto de necesidad. Es decir, realizar un análisis de un fluido lo más rápidamente posible. Hablamos de fluidos biológicos como el sudor, la orina, la sangre, las lágrimas… pero también de fluidos en el medio ambiente como el agua de los ríos o, incluso, las bebidas que consumimos habitualmente. Los chips microfluídicos facilitan la monitorización del paciente en casa, como por ejemplo se hace hoy en día con el tests de COVID, el test de embarazo o los medidores de glucosa. Esto es de especial importancia en el diagnóstico de enfermedades contagiosas en países del tercer mundo. Por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud, hay 14 millones de personas portadoras del virus del SIDA sin diagnosticar. Para que los enfermos reciban la terapia es necesario diagnosticarlos. Los dispositivos microfluídicos portables, desechables y fáciles de usar, permiten que la personas realicen en privado una prueba de diagnóstico del VIH que dura menos de 20 minutos y que requiere solo una gota de sangre o una muestra de saliva. Al facilitar servicios de detección del VIH y el uso de esos servicios, especialmente entre las poblaciones con menor cobertura y mayor riesgo, en las que de otro modo no se realizarían pruebas de detección, se frena el contagio de la enfermedad. Otros dispositivos facilitan el diagnóstico de malaria y tuberculosis en los países más pobres, así como la monitorización de la terapia antirretroviral o del virus del papiloma humano, que está relacionado con el cáncer de cuello uterino en mujeres.

En definitiva. La tecnología microfluídica es un conjunto de herramientas cuyo uso se propaga en muchos campos diferentes. Cada día veremos más y más dispositivos microfluídicos en nuestra vida cotidiana que impactarán en el progreso de la ciencia, la salud y el bienestar.

Fotos: Custer de Microfluídica UPV/EHU.

¿Creatividad?

De entrada, debo confesar mi escepticismo respecto a la consideración que el concepto de creatividad esta tomando en muchos de los entornos y sistemas. Como artista, siempre me ha interesado todo aquello vinculado a esta cuestión. Esta ha sido analizada desde la psicología, neurología, explicada desde la divulgación científica, diseccionada, definida, descifrados sus métodos, ordenadas sus estrategias… Debo confesar que la lectura de todo ese material, no ha mejorado en nada mi nivel de creatividad, alto o bajo del que pueda disponer… No obstante, visto lo visto, me da la sensación de que todo ha sido reelaborado y estudiado a posteriori, muchas clasificaciones, mucha estadística, muchos electrodos en la cabeza… No sabemos nada sobre ese breve instante infinitesimal en el que todo ocurre y zas ¡¡surge la idea!! Una idea creativa. Pero al margen de nuestras capacidades personales, su gestión, activación y formalización, la cuestión de la creatividad se ha convertido en referencia constante y permanente en toda comunicación reciente en nuestra sociedad.

Quizás la mente humana necesita, por naturaleza, tener medianamente ordenada la cabeza, para dar sentido lógico a sus pensamientos, actuaciones y decisiones comprometidas. Apoyado en esta lógica, desde diversos niveles de gobernanza (económica, ideológica), se crean conceptos fetiche, paradigmas, ideas imprescindibles, adjetivos necesarios, que a modo de efecto tractor, dirigen las acciones políticas y recursos en determinada dirección. Estos conceptos “de moda” nunca nacen de manera espontánea, natural, por casualidad, sino que se articulan en función del momento, tratan de dar respuesta a cierto debate social pero, sobre todo, responden a una estrategia económica. Todos recordamos palabras clave que han invadido, desde la empresa hasta las esferas sociales, desde una decisión industrial al comportamiento personal, conceptos cómo internacionalización, emprendimiento, excelencia, innovación…

Estos últimos años el mantra que se repite es el de la creatividad. Clases creativas (Richard Florida, 2002), ciudades creativas, empresas creativas, políticos creativos, educación creativa… todo muy creativo, todos y todas somos creativas… Vivimos una sobresaturación del término. Desde mi humilde opinión, es una palabra desgastada, que ha perdido toda su real significación por sobreuso, por desbordamiento. Vivimos una inflación de lo creativo. Con demasiada ligereza y sin pleno conocimiento de causa, se aplica para todo, desde el diseño de la ciudad, los deportes, los cuidados, hasta la gastronomía diaria en nuestras cocinas: creatividad social, empresarial, educacional, creativity of daily life

Esta sobreabundancia ha generado una potente demanda en cascada que requiere de su oferta correspondiente: start-ups, empresas consultoras, choatching para equipos directivos y una abrumadora promesa expresada en libros de autoayuda, que nos convierten rápidamente en personas creativas. Más allá de las diferentes definiciones de creatividad y referido a los métodos para alcanzarla, para los que no la disfrutemos de manera natural, llama la atención la simpleza de sus estrategias. Basta consultar el término en cualquier buscador, para encontrar lindezas como: “levántate temprano”, “lleva siempre una libreta”, “conserva tu empleo”, “duerme”, “no tengas miedo”, “no seas perfeccionista” o “persiste y vencerás”. Es verdaderamente ridículo.

No sonará demasiado políticamente correcto, pero me atrevo a decir que no todo el mundo puede ser creativo. Es difícil encontrarlo cuando lo buscamos en personas, no os podéis imaginar su escasez cuando nos referimos a instituciones, empresas, grupos humanos o colectivos complejos. En realidad, es una falacia, ni somos creativos, ni tenemos necesariamente que serlo. Parece que para mejorar nuestro nivel de creatividad todo se resuelve con un cursillo o un asesoramiento “experto”, para aplicar cierta metodología; de lo que nadie habla es del trabajo constante, la extensa y larga experiencia necesaria, el terrible esfuerzo del aprendizaje continuo, el estudio en idiomas ajenos… Nos venden la idea de que el éxito en lo laboral, personal o en lo social, depende de nuestra creatividad y en caso de no lo conseguirlo, solo nosotras y nosotros somos los culpables, que todo está en nuestra mano, basta serlo… es absurdo. Es cierto que la creatividad está presente en muchas áreas de nuestra actividad y pensamiento de manera natural y no creo que deba circunscribirse exclusivamente a lo que entendemos como “lo artístico”, en ocasiones, hay más creatividad en el manejo de la economía doméstica, que en muchas de las galerías de arte, por poner un ejemplo.

Para intentar ver las dos caras de la misma moneda y no dejarnos deslumbrar por adjetivos pomposos (¿a quién no le gusta que le califiquen de creativo?), deberíamos alejarnos del concepto como pura estrategia de mercado, componente necesario para una imagen atractiva o señuelo para nuevos modelos de consumo y ser más conscientes de que el panorama “creativo” también esconde su lado oscuro: precariedad en las condiciones de trabajo, autoempleo, gentrificación, pobreza habitacional, bajos sueldos, máxima disponibilidad horaria, imposible conciliación familiar y pérdida sustanciosa de derechos laborales, es decir, habitar los páramos de la incertidumbre.

Como en todo, también en la creatividad hay grados y no se reparte por igual. El caudal creativo que podamos tener, puede ser mejorado y ampliado de manera creciente en determinadas condiciones objetivas y entornos propicios que favorecen o empujan la creatividad. El entorno social, el nivel educacional y económico, el acceso a la tecnología, etc. son condiciones determinantes para un desarrollo fluido de la creatividad. Es fácil comprender que un entorno vital de calidad, horarios flexibles, un trabajo bien remunerado, altas dosis de curiosidad, sentirse reconocido, disfrutar de tiempo, una exquisita preparación, un máximo conocimiento del tema, gran experiencia, estar plenamente integrado en una red global, no sentirse solo o aislado y manejar herramientas sociales e idiomas, son el perfecto caldo de cultivo para la creatividad, pero obviamente, lo son también para cualquier otra cosa; repasando nuestro entorno cercano ¿conocemos a alguien que disfruta de condiciones tan favorables? Aunque lo cierto es que, incluso en las peores condiciones imaginables, también hay personas creativas. Sencillamente lo son. No lo han aprendido, no han tenido a nadie que les “asesore”, no han asistido a cursos de creatividad en la empresa, no leen libros de autoayuda, no tienen coaching personales, solo y sencillamente, son creativos o creativas. Disponen de un caudal natural, no piensan en ella, solo la utilizan, no necesitan saber si consiste en un pensamiento lateral, divergente o disruptivo, da igual, solo la manejan de la misma manera en que respiran, sin pensar en ello.

La creatividad no es democrática, no hay para todos ni todas, no tenemos las mismas oportunidades, no está al alcance de la mano, hay que trabajarla como cualquier músculo o actividad, si no se usa se atrofia. De la misma manera en que aceptamos con naturalidad nuestra incapacidad para correr 100 metros a la velocidad de Usain Bolt, aunque dispongamos de las mejores condiciones objetivas y le dediquemos los esfuerzos de 20 años de nuestra vida, con esa misma naturalidad, hay que aceptar que quizás no seamos personas tan creativas como pensamos. No pasa nada, tampoco nos hemos internacionalizado tanto, si somos emprendedores natos, innovamos lo justo y solo en contadas ocasiones alcanzamos la excelencia. La vida es mucho más fluida, imprevista y ofrece soluciones imaginativas (no necesariamente creativas). No necesitamos una sociedad creativa, necesitamos una sociedad más justa, respetuosa, solidaria, empática, generosa y sostenible. No perdamos el sentido crítico, es cierto que la creatividad ”viste” mucho, pero en estas sociedades del primer mundo altamente tecnificadas, viviendo a una velocidad de vértigo, inmersos en una emergencia climática, exprimiendo al máximo los recursos tanto naturales como humanos, construyendo vidas virtuales, una sociedad colgada de las pantallas, no necesitamos un mantra permanente y machacón que nos adormezca o nos haga trabajar aún más. Bastante tenemos con el día a día, para que encima nos añadan nuevas tareas: tener que ser personas creativas.

Intentando ir al grano y dejarme de rodeos, os digo que desde hace mucho tiempo una cita preside el caballete sobre el que trabajo y escribo como preámbulo en cada uno de mis cuadernos, aquellos en los que escribo y dibujo: “Mi mente es poder, mis ojos ven sueños, mi cuerpo es fuerte”. Su autoría pertenece a Pina Bausch (1940-2009), revolucionaria bailarina y coreógrafa alemana, figura clave de la nueva danza contemporánea. Frase motivadora, sintética y fuertemente poética. En pocas palabras resume las tres áreas cruciales en el motor de lo creativo: El poder de la mente, la imaginación y la acción. No se puede entender ningún proceso creativo sin estos tres pilares, tres patas de una silla que como decía Jorge Oteiza (1908-2003), nunca podrá tambalearse. Pensar-imaginar-hacer. 1.- Manejar herramientas de análisis para pensar el mundo, nuestra relación con él y la respuesta que damos desde nuestra actividad. 2.- Capacidad para soñar e imaginar que cualquier cosa es posible y 3.- Nunca olvidarnos de traducirlo todo a un soporte, formalizarlo, hacerlo físico.

Pero seamos positivos e intentemos buscar algún sentido a la creatividad.
Cuando el pensamiento creativo se incorpora a cualquier proceso desde el principio, deja de ser exclusivamente una herramienta o una característica, y pasa a convertirse en una actitud. Como decía Aristóteles: “somos lo que hacemos cada día, la excelencia no es un acto, es un hábito”. ¿Cómo hacemos esto? ¿Cómo aplicamos la creatividad en nuestra vida y trabajo? Una respuesta sencilla consiste en aplicar el desplazamiento, el intercambio, el juego. Podemos trabajar sobre una idea base, a la que tenemos cuatro grandes acciones que aplicar: Cambiar, sumar, restar y mezclar, sobre los siguientes elementos: tiempo, lugar, material, usos, métodos y medidas. Lo quieto volverlo móvil, lo visible en invisible, lo grande en pequeño, lo mínimo en inmenso, juntar lo contradictorio, sustituir los materiales, mezclar actividades, manejar la interdisciplinaridad, gestionar las negaciones, entender que los “enemigos” nos ayudan, los errores nos enseñan. Quitar razón, añadir emoción.

Para ello, las implicaciones personales y los recorridos vitales se infiltran e impregnan en todo proceso creativo. El mundo es vasto, la mirada amplia, la mente abierta y la realidad compleja. Crear significa iniciar un proceso de búsqueda, de implicaciones con lo que nos rodea, prestar atención, apropiarnos de todo aquello que nos incita, curiosear, contaminarse de realidad. Una actitud asertiva de búsqueda que no cesa, constante, que cambia de foco y gana en intensidad. Intensidad para procesar todo ello, toda esa experiencia y conocimiento y profundizar en una fase de análisis, un proceso dialéctico, para que esa referencia a la realidad, se decante a través de los filtros de la intuición, la subjetividad, cierto sentido común y fuertes dosis de imaginación, transformando esas iniciales materiales en bruto, en nuevos significados, para crear un mundo simbólico y proyectarlo a otro nivel. Esta fase de análisis se suele realizar a nivel de boceto mental, en apuntes y notas, una síntesis acelerada, resumida, pero que continúa decididamente en pleno periodo de realización en el intento por formalizar, aplicando una identidad particular que definen nuestras obsesiones, nuestras pasiones o nuestras críticas. Otras tres palabras clave en todo proceso creativo: búsqueda-análisis-identidad.

Por lo general, el trabajo en lo “artístico” se traduce en una manera “especial” de ver las cosas, de pensar; un acercamiento a los temas diferenciado del resto, de los “no artistas”. No siempre es así, en mucho de los ámbitos “normales”, manejamos, aún no siendo conscientes de ello, el “pensamiento creativo”. También aplicable a muchas disciplinas, no es exclusivo de los artistas (acordaros del ejemplo de la economía doméstica). Lo que se ha venido en llamar al pensamiento creativo, se suele definir como un pensamiento no lineal, algunos lo denominan lateral, sistémico, divergente; da igual, se caracteriza por la globalidad, ver las cosas al mismo tiempo por partes y en conjunto, tener una visión multidisciplinar, diferentes puntos de vista, incluso antagónicos, verlo en todas sus posibilidades. Un pensamiento creativo con capacidad de proyección, manejar la fluidez, especialmente la flexibilidad y la curiosidad, capacidad intuitiva, facilidad de asociación y por supuesto, el uso de la imaginación, todo regado con infinitas horas de dedicación y perseverancia. Es más fácil decirlo que aplicarlo ¿Cómo podemos utilizar y aplicar ese sistema de pensamiento? Deberíamos ayudarnos de diferentes figuras de análisis como mapas, nuevos esquemas, tablas, listas, y sobre todo, introducir una nueva metodología: preguntarnos constantemente, reformular nuevamente el problema, salir del determinismo lineal y lógico, darle la vuelta, pensar hacia atrás, encontrar preguntas incisivas e inquietantes que nos descoloquen, tratar de ver lo que no vemos y está ahí, en resumen, preguntar, cambiar de mirada.

Desde mi punto de vista, no creo en la generación espontánea ni en el camino conocido, sino en el crecimiento sobre un campo bien abonado; por ello, es necesaria la creación de un escenario propicio, aquel que no se nos ofrece y tenemos que “construirlo”, un lugar donde puedan ocurrir las cosas, quizá inesperadas pero sorprendentes, también debemos mantener una actitud proactiva, provocar, complicar, disfrutar y sobre todo preguntar. Una actividad creativa no implica necesariamente un pensamiento creativo, éste, se sustenta no en el tipo de respuesta que damos, sino en el modo en que se hacen las preguntas. No buscamos respuestas precisas, sino avanzar en las preguntas, ir siempre más allá, exprimir las intuiciones, construir realidades nuevas, arañar la realidad, como decía Paul Klee: “hacer visible lo invisible”. El pensamiento creativo se apoya en el pensamiento visual, pensamientos cruzados, luchar contra el determinismo, cambiar el signo de los tiempos, huir de las grandes corrientes, el mainstream y las ideas preconcebidas, no tener prejuicios, open mind.

Uno de los recursos más utilizados en cualquiera de los procesos creativos, un aspecto del desplazamiento que ya hemos comentado, consiste en la ruptura de la linealidad. Linealidad entendida como lo previsible, el efecto lógico y esperado de una causa. Lo fortuito, esos quiebros respecto a lo lógico y convencional, se producen a diferentes niveles. A menudo, para romper la linealidad, se recurre al mecanismo de la descontextualización, o dicho de otra manera “estar fuera de lugar”. Estar fuera o dentro del contexto, significa un punto de conciliación entre dos o más elementos. Los límites o fronteras de esas relaciones y sus cualidades sufren de los vaivenes de las experiencias anteriores acumuladas o desechadas. El contexto viene definido por una mayoría, una cuantificación numérica de extensión o intensidad. La relación de sintonía o acronía entre el elemento incorporado y ese contexto definido por la mayoría, lo situará como descontextualizado o no. También puede producirse por una distancia en la naturaleza de los dos elementos que se ponen en relación, pero esto, no es más que el aspecto más visible de esa diferenciación numérica.

El concepto de originalidad es un mito, un sueño, un objetivo demasiado lejano, no muy distante de otro de los mitos, el del genio. La creatividad, la real, es algo más natural, más accesible, menos “brillante”. No hay fórmulas fijas para la creatividad. No hay mecánicas preestablecidas, no hay sistemas, no hay soluciones. Los manuales, las recomendaciones, los consejos, los métodos, los pasos y secuencias, los libros de instrucciones, las explicaciones, las razones, nada de todo ello nos enseña a ser creativos; sabemos de la existencia de ciertas habilidades que consiguen determinados resultados, pero poco más, incluso así, ninguna de esas conquistas nos sirve cuando las necesitamos. Hay que inventarse nuevos recursos, soluciones novedosas porque aquello que funcionó entonces, no funciona ahora. Es siempre un volver a empezar. Es cierto que no comenzamos de cero, sin embargo, tampoco nada de lo sabido resulta práctico; pocas cosas ganamos con el tiempo, pero la práctica continuada quizá nos aporte cierta tranquilidad, cierto relativismo y algo de confianza, menos miedo, más fluidez, algo de naturalidad. Pero no hay manera, cada proceso creativo es una nueva aventura, sin fórmulas, sin instrucciones, sin soluciones. La creatividad no tiene solución.

Existe cierta tendencia a pensar en la creatividad como un proceso positivo, constructivo, de crecimiento lineal y progresivo, hasta llegar al resultado definitivo; un recorrido que arranca en un punto, cuando la idea surge en la cabeza y se desarrolla hasta una formalización definitiva, como obra concluida. Pero nunca es así, en la mayoría de los casos, no se sabe con certeza qué se busca, la idea no está tan definida en la mente como se creía y se desconoce el camino más adecuado para llegar a ella. La mente bulle, las ideas se entrecruzan, las imágenes se desenfocan en el cerebro, la intuición zigzaguea, todo ello muy lejos de un desarrollo pensado y continuo hacia su destino final. Este proceso puede ser muy caótico, desordenado, tempestuoso, volcánico, compulsivo, fragmentario, débil, indefinido, dubitativo, de erróneas decisiones. Este caos genial, esta práctica, este “no método”, no tiene porqué ser más creativo que su contrario, más organizado, lineal, progresivo y escalonado. Cada metodología deviene en particular y cada proceso y sus protagonistas tienen que encontrar su propia respiración, “su tempo”, su sistema, su recorrido y su velocidad, saber gestionar positivamente sus negaciones.

En la mayoría de las ocasiones nos falta imaginación y nos justificamos con intrincadas explicaciones, textos, análisis, dialéctica, narrativa, razones, programa… pero la creatividad es mucho más que todo esto y menos mal. Hay cuestiones que se nos escapan, motivos desconocidos, pulsiones sin sentido, intuiciones absurdas, temas inapropiados, soluciones imposibles y la locura de imaginar lo que podamos. La creatividad nos permite sumergirnos en una tormenta perfecta de ideas imperfectas, nos brinda la oportunidad de equivocarnos, volvernos locos, no pensar demasiado, nunca juzgar, movernos en el disparate, crecer desde el error. La creatividad como escenario para la sorpresa, los cruces de significado, las roturas, lo inesperado, atrevernos a lo desconocido, encontrar lo que no buscamos. Caos, indefinición, dureza, exceso, exageración, silencio absoluto o ruido. Olvidarnos de todo, de todos, hasta de nosotros mismos. Olvidarnos de lo que sabemos, lo que queremos, lo que nos gusta, de nuestras habilidades, olvidarnos de nuestras certezas, dudar de todo, sentiros libres para cualquier cosa, para equivocarnos, para liarnos, para atrevernos, para llegar donde nunca habíamos imaginado.

Para todo esto es fundamental el empuje de la curiosidad. Tener ganas por saber, ganas de experimentar, de aprender, no conformarnos con lo que conocemos, con lo sabido, con lo fácil. La curiosidad es el motor de esa búsqueda. Si perdemos la curiosidad no nos queda nada, es el apoyo necesario para ir más allá, encontrar o alcanzar la intensidad y en ocasiones, rozar la creatividad. El soporte de la curiosidad es la insatisfacción, lo que nos lleva a buscar lo nuevo, nos anima a mejorar, a aprender más, a ver nuevas posibilidades, un viaje con espíritu aventurero a la búsqueda de la sorpresa, de lo que no esperábamos. Para ello necesitamos vivir con los cinco sentidos, estar alerta y receptivos, no dejar pasar las cosas, ser inconformistas. Sobre la curiosidad siempre planea la sombra de la duda. Nos pasamos la vida anhelando certezas, algo sólido a lo que agarrarnos, pero como decía Karl Marx: “todo lo sólido se desvanece en el aire”. Queremos cambiar para mejorar y cuando nos acercamos a un posible final, cambiamos de ruta. La curiosidad también es el motor del viaje creativo y vital. Ya lo dijo Claudio Magris: “se viaja para viajar no para llegar”. De alguna forma, la búsqueda de la creatividad nos permite mantener esa eterna curiosidad.

Pero sin pasión no somos nada. Hay muchas maneras de crear lo inexistente y si nos ponemos a ello, es mejor hacerlo con pasión, de lo contrario ¿acaso merece la pena? La creación hay que vivirla con intensidad, con pasión; esta se relaciona con la cantidad de energía puesta en el empeño. La pasión es esa energía. Esa pasión volcada en lo creativo, nos abre la puerta de la confianza. Si somos capaces de poner el 100% de nuestra energía en el empeño, nunca podremos dudar sobre su necesidad (al menos para nosotros). Tenemos que creer apasionadamente en nuestra creatividad, de lo contrario, si no confiamos en ella, ¿cómo van a poder captarla y sentirla los demás? Trabaja con pasión, a ciegas incluso, pero hazlo apasionadamente. Vive tu creatividad como parte de ti, como si te fuera la vida en ello, solo así podrás disfrutar y aguantar las largas horas de tedioso trabajo para llevarlo a cabo. Si consigues traducir esa pasión en una actitud vital, todo comienza a tener otra dimensión, todo ofrece muchísimas nuevas posibilidades, una vida más intensa, más apasionada.

Aunque toda la creatividad posible nunca será suficiente, necesitamos más fantasía, más imaginación. Seguimos demasiado sujetos a los límites de lo cotidiano, lo utilitario, lo conectado, lo consensuado, apoyándonos en interpretaciones demasiado lineales y simplistas, moviéndonos en una banda demasiado estrecha. Sí, decididamente necesitamos más fantasía. Decíamos que el pensamiento creativo ni es exclusivo del arte, ni está presente en muchos de sus realizadores o autoras. El pensamiento creativo se cultiva, se entrena, en definitiva, también se aprende y conlleva una metodología. Su práctica puede llevarnos a una plena consciencia del uso de las ideas y el manejo imaginativo de los procesos. El pensamiento creativo no conlleva un conocimiento concreto, pero ayuda a conformarlo para que crezca y se desarrolle en plenitud. Saber todo y olvidarse de lo que se puede.

Pero dejando las especulaciones y volviendo al día a día, lo cierto es que el futuro se acorta, los tiempos corren que se matan. Con esta velocidad nada parece estar lejos, cualquier pasado parece cercano, 20 años no son nada y saltamos años, décadas o siglos, como si fueran páginas de un libro sin escribir. En esta espiral de la que parece no podemos escapar, algo acaba muriendo, quizás algo de nosotros mismos. Incluso en plena emergencia climática, que nos obliga a plantearnos seriamente nuestra actitud frente al mundo, preferimos mirar por el retrovisor, el pasado nos reconforta y buscamos en él soluciones que no somos capaces de imaginar en el presente. Nos gusta recurrir a la creatividad como solución, pero vivimos a una velocidad que nos encoge el futuro y nos reduce la perspectiva, como si todo acabara hoy. Vivimos extasiados por brillantes imágenes y tecnología que caduca al día siguiente, sin tiempo para entenderla, sin asumir sus consecuencias. Sin presente, sin actualidad ¿Dónde están aquellos que miran más lejos, más allá del horizonte, más allá del tiempo? ¿Dónde están las utopías, las aventuras, la creatividad? ¿Dónde están las paletas que esconden todos los cuadros por venir?

Texto elaborado en el solsticio de invierno del 2021.

Imagen: Jesus Mari Lazkano. World Memorial. Acrílico sobre lienzo. 182 x 425 cm.

Neurociencia y Creatividad. Algunas Preguntas.

El estudio de la creatividad desde la Neurociencia plantea muchas preguntas. De hecho, si partimos de la más básica, ¿Qué es la creatividad?, son muy diversas las definiciones que podemos encontrar. En los artículos científicos, dos son las palabras que más se utilizan para definir el pensamiento o las ideas creativas: “novel” and “useful”. Es decir que la creatividad no solo implica la habilidad de generar algo novedoso (original, inesperado), sino también apropiado (esto es, útil, adaptado a las tareas) (Sternberg & Lubart, 1999). Es una habilidad clave para la resolución de problemas en el día a día (Plucker et al., 2015) y abarca desde la Little-c creativity; por ejemplo, una nueva receta que queramos cocinar para cenar; hasta la Big-C creativity, las grandes obras y descubrimientos que han transformado el mundo y pasarán a la posteridad. El proceso creativo tradicionalmente se ha asociado con el pensamiento divergente, aquel tipo de pensamiento en el que ante un problema específico se formulan varias respuestas alternativas, pero también es necesario el pensamiento convergente, para dar una posible solución determinada. Es decir, tiene que existir generación de ideas, pero también evaluación de las mismas.

¿Qué factores pueden influir en la creatividad? Desde el sueño y la cantidad de horas dormidas hasta el consumo de alcohol, pero sobre todo el conocimiento o expertise sobre un tema, la motivación y las emociones (las positivas y las activadoras parece que facilitan la creatividad), la inteligencia (capacidad de definir los problemas, el uso estratégico que se haga del pensamiento divergente), la personalidad (capacidad de afrontar riesgos, tolerancia a la ambigüedad y la autoestima), y el entorno (que puede ser propicio, reforzante y de apoyo a ideas creativas o puede coartar o restringir esa creatividad -por ejemplo, cada vez que le decimos a un niño o niña pequeña: “esto no se hace así”); porque a veces la excepcionalidad (esa originalidad extrema), puede ser vista como desviación, como algo negativo. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Existe relación entre la creatividad y la psicopatología? La idea de que la creatividad y la psicopatología se relacionan entre sí se remonta muy atrás en el tiempo. Esta idea ha sido reforzada principalmente por estudios de casos de grandes genios que padecían esquizofrenia; por ejemplo, el pintor Vincent van Gogh o el matemático John Forbes Nash en quién se inspiró la película “Una mente maravillosa”. Sin embargo, los estudios empíricos han encontrado resultados contradictorios. De hecho, un meta-análisis que incluye 42 estudios reporta un peor desempeño creativo en personas con esquizofrenia en comparación con controles sanos (Acar et al., 2018). Pero… ¿y la creatividad en los familiares de las personas con trastorno mental? En un estudio llevado a cabo en Suecia (Kyaga et al., 2011) accedieron a los registros de 300.000 personas con i) diagnóstico de trastorno bipolar, esquizofrenia y depresión; ii) sus ocupaciones; y iii) las de sus familiares. Dividieron la muestra en profesiones creativas versus no creativas. Los resultados mostraron que las personas con esquizofrenia no, pero las personas con diagnóstico de trastorno bipolar y sus familiares (hermanos/as), así como los familiares de las personas con esquizofrenia, tienen mucha mayor representación en profesiones creativas. El modelo de vulnerabilidad compartida descrito por Carson (Carson, 2011) defiende que creatividad y psicopatología comparten ciertas características – por ejemplo, la desinhibición cognitiva, la búsqueda de la novedad y la hiperconectividad entre hemisferios que pueden aumentar las asociaciones entre conceptos distantes. En función de la presencia de factores protectores o de riesgo puede hacer que la balanza se incline a un lado (personas altamente creativas) o hacia el otro (aparición de psicopatología).

Y esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las bases cerebrales de la creatividad? El hemisferio derecho es fundamental en el pensamiento creativo, pero el hemisferio izquierdo también participa y lo que es clave es la interacción intra e interhemisférica. A pesar de la dificultad que puede entrañar investigar la activación cerebral asociada a la creatividad mediante resonancia magnética funcional (fMRI, de sus siglas en inglés), se han hecho estudios tan interesantes como: qué ocurre en el cerebro cuando músicos de jazz improvisan en el piano, poetas componen poesía, estudiantes de Bellas Artes diseñan nuevas portadas para un libro o buscamos usos nuevos y alternativos a un objeto cotidiano (por ejemplo, a una caja de cartón). Un meta-análisis de 45 estudios con fMRI mostró que la creatividad verbal estaba asociada a una mayor actividad del hemisferio izquierdo, la creatividad visuoespacial al hemisferio derecho y que la creatividad musical implicaba una mayor activación bilateral (Boccia et al., 2015). Sin embargo, más que pensar en activaciones de regiones concretas del cerebro, si son unilaterales o bilaterales, tiene más sentido pensar en interacciones dinámicas entre diferentes redes cerebrales a gran escala, tales como la default mode network y la ejecutiva (que normalmente son antagonistas), que se activan de manera síncrona y que tienden a cooperar durante la ejecución de la tarea creativa (Beaty et al., 2016). De hecho, se ha llegado a describir lo que sería el “Conectoma de la Creatividad”, un patrón de conectividad funcional cerebral asociado a una mayor habilidad creativa (Beaty et al., 2018).

Y por último llegamos a la pregunta del millón, ¿se puede aumentar la creatividad? Ojalá existiese una respuesta clara y única, pero eso sería muy poco creativo… Existen técnicas de creatividad que se basan en aplicación de las estrategias mentales de resolución de problemas a una de las etapas del proceso creativo, que acostumbran a ser la delimitación del enunciado planteado y la generación de ideas para detectar posibles soluciones. Son muchas las técnicas que existen y el número de métodos inventados combinándolas es casi tan grande como empresas consultoras en creatividad existen (Guilera, 2011); desde el Brain Storming y su variante 635 hasta el diagrama de Flor de loto y Seis sombreros para pensar. Por supuesto, sin olvidar la Biónica, que es la aplicación de soluciones creativas inspiradas en la Biología -desde el radar, inspirado en los murciélagos; hasta el velcro inspirado en la planta Xanthium Spinosum o también vulgarmente conocida como arrancamoños. Pero la Neurociencia moderna va más allá y abre caminos hasta ahora inexplorados: Y la estimulación eléctrica transcraneal, ¿puede aumentar la creatividad? La estimulación eléctrica transcraneal es una técnica de neuromodulación/ estimulación cerebral no invasiva que lleva un tiempo aplicándose en el estudio y tratamiento de enfermedades neurológicas y psiquiátricas consistente en colocar dos electrodos en el cuero cabelludo -uno como ánodo y otro como cátodo- y aplicar una corriente eléctrica de baja intensidad durante alrededor de 20 minutos. Puede ser una corriente directa, alterna o de frecuencias aleatorias (random noise). Pues bien, se ha descrito que la estimulación catódica sobre la corteza frontotemporal inferior izquierda está asociada con mejoras en las tareas que se basan principalmente en la generación de ideas, mientras que la estimulación anódica sobre la corteza prefrontal dorsolateral izquierda (DLPFC) y la corteza frontopolar aumenta el rendimiento en tareas que imponen altas exigencias a la selección de ideas creativas (Weinberger et al., 2017). Esto abre todo un campo de aplicación a diferentes ámbitos desde la música y la alta cocina hasta el deporte.

Las personas tenemos un potencial para dar una respuesta creativa resiliente que nos ayuda a hacer frente a las adversidades. Lo mismo que tenemos memoria, atención o función visuoespacial, tenemos una capacidad cognitiva creativa (Ward, 2007) que podremos desarrollar en menor o mayor medida en función de lo que la trabajemos -de igual manera que podemos entrenar el resto de funciones cognitivas- pero para ello se tienen que crear espacios y condiciones que la favorezcan.  

Bibliografía

Acar, S., Chen, X., Research, N. C.-S., & 2018, U. (2018). Schizophrenia and creativity: A meta-analytic review. Schizophrenia Research, 195, 23–31.

Beaty, R. E., Benedek, M., Silvia, P. J., & Schacter, D. L. (2016). Creative Cognition and Brain Network Dynamics. Trends in Cognitive Sciences, 20(2), 87–95.

Beaty, R. E., Kenett, Y. N., Christensen, A. P., Rosenberg, M. D., Benedek, M., Chen, Q., Fink, A., Qiu, J., Kwapil, T. R., Kane, M. J., & Silvia, P. J. (2018). Robust prediction of individual creative ability from brain functional connectivity. Proceedings of the National Academy of Sciences, 115, 1087–1092.

Boccia, M., Piccardi, L., Palermo, L., Nori, R., & Palmiero, M. (2015). Where do bright ideas occur in ourbrain? Meta-analytic evidence from neuroimaging studies of domain-specific creativity. Frontiers in Psychology, 6, 1195.

Carson, S. H. (2011). Creativity and psychopathology: a shared vulnerability model. Canadian Journal of Psychiatry.Revue Canadienne de Psychiatrie, 56(3), 144–153.

Guilera, L. (2011). Anatomía de la creatividad. FUNDIT – Escola Superior de Disseny ESDi.

Kyaga, S., Lichtenstein, P., Boman, M., Hultman, C., Långström, N., & Landén, M. (2011). Creativity and mental disorder: Family study of 300 000 people with severe mental disorder. British Journal of Psychiatry, 199(5), 373–379.

Plucker, J. A., Esping, A., Kaufman, J. C., & Avitia, M. J. (2015). Creativity and intelligence. In Handbook of Intelligence: Evolutionary Theory, Historical Perspective, and Current Concepts.

Sternberg, Robert J, & Lubart, T. I. (1999). The Concept of Creativity: Prospects and Paradigms. In R. J Sternberg (Ed.), Handbook of Creativity (pp. 3–15). Cambridge University Press.

Ward, TB. (2007). Creative cognition as a window on creativity. Methods, 42, 28–37.

Weinberger, A. B., Green, A. E., & Chrysikou, E. G. (2017). Using transcranial direct current stimulation to enhance creative cognition: Interactions between task, polarity, and stimulation site. Frontiers in Human Neuroscience, 11.

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Creatividades en los sistemas de I+D+i, Foro de Jakiunde, Argomaniz, 11/11/2021

Consideraciones generales

La creatividad es una capacidad humana que ha sido atribuida tradicionalmente a las artes y culturas humanísticas, incluidas las artesanías. La revolución tecnocientífica de finales del siglo XX la ha insertado en el núcleo duro de los valores que rigen los sistemas y actividades de I+D+i. Las creatividades artística, literaria y musical se siguen desarrollando en escenarios tradicionales (museos, novelas y salas de conciertos, por ejemplo) y son fomentadas por instituciones y fundaciones adscritas al sector cultural.  Pero otras formas de creatividad (empresarial, científica, tecnológica, etc.) son cada vez más valoradas, hasta el punto de que a finales del siglo XX surgieron las industrias culturales y creativas (ICC), las cuales forman parte importante de los sistemas de I+D+i, los cuales están centrados en la generación de innovaciones y valor económico. Las ICC aparecieron primero en Gran Bretaña, Nueva Zelanda y Australia, y luego se fueron expandiendo en toda la Unión Europea. Dieron lugar a grandes debates, que también se produjeron en Euskadi, por ejemplo, cuando se construyó el Guggenheim Bilbao. Hoy en día ese debate ha menguado, aunque sigue habiendo un considerable rechazo a esa forma creatividad artística, cultural y musical, por estar altamente mercantilizada. Incluso la ONU promueve la economía creativa, y la considera como una posible alternativa para los países con sistemas de I+D+i menos desarrollados. En todo caso, las nociones de creatividad científica, tecnológica y empresarial son ampliamente aceptadas, estando subordinadas por lo general a tres grandes valores político-económicos que son preponderantes: el conocimiento, la innovación y la competitividad. Dicho sucintamente: hay que promover formas de creatividad que, estén basadas en conocimiento y puedan generar innovaciones, porque ello aumentará la competitividad de las empresas e instituciones correspondientes.

Consideraciones breves sobre la educación y la formación

Este bosquejo panorámico sobre el valor “creatividad” en el mundo actual admite matices y modulaciones según los países, regiones, sectores, situaciones y coyunturas. En el caso de los sistemas educativos, impulsar la creatividad tiene consecuencias directas en los procesos de formación y aprendizaje. No sólo habrá que transmitir y adquirir conocimientos, sino que, simultáneamente, habría que fomentar la capacidad creativa de los diversos agentes educativos. Hoy en día, hasta las instituciones pueden ser creativas.

En suma: el aprendizaje creativo aporta nuevas exigencias institucionales a la hora de incorporar el valor “creatividad” a los sistemas educativos. Para ello se requiere evaluar la creatividad, no sólo la transmisión y adquisición de conocimiento. Es un desafío en toda regla, para cuyo abordaje se requieren sistemas de indicadores para medir la creatividad y la innovación en los procesos de formación y aprendizaje.

Cabe hablar asimismo de creatividad social y de innovación social, debido a que, en tanto valor, la creatividad también puede convertirse en un valor social, no sólo económico. A mi modo de ver, son valores a fomentar en el conjunto de Euskal Herria. En el caso de una institución como Jakiunde, se debería promover específicamente la creatividad científica, artística y literaria, incluyendo entre las artes a las artes empresariales. Vincularse a los empresarios creativos e innovadores, así como a las personas, grupos sociales e instituciones que promuevan la creatividad y la innovación, es un objetivo estratégico para Jakiunde.

Pienso que los actuales sistemas de I+D+i deberían incluir subsistemas de creatividad, desarrollo e innovación (C+D+i). En dichos subsistemas habría que incentivar las diversas formas de creatividad antes mencionadas. En Europa se han desarrollado métodos para analizar y promover la innovación ampliada (extended innovation). Disponer de indicadores sobre economía creativa en las regiones y organizaciones es una necesidad perentoria.

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Pertsonen Internetarantz

Pertsonen Internet, Internet of People (IoP) deritzona, paradigma berri bat da, gizabanako sozialen mapatzea eta eguneroko gailuekin eta Interneteko objektu adimendunekin dituzten elkarreraginak adierazten dituena. Datuak biltzea, modelatzea, analisia eta nonahiko adimena ditu ardatz. Gure hipotesia da Ingurune Jasangarri Adimendunak posible izateko, beharrezkoa dela gailuen eta pertsona handiagotuen arteko lankidetza hobea eta adimentsuagoa izatea. Horretarako, makinaren adimena eta giza adimena elkartu behar dira; izan ere, sortzen ari diren teknologia giltzarriak, hau da, Gauzen Internet (IoT) eta Adimen Artifiziala (IA), ikuspuntu humanozentrikotik aplikatzen dira, hau da, IoP paradigmari jarraituz.

Guretzat, lankidetza hobea eta adimentsuagoa honako hauen sinonimoak dira: a) informazio eta zerbitzu pertsonalizatuak eta noranzko biko elkarrekintza pertsonalizatua, b) testuingurura egokitzea eta c) sortzen ari diren teknologiak positiboki hartzea, azken erabiltzailea erabakiaren ebaluazioan sartuz (i.e. Gizakia begiztan – Human-in-the-loop deritzona). Beraz, paradigma horrek adimen hibridoaren ikuspegia aplikatu nahi du, herritarrak iraunkortasunaren, klima-aldaketaren eta, beraz, CO2-ren emisioak murrizten laguntzeko, herritarren zientzian oinarritutako portaera-aldaketen esku-hartzeen bidez. Prozesu horretan, osagai nagusiak datuak biltzea, edukiak osatzea, konputazio-ereduak eratzea eta hipotesiak baliozkotzea dira.

IoP diziplina honen leloa da jendea ez dela hartu behar optimizazio-helburuetarako, hots, automatizazioa, baina haien portaera funtsezko palanka bihurtu behar da teknologiak diseinatzeko, eta eremu digitalean parte hartzen duten benetako “herritar adimendun” bihurtu, tester, datu-hornitzaile edo kontsumitzaile izan ordez. Paradigma horrek lagundu egin beharko lieke pertsonei eguneroko ekintza jasangarriak edo osasunarekin lotutakoak lortzen, pertsuasioan oinarritutako seinaleen eta elkarreraginen bidez.

Gizakien eta haien gailu mugikor pertsonalen eta inguruko beste objektu konputazional batzuen arteko elkarrekintzek giza erabiltzailea inoiz baino zentralago bihurtzen den Internet bultzatzen dute (Web 2.0n, informazio-kontsumitzaileetatik prosumidoreetara eboluzionatu zuten, eta, orain, parte hartzen duten herritar adimentsuak imajinatzen ditugu, Internet lehen baino sendoagoa, fidagarria eta oroigarriagoa izan dadin). Beraz, IoP paradigma, Conti et al.-ek sortua[1], pertsonen gailu pertsonalak eta inguruko ingurumen-objektuak erraz bihurtzen dira zibernetika-munduko ahalorde, mundu fisikoa sentitzeko eta aldatzeko funtsezko tresna gisa jokatzeaz gain. Zibermunduko elkarrekintzak mundu fisikoko ekintzak dira (adibidez, erabiltzaileek Interneteko aplikazioen bidez jasotako informazioan oinarritutako portaera aldatzen dutelako, edo azpiegitura fisikoak eragingailuen bidez konfiguratzen direlako).

Adimen Hibridoaren ikuspegi hori bat dator Interneteko aurrerabidearekin; batzuek Web 3.0 deitzen diote, eta erabiltzaileen gailu pertsonalak sareko nodo nagusiak eurak direnean sortzen diren erronka berriei aurre egitea du helburu, hau da, erabiltzailearen pribatutasuna babestea eta datuen eta identitatearen subiranotasuna hobetzea, esate baterako, Solidoa, Web3 edo IPFS teknologien bitartez. Funtsean, ikuspegi berri horrekin, giza zentrikotasuna are nabarmenagoa da sare-pilaren geruza guztietan.

Ideia hori bat dator haririk gabeko komunikazioak eta sentsore-sareak eguneroko bizitzako jarduerekin konbinatzen dituen pertsonetan oinarritutako detekzio-paradigmarekin, mundu fisikoa sentitzeko, konektatutako erabiltzaileen milaka milioi gailu/telefono mugikorrak ustiatuz, sentsore-sare gehigarririk ezarri gabe. Izan ere, kasu gehienetan, Herritar Zientziaren fundazioa da, parte hartzeko pertzepzioa eta gizakiek duten konputazio oportunista konbinatzen dituena.

Hala ere, herritarren zientziak oro har mugatu egiten ditu zientzialariek diseinatutako proiektuak, non herritarrek datu-bilketan soilik parte hartzen baitute. Gure iritzia da herritarren zientzia, herritarrek prozesu zientifikoaren etapa guztietan parte hartzen duten proiektuak (elkarrekin sortutako proiektuak) garrantzitsuagoak eta atsegingarriagoak direla haientzat datu-biltzailetzat hartzen direnak baino.

Giza informatika oportunistari dagokionez, Fog/Edge konputazioak lehen aipatutako erronkak berak sustatzen ditu, eta sarearen ertzera adimena bultzatzen ari da, sarbide-sarearen eta Interneten arteko mugan pasabideak ustiatuz, erabiltzaileei zerbitzu aktiboagoak, pertsonalizatuagoak eta babes pribatukoak eskaintzeko.

Garciarentzat[2] eta besteentzat horrek esan nahi du, halaber, gizakiak kontrol-begiztan sartu behar direla, erabaki-prozesuaren parte bihurtuz eta sortzen duten informazioaren kudeaketa gehiago kontrolatuz. Ertz-konputazioak arreta merezi du gizakia ardatz duen ahalegin horretan; izan ere, prozesatze-potentzia datu-iturritik hurbilago mugitzen du, alegia, pribatazioa-by-design deritzona bultzatzea. Horrek tokian tokiko kontrola ematen die erabiltzaileei, eta hori bitarteko egokia da sortzen ari diren teknologien aldeko joera murrizteko.

  1. irudiak IoP-aren paradigma berriaren ulermena osatzen duten arlo zientifiko giltzarriak laburbiltzen ditu, paradigma honen garapenean gauzatzeko eta balioztatzeko, Herritarren Zientziaren agertoki baten bidez.

  1. irudia. Jendearen Interneten (IoP) erlazionatutako eremu zientifikoak.

 

[1] https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1574119217303723?via%3Dihub

[2] Garcia Lopez, P., Montresor, A., Epema, D., Datta, A., Higashino, T., Iamnitchi, A., … & Riviere, E. (2015). Edge-centric computing: Vision and challenges.

Argazkia: Brett Jordan, Unsplash  

POSICIONAMIENTO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE NEUROLOGÍA SOBRE LA “LEY ORGÁNICA DE REGULACIÓN DE LA EUTANASIA (LORE)”

El comité ad-hoc de humanización del final de la vida de la Sociedad Española de Neurología (SEN) ha elaborado el documento Posicionamiento de la Sociedad Española de Neurología sobre la “Ley orgánica de la regulación de la Eutanasia” y considero que es importante su difusión por varios motivos.

Como se menciona en la introducción del documento, se trata de un tema complejo desde el punto de vista ético y profesional. Se subraya la participación que el neurólogo debe de tener en la aplicación de la ley en los casos de enfermedades neurológicas. Pero sobre todo me parece importante el documento por la reflexión importante sobre dos aspectos claves en la aplicación de la ley: el sufrimiento y la capacidad de decidir.

Se presenta una visión neurológica del sufrimiento, y como se debe de valorar el sufrimiento en los pacientes con demencias y en otras enfermedades neurológicas.

Respecto a la capacidad de decidir, se discute como debe evaluarse y la importancia de una valoración adecuada en la toma de decisiones en el proceso eutanásico de la LORE y en los documentos de instrucciones previas.

Aunque el texto va dirigido especialmente a los neurólogos, creo que su lectura es útil para todos, y ayuda en la reflexión de un tema controvertido.

Informe_posicionamiento_Ley_Eutanasia_2021

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MATAR A LOS HIJOS POR VENGANZA: UNA ACCIÓN CONTRA NATURA

Matar a un hijo (mucho más si se trata de un niño pequeño) es un fenómeno contra natura. La maternidad y la paternidad generan de forma natural en el ser humano sentimientos de ternura y de protección hacia unos seres desvalidos con los que los progenitores establecen unos vínculos de apego que facilitan la crianza y el desarrollo emocional de los menores. Además la llamada de la sangre (es decir, los vínculos biológicos establecidos entre los padres y los hijos) tiende a inhibir la implicación de los padres en conductas destructivas contra los menores. Por ello, en los casos de conflictos graves pueden ser de mayor peligro que los padres biológicos las nuevas parejas de las madres, que pueden ver en los niños un estorbo o un obstáculo interpuesto en la nueva relación de pareja y no cuentan con ese freno biológico.

Hay casos, sin embargo, como el ocurrido recientemente en Tenerife, que se separan de este esquema y nos hacen cuestionarnos sobre las motivaciones de una conducta tan aberrante. En concreto, se nos plantea de inmediato la pregunta de si quien comete el asesinato de dos hijas a sangre fría se trata de una persona con un trastorno mental. En realidad, el trato vejatorio a su expareja durante la convivencia, las infidelidades reiteradas, la falta de aceptación de la nueva vida de su exmujer con otro hombre, las conductas antisociales anteriores y, finalmente, la planificación detallada de la conducta homicida mediante un plan concebido con antelación, no revelan la existencia de una enfermedad mental. Lo que esta secuencia de conductas denota es la presencia de una alteración de la personalidad de tipo narcisista y psicopático, con profundos déficits psicológicos, tales como el descontrol de la ira, las dificultades emocionales (el afán posesivo y la dependencia emocional, a pesar de tener una nueva pareja), las distorsiones cognitivas de tipo machista en relación con la mujer y la relación de pareja y la baja autoestima (no incompatible con una aparente arrogancia), así como los déficits de comunicación y de solución de problemas. Asimismo la frialdad emocional, la falta de empatía ante la presencia de sus hijas y la planificación cuidadosa de toda la secuencia de conductas que culminan con el asesinato revelan el perfil psicopático del autor.

Es decir, la incapacidad de gestionar o tolerar la frustración de sus expectativas es un factor que aparece con frecuencia en los agresores de pareja. Los hombres homicidas, con una visión en túnel, pueden mostrar una gran dependencia emocional hacia su pareja, estar obsesionados por ella o no asumir la ruptura porque pone en cuestión su propia identidad personal. En la mente de los futuros homicidas se empiezan a desarrollar, a partir de una creencia fija, ideas obsesivas prolongadas y perseverantes que suponen una visión catastrofista de la situación actual, así como una atribución de culpa a la pareja, sin ninguna esperanza en el futuro. La violencia contra la pareja o los hijos es una violencia por compensación: el agresor intenta vencer sus frustraciones con quien tiene más a mano. Que la persona presente esta alteración de la personalidad no modifica la lucidez con que lleva a cabo sus conductas vengativas y no le exime, por tanto, de una responsabilidad plena de sus actos.

En la mayoría de los casos el deseo de venganza queda anulado por el miedo a las consecuencias penales y sociales. Pero hay un porcentaje de maltratadores en los que el efecto disuasorio de la pena o el miedo al daño que él mismo sufrirá dejan de operar. Su venganza es más fuerte que su deseo de vivir (“te mato o les mato y me mato”).

En los casos extremos el hombre, por venganza contra su pareja y por una profunda humillación (la no aceptación de la pareja de su exmujer, a pesar de contar él con una nueva pareja), puede matar a sus hijas (en lugar de a su pareja) para herirla donde más le duele. Es lo que se denomina la violencia vicaria. En estos casos las pequeñas (niñas además, con el componente de género que ello conlleva) pierden la vida utilizadas como víctimas instrumentales de una violencia machista y planificada. Matar a sus hijas es una forma de venganza extrema y supone asegurarse de que la mujer, sometida a semejante tortura, no se recuperará jamás por el dolor y la desesperanza generados.

La violencia vicaria, cuando viene acompañada del intento de ocultación o destrucción de los cadáveres de los niños, a efectos de obstaculizar su identificación, como ha ocurrido en el drama de Tenerife, supone un mayor refinamiento en la venganza. Se trata de mantener vivas las expectativas de la madre de que sus hijas pueden aparecer antes o después con vida. Ello genera un sufrimiento adicional a la madre e impide (o, cuando menos, retrasa) la elaboración del duelo. No hay nada más doloroso que tener a un hijo como desaparecido. Así se produce en la madre lo que se denomina el duelo retardado o congelado. Es un tipo de duelo que no comienza inmediatamente después de la pérdida, sino días, meses o incluso años después de una pérdida importante (cuando han aparecido los cuerpos). La cadena de sufrimiento emocional en estos casos se alarga y dificulta la recuperación emocional que traen consigo el paso del tiempo y el apoyo familiar y social de las personas que rodean a la víctima.

La conducta final de estos hombres suele ser el suicidio a pesar en muchos casos de su juventud. El sujeto, sobre todo cuando tiene un cierto grado de integración social, percibe que ya no tiene nada que perder y se muestra incapaz de poder hacer frente a las consecuencias de su conducta, a sabiendas de que antes o después va a ser detenido por la policía. Por ello, rehúye tener que enfrentarse a la censura pública por haber dado muerte a sus hijos. Se trata de un suicidio evitativo, cuyo objetivo es evitar las consecuencias posteriores del acto realizado (rechazo social, castigo penal severo, estigmatización de por vida).

Afortunadamente la violencia vicaria es muy poco frecuente, lo que no se contradice con el terrible impacto social que produce el asesinato de un menor a manos de quien más debe protegerle. No es fácil prevenir este tipo de conductas. A nivel preventivo primario, el momento clave, cuando la mujer tiene una mayor capacidad de elección, es al comienzo de la relación de pareja, cuando se está en la fase de exploración mutua. A veces el radar interno le dice a una mujer que un hombre no es de fiar, pese a su encanto aparente, y algunas señales (conductas controladoras o de celos, infidelidades reiteradas, consumo abusivo de alcohol/drogas o falta manifiesta de empatía) encienden las luces rojas.

Por último, se trata también de establecer una detección precoz (prevención secundaria) en las parejas ya establecidas. Allí donde hay hijos de por medio, lo que debe alertar a una mujer del riesgo de violencia vicaria grave son las amenazas recientes o reiteradas a la pareja o expareja de hacer daño a los hijos, las conductas recientes y frecuentes de desprecio o de maltrato hacia ellos o la intuición fundada de que la pareja o expareja pueda poner en peligro la integridad física de sus hijos. En estos casos la mujer debe contar con sus lazos familiares y sociales y buscar la ayuda y protección de los servicios comunitarios para ella y para los menores.

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MUNDOS CERRADOS. FUTUROS ABIERTOS

La irrupción del Covid-19 somete a las “seguras” sociedades desarrolladas a criterios de complejidad, fragilidad y vulnerabilidad. Mi hipótesis es que el Covid-19 no descubre nuevos hechos, sino que radicaliza tendencias y tensiones que ya definían el mundo.

El nuevo tiempo diseña espacios de confrontación y los cambios asumen con radicalidad: i) los sentidos de la historia; ii) la incertidumbre; iii) la complejidad de lo inesperado; iv) las formas de desorganización que suscitan vulnerabilidad y fragilidad; v) el caos y la entropía.

La explicación se aborda desde ideas y dimensiones que captan el mundo desde las miradas que ofrecen la interdependencia, la aceleración y la velocidad bajo el axioma de que el cambio se explica mediante el cambio.

El poder y las disonancias de la 4ª Revolución Industrial, la expansión de lo global, el impacto de Asia, la reubicación de la desigualdad y las mutaciones del mensaje democrático, configuran las características que canalizan el nuevo siglo. Las dos preguntas que se nos plantean son: ¿Qué nos ata y conecta? ¿Cómo y quienes somos?

  1. El Poder de la Tecnología

La 4ª Revolución Industrial se expande desde la seguridad del conocimiento tecnológico. El imperativo tecnológico promueve algunas consecuencias; fragmenta las sociedades, ubica la desigualdad y eso repercute en la seguridad en el empleo y en los sentidos del trabajo. Si las tecnologías digitales transforman este mundo, la tesis es concluyente: las tecnologías avanzan, pero muchas cualificaciones, individuos y organizaciones quedan rezagados. La fabricación avanzada y la Industria 4.0 definen nuevos territorios productivos, se dotan de reglas, crean el discurso de la nueva lógica productiva y su retórica llena los rincones para los que quieren ser y estar en este tipo de sociedad. La competitividad y la productividad son las dos razones significativas y las que tienen más peso en el proceso de digitalización (Brynjolfsson/ MacAfee, 2013; 2014). El conocimiento tecnológico mediante la automatización, la robotización y la digitalización innova las fuentes de la productividad y la competitividad, y transforma el panorama humano de la fábrica (T. Cowen, 2014; R. Baldwin, 2019). Lo que los científicos sociales temen (P.Collier, 2019) es qué puede ocurrir si se reduce la necesidad del trabajo humano a causa de la divergencia entre productividad y empleo. No se sabe bien cómo enfrentarse a las consecuencias.

A. Deaton (2016) celebra la tesis del “gran escape” y explica cómo crear condiciones explícitas que fomenten el desarrollo económico y la movilidad social ascendente. Años más tarde publica, junto a A. Case (2020), “Muertes por Desesperación y el Futuro del Capitalismo” y profundizan en los fracasos del “gran escape”. La revolución digital promueve disonancias y nuevas formas de entender la vida laboral pero no ofrece rutas alternativas cuando los sujetos no disponen de conocimiento técnico y formación tecnológica para penetrar en la autopista laboral.

Dice R. Sennett (2001) en “La Corrosión del Carácter”, refiriéndose al trabajo, que el lema que se maneja más es: “nada a largo plazo”. Allá donde se constituye la sociedad big tech, emergen y promueven territorios plagados de disonancias donde el indicador significativo es la creación de la sociedad auxiliar que acoge empleos necesarios, estratégicos -limpieza, hostelería, logística, cuidados, servicios al cliente- pero menos especializados, temporales, mal pagados y alejados de los usos del talento tecnológico. Las disonancias de la 4ª Revolución Industrial no son consecuencias imprevistas, forman parte de actividades básicas de la sociedad tecnológica.

De hecho, las fuerzas de la cognosfera están relacionadas con la digitalización. En la práctica, internet no depende de los discursos que se hacen sobre las bondades o los abusos sino de la estructura material que la mantiene. No hay nada utópico (N. Fergusson, 2018) en la propiedad de la infraestructura o en los pactos que explican por qué las plataformas web producen tantos beneficios. El análisis de la estructura material (S. Zubhoff, 2020) de la propiedad de Facebook, Google, Microsoft, Apple o Amazon, están a años luz de la ideología democrática o participativa. Se las compara (N. Fergusson, 2018) con el sistema que proporciona herramientas de producción, pero concentra las recompensas en manos de la minoría. En Facebook, por ejemplo, “el usuario es el producto” y la comunidad de ciudadanos que prometen los discursos de la elite experta chocan con las estructuras materiales que gestionan las empresas tecnológicas.

Hay detalles a tener en cuenta; la revolución de las tecnologías de la información es el logro liderado por Estados Unidos, con la contribución de gentes llegadas de todo el mundo a las mecas del saber tecnológico: Silicón Valley, la Ruta 127 (N. Fergussson, 2018, 479). Las empresas tecnológicas dominantes son estadounidenses y poseen una preponderancia extraordinaria, lo que se traduce en enormes sumas de dinero. Frente a la transformación estructural, las sociedades tienen, básicamente, dos opciones: i) capitular, regular o excluir; ii) competir. Los europeos eligen la primera opción, los asiáticos intentan competir, la propuesta asiática planta cara a los usos de la tecnología de origen estadounidense.

  1. Lo Global y la Desigualdad

La globalización abre el mundo y emergen la sucesión de países y fronteras alineadas sobre los cuatro puntos cardinales. R. Kaplan (2019) ordena el mundo y lo describe en “El Retorno del Mundo de Marco Polo”. La tesis (R. Kaplan, 2019, 17) es que “Europa desaparece y Eurasia se cohesiona. El supercontinente se está convirtiendo en una unidad de comercio y conflicto fluida y reconocible al tiempo que el sistema de Estados surgido de la paz de Westfalia se debilita, y que ciertas herencias imperiales más antiguas -la rusa, la china, la iraní, la turca- vuelven a adquirir preeminencia”. Las Nuevas Rutas de la Seda (P. Frankopan, 2019) o El Corazón del Mundo (P. Frankopan, 2015), presentan otras formas de estar interconectadas para regresar a lugares de los que nunca habían salido, lo que pasa es que la geografía global pide protagonismo y espacio público.

Siguiendo los trabajos empíricos de A. Deaton (2015; 2020), B. Milanovic (2017; 2020) y T. Piketty, (2014; 2019), puede decirse que la esperanza de vida pasa de la media de alrededor de 26 años, en 1820; a 72 años en 2020. A comienzos del siglo XIX, la mortalidad infantil golpeaba al 20% de la población de los recién nacidos durante el primer año de vida. La cifra no alcanza el 1% en la actualidad. Si se centran en las personas que sobreviven al primer año de vida, la esperanza pasa de alrededor de 32 años en 1820 a 73 años en 2020. Si se toman estos indicadores a largo plazo, la mejora es indudable. Pueden encontrarse épocas y países en los que la esperanza de vida registra descensos, incluso en tiempos de paz; es el caso de la Unión Soviética durante los años setenta del siglo XX o los EEUU en la década del 2010. Pero, a largo plazo, la mejora es relevante. La humanidad goza de mejor salud de la que nunca antes había tenido, con acceso a la educación y la cultura como en ningún otro momento de la historia. Apenas el 10% de la población mundial mayor de 15 años estaba alfabetizada a comienzos del siglo XIX, frente a más del 85% en la actualidad. La media de la escolarización pasa de menos de un año hace dos siglos a más de ocho en la actualidad y a más de 12 en los países desarrollados.

Se asiste al incremento de las desigualdades en las regiones del mundo desde 1980-1990. Los niveles de renta comprendidos entre los percentiles 60 y 90 de la distribución normal, es decir, los que no están entre los más bajos, ni entre el 10% de los ingresos más elevados, intervalos que corresponden a las clases medias y populares de los países ricos, son las olvidadas del crecimiento mundial durante el periodo 1980-2018. En cambio, el crecimiento beneficia a otros grupos; por una parte, a los hogares pobres o emergentes y, por otra a los hogares ricos de los países ricos del planeta, que han sido los grandes beneficiados; esto es, el 1 por ciento de los hogares con ingresos más elevados del mundo y, especialmente, el 0,1 por ciento y 0,01 por ciento más rico. Si la distribución mundial de la renta estuviese en equilibrio, la curva debiera ser plana. Las desigualdades disminuyen entre la parte baja y media de la distribución, mientras que aumenta en su parte media y alta. B. Milanovic (2017, 33) lo describe de la siguiente manera: “los grandes ganadores han sido las clases pobres y medias de Asia y los grandes perdedores han sido las clases medias bajas del mundo rico”.  Las condiciones objetivas de las rentas son inapelables (B. Milanovic, 2017, 37/60); el 44% de las ganancias absolutas han ido a manos del 5% de la gente más rica del planeta, y casi un quinto del incremento real lo recibió el 1% más rico. Por el contrario, las personas de la clase media emergente, sólo han recibido entre un 2 y el 4% del aumento global, en total alrededor del 12%- 13%.

Las consecuencias, como recoge el sociólogo alemán O. Nachtwey (2017,115), es que la desigualdad genera varias zonas: i) la de la integración, ii) la vulnerabilidad y; iii) la desafiliación o desacoplamiento. En la primera predominan las relaciones laborales normales y las redes sociales están intactas. En la zona de vulnerabilidad, predomina el trabajo inseguro y se erosionan la seguridad subjetiva y las redes sociales. En la zona de la desafiliación están los grupos excluidos de la participación social en casi todos los aspectos, lo que señala que el incremento de la inseguridad produce miedo. Escribe H. Bude (2017) que el miedo constituye la realidad anímica de las capas medias en nuestra sociedad. Padecen miedo los que tienen algo que perder y creen tener la idea hecha de lo que les puede pasar si toman elecciones equivocadas o se sienten inseguros en el puesto que ocupan en la escala social. Las inseguridades se acrecientan si notan que no ascienden, si se estancan, o peor aún, si se les empuja escalera abajo. El motivo de estos hechos se encuentra en la pérdida de referencias porque pese a contar con certificados sólidos, los ciudadanos se sienten desprotegidos y vulnerables como si se hubiera roto la cohesión entre la aspiración a la autonomía y el vínculo comunitario.

  1. Democracia y Desigualdad

Los conflictos del futuro no van a estar tanto relacionados con el establecimiento de nuevas fronteras sino con el control de las conexiones y las cadenas de suministros (P. Khanna, 2017). Las economías se abren y compiten, pero no conforme a reglas conocidas, emergen consensos que respaldan otras fricciones y generan ventajas para el país que acepta los retos de la productividad y la competitividad y preservan las bases de la industria y el empleo, aun cuando no sean capaces de optimizar con todas sus consecuencias la rentabilidad. Algunos datos relevantes que se desprenden de la disposición de la economía son el crecimiento del populismo y el regreso al valor y el sentido que proporcionan las identidades nacionales. Las respuestas trasmiten la impresión de que se vislumbra el punto y final de la política tradicional, las formas de la democracia liberal o del tipo de Estado que hemos conocido en las últimas décadas de modo que permite decir, al modo como se expresara T. Judt, (2010), “algo va mal”.

Fundamenta Y. Mounk (2018, 186) que el mundo de hoy, políticamente inestable, es distinto del mundo estable de antaño. Hubo un tiempo -dice- en que las democracias liberales podían garantizar a los ciudadanos el rápido incremento del nivel de vida. Hoy ya no pueden. Hubo un tiempo en que la elite política controlaba los medios de comunicación más importantes y realmente podía excluir las opiniones radicales del ámbito público. Hoy cualquier voz política marginal puede difundir mentiras a través de las redes sociales. Y hubo un tiempo en que la homogeneidad -o cuando menos, cierta jerarquía racial pronunciada- de la ciudadanía eran el elemento aglutinante esencial de las democracias liberales. Hoy los ciudadanos tienen que aprender a vivir en democracias más iguales y diversas. El vínculo entre la situación económica y la estabilidad política es más complejo de lo que suele pensarse. La ansiedad económica está causada tanto por lo que se espera del futuro como por la situación del presente.

En un libro clarificador, “Buena Economía para Tiempos Difíciles”, los premios nobel de economía, A.V. Banerjee/ E. Duflo, (2020, 13/14) dibujan el cuadro de adversidades y expectativas. El inicio del libro es una ventana al mundo: “Vivimos -dicen- en una época de polarización creciente. De Hungría a India, de Filipinas a Estados Unidos, de Reino Unido a Brasil, de Indonesia a Italia, el debate público entre la izquierda y la derecha se ha vuelto cada vez más un ruidoso intercambio de insultos, en el que las palabras estridentes, usadas de manera gratuita, dejan muy poco espacio a los cambios de opinión. Lo que hace que la situación actual sea particularmente preocupante es que el espacio para ese debate parece estar reduciéndose. Parece que hay una tribalización de las opiniones, no sólo sobre política, sino sobre cuáles son los principales problemas sociales y qué hacer con ellos”.

Las preguntas-preocupación de estos dos premios nobel son claras (2020, 15): “En la crisis actual, las preguntas sobre economía y políticas económicas son centrales ¿Se puede hacer algo para estimular el crecimiento? ¿Debería ser eso siquiera una prioridad en el Occidente rico? ¿Y qué más? ¿Qué pasa con el rápido incremento de la desigualdad en todas partes? El comercio internacional, ¿es el problema o la solución? ¿Cuáles son sus efectos en la desigualdad? ¿Cuál es el futuro del comercio? ¿Pueden los países con costes laborales más baratos llevarse la manufactura global de China? ¿Y qué ocurre con la inmigración? ¿Hay realmente demasiada migración poco cualificada? ¿Y las nuevas tecnologías? Por ejemplo, ¿deberíamos preocuparnos por el auge de la inteligencia artificial (IA) o celebrarla? Y, tal vez lo más urgente, ¿Cómo puede ayudar la sociedad a todas esas personas a las que los mercados han dejado atrás?”.

B. Milanovic (2020) sugiere otros espacios de meditación. El primero es el establecimiento del capitalismo, no sólo como sistema socioeconómico dominante, sino como el único sistema del mundo. El segundo el equilibrio del poder económico entre Europa y Norteamérica, por un lado, y Asia, por otro, debido al auge experimentado por este último continente. Por primera vez desde la 1ª Revolución Industrial, las rentas de los habitantes de estos tres territorios son cada vez más similares. El dominio incontestado del modo de producción capitalista tiene su equivalente en el criterio ideológico igualmente incontestado que considera que el lucro no sólo es respetable sino el objetivo más importante de la vida del individuo, es el incentivo que entienden las personas de todos los rincones del mundo y de todas las clases sociales. El dominio del mundo ejercido por el capitalismo se logra con dos tipos distintos: el capitalismo meritocrático liberal que desarrolla Occidente a lo largo de los últimos doscientos años y el capitalismo político o autoritario dirigido por el Estado ejemplificado en China, aunque existe en otros lugares de Asia (Singapur, Vietnam, Birmania) y en algunos otros de Europa y África (Rusia, Asia Central, Etiopía, Argelia o Ruanda, como ejemplos).

A lo largo de las últimas cuatro décadas, los cinco países más grandes de Asia juntos (excluida China) han tenido tasas de crecimiento per cápita más altas que las economías occidentales, y la tendencia no es fácil que cambie. En 1970, Occidente era responsable del 56% de toda la producción mundial y Asia (incluida Japón) solo del 19%. Hoy la proporción es del 37% y el 43% respectivamente.

  1. La Democracia y sus Dificultades

La obra de Homes, S/ Krastev, I, “La Luz que se Apaga” (2019) es una buena introducción a los “caprichos de la época” y a la explicación de la extrema debilidad que en algunos países arrastra la democracia liberal. Es revelador -tal y como explican los dos autores citados- que el modo en que las democracias se atrofian se transforme en uno de los temas que preocupan a los académicos liberales en la actualidad. El ideal de “sociedad abierta” pierde parte del lustre. Para muchos ciudadanos desilusionados, la apertura del mundo ofrece hoy mayor espacio al desasosiego que a la esperanza. Una parte de la población occidental cree que la vida de sus hijos será menos próspera que la suya, como si la fe en la democracia se hubiese ido a pique y como si los partidos del sistema se desintegrasen o se vieran desplazados por movimientos políticos híbridos o amorfos. Atemorizado por el fantasma de la migración a gran escala, una parte del electorado occidental se deja seducir cada vez más por retóricas xenófobas, líderes autoritarios, la idea de fronteras militarizadas y el regreso al hogar nacional.

Hay que distinguir entre la imitación de los medios y la de los objetivos. La imagen que retrata el modelo de imitación es notable, como dicen Krastev/Holmes: “En el mundo que sigue a la guerra fría, aprender inglés, pasearse con una copia del Federalista vestido de Armani, celebrar elecciones y jugar al golf permite a las elites no occidentales, no solo hacer que sus interlocutores occidentales se sientan cómodos sino, además, afirmar ante ellos sus derechos económicos, políticos y militares”.

La tesis de Holmes y Krastev es que la occidentalización copycat es el camino más rápido hacia la reforma. La imitación se justifica como el retorno a Europa, lo que significa el regreso al auténtico yo de la región. No sólo se imitan los medios sino también los fines; no solo los instrumentos técnicos sino, además, las metas, los objetivos, los propósitos y las formas de vida. Esta es la forma de emulación inherentemente cargada de estrés y controversias que, según las tesis de los dos autores, ayuda a desencadenar la revuelta antiliberal actual. El modelo que imitan es el ofrecido por el vecino occidental. El punto de confrontación se produce por la vergüenza de haber reorientado las preferencias para amoldarlas a la jerarquía de valores foráneos y de hacerlo además en nombre de la libertad, soportando miradas por encima del hombre por la supuesta incompetencia en este intento. Estas son las emociones y experiencias que alimentan la contrarrevolución liberal comenzada en la Europa poscomunista, en concreto en Hungría, y que ahora se propaga como si hiciese metástasis por todo el mundo.

La perspectiva de G. Empoli (2020) expresa la controversia desde el trabajo político de los “ingenieros del caos”. En la situación que describe, el objetivo es identificar los temas que importan para explotarlos a través de campañas de comunicación individualizada. La ciencia de los físicos permite crear campañas contradictorias, coexistir sin conflicto y sin reunirse en ninguna ocasión hasta el momento de la votación. En los nuevos contextos, la política se vuelve centrífuga. No se trata de unir a los votantes en torno al mínimo común denominador, sino de inflamar las pasiones de tantos grupos como sea posible y sumarlas luego, incluso sin el conocimiento de los implicados. Las inevitables contradicciones contenidas en los mensajes dirigidos a unos y otros permanecerán en cualquier caso invisibles a los ojos de los medios de comunicación y el público en general.

La política cuántica que anuncian los “ingenieros del caos”, está repleta de paradojas; los multimillonarios se convierten en abanderados de la indignación de los desposeídos, los responsables de las políticas públicas hacen de la ignorancia virtud, los ministros desafían los datos de su propia administración. El derecho a contradecirse y a marcharse se ha convertido, para los nuevos políticos, en el derecho a contradecirse y permanecer en el cargo, al apoyar una cosa y lo contrario en una sucesión de tuits y de entradas que dicen una cosa y minutos o días después lo contrario, todo queda registrado, pero nunca se registra lo mismo, la coherencia ni está ni se la espera, lo que interesa es conectar, ajustar la opinión cuántica a la masa crítica que le apoya. No es el juego de la verdad, también el de la mentira; éste sin barreras ni fronteras, importa que fluya la información, se mueva, vaya y vuelva, aunque no se deposite en ninguna parte; importa que esté, se oiga y se vea. La coherencia y el sentido de la verdad no están entre los objetivos buscados ni perseguidos.

Las dos tesis citadas miran el presente como si la historia tuviese que pagar peaje por su desarrollo. La democracia liberal encuentra al antagonista en la historia que promueve y en los procesos que la atraviesan, pero la historia que resulta no demuestra ser capaz de digerirla, no se puede hablar de fracaso del proyecto liberal sino de la realización de proyectos históricos que chocan con nuevos icebergs que acuden dispuestos a modificar el recorrido y los objetivos que la historia de la modernidad no había previsto.

  1. El Mundo Abierto del Covid-19

Sobre la realidad sintéticamente descrita emerge un suceso inesperado: el Covid-19. El 14 de marzo del 2020 es una fecha histórica, ese día se decreta el confinamiento de la población para evitar la propagación del coronavirus y el colapso del sistema sanitario, antes de esa fecha el virus no existe en la vida de los ciudadanos, pero en poco más de 24 horas todo cambia. El proceso se caracteriza por los siguientes hechos: i) la vida se interioriza como un experimento; ii) el virus afecta a la vida cotidiana, la pone “patas arriba”; iii) se decreta el cierre del sistema productivo, si se exceptúan los considerados como sectores básicos; iv) es un fenómeno global, prácticamente no hay ningún país en el mundo que quede fuera de la pandemia; v) el impacto demuestra que las sociedades complejas son muy vulnerables; vi) la incertidumbre, la inseguridad y la desconfianza acompañan a la expansión y a la penetración del virus; vii) el miedo y el temor se propagan entre los sectores sociales más vulnerables; viii) se acude y se ofrece reconocimiento al conocimiento científico y a la ciencia; ix) se aporta información cualificada para evitar contagios: higiene de manos, distancia física, uso de mascarillas; movilidad reducida; x) se decretan medidas basadas en diversas formas de prohibición, desde las que impactan en espacios tradicionales de socialidad: bares, restaurantes, txokos, tabernas, conciertos, fútbol, cine, espectáculos; xi) se desaconsejan o prohíben fórmulas básicas de cortesía social basadas en el contacto físico y la cercanía personal y afectiva: saludos efusivos, besos, abrazos, etc.; xii) se cierra una parte sustancial del sistema productivo; xiii) se impide el tránsito por las fronteras; xiv) el confinamiento dentro de la vivienda de cada cual es la norma de vida y; xv) se cierra el mundo global, se paraliza el turismo, se paran aviones y aeropuertos, se cierran las agendas de trabajo y contactos al uso y los hospitales o se colapsan o tienen fuerte carga de trabajo.

La incertidumbre crea el terreno de juego desde donde se representan el miedo y el temor a lo desconocido. Los cambios no están definidos ni provocados de antemano y no tienen nada que ver con los síntomas que se definían con anterioridad desde las teorías al uso del cambio. El concepto de normalidad se cae del listado de las orientaciones sociales y a lo anormal se le dispensa trato de apariencia normal. Los criterios de lo anormal ocupan el territorio de las referencias básicas y la incertidumbre se hace cargo de escribir el guion que orienta la vida. El cuadro de respuestas es frágil, débil y está sometido a escrutinio cotidiano como si el lema que lo rigiese fuese: todo es posible.

Otra característica es la aceleración y la velocidad de la epidemia. Los efectos sociales del virus siguen la ley del cambio; la estabilidad dinámica (H. Rosa, 2019, 518). La sociedad se estabiliza dinámicamente y, por tanto, depende sistemáticamente del crecimiento, la innovación y la aceleración para conservar y reproducir la estructura. Los conceptos de crecimiento, aceleración e innovación de un único proceso de dinamización puede definirse, a su vez, como el instrumento de la cantidad por unidad de tiempo”.

El ritmo, la velocidad, el grado de aceleración o la transmisión siguen la infraestructura construida por los poderes globales, el virus se aprovecha de la arquitectura imperfecta para que la globalización renueve el espíritu de conquista como si los amplios brazos llegasen a todos los rincones del mundo para dictar el poder de pertenencia al club. Estas situaciones demuestran dos cosas; i) lo público es insustituible; ii) el regreso del Estado. Si alguna vez se barajó la tesis de la debilidad o incluso la crisis del Estado-nación, el tratamiento de la pandemia pone de relieve que ésta es débil e insuficiente. La pertenencia, la protección y la seguridad que ofrece se erigen como los baluartes incontestables frente al poder de la incertidumbre que provocan sucesos de esta naturaleza, el miedo y temor que encapsulan la capacidad de reacción de muchos colectivos sociales que levantan la mano para preguntar: ¿Quién se ocupa de mí? La respuesta es, el Estado.

Las transformaciones no se quedan en el redescubrimiento del poder, la necesidad del sistema público o la emergencia del Estado como actores viables del gobierno de cada sociedad, las mutaciones emergen también alrededor del poder de la tecnología. Nada queda fuera de la IA, diría más, el mundo quizá será otro porque permite radicalizar y acelerar lo que de hecho ya está, pero el control de masas y las enfermedades a través de sistemas de control instalados en móviles, el seguimiento personalizado, el conocimiento sobre quién está sano y quién no, la historia de los contactos personales, el reconocimiento de los lugares por donde transita, a dónde vas o de dónde vienes queda en manos del poder tecnológico, todo lo que necesitas es tener instaladas las aplicaciones que existen en el mercado. El control de masas no plantea dificultades técnicas, otra cosa es la vulneración en la protección de datos, el impacto que puede tener en los sistemas de control o la permisividad de la ciudadanía para soportar sistemas tecnológicos instalados que ofrecen las pautas de los sistemas de seguimiento de las actividades cotidianas.

Pero si hay un capítulo pendiente de escribir sobre lo que la “pandemia se llevó” tiene que ver con el momento en el que “nos desnudó”, nos hizo más frágiles y dejó sin respuestas muchas preguntas que creímos que estaban resueltas, pero no nos agarremos a la falta de respuestas o que no se transforme la incertidumbre en el recurso que descubre la pandemia y en el hecho que puede explicarlo casi todo. Recuérdese -tal y como he mantenido- que las dudas y la incertidumbre estaban antes de que llegase marzo del 2020 y con él la Covid-19, ocurre que ahora se puede ver que estamos más en precario de lo que se creyó y culturalmente bastante desnutridos, como si el liberalismo de normas y costumbres no ofreciera el cobijo suficiente porque, de hecho, no estaba pensado para esto.

El individualismo, la socialidad de la que hace gala o la permisividad de la vida pública no se llevan bien con la disciplina sociocultural requerida en estos casos, ni dispone de las virtudes cívicas que requieren para tratar con algunas de las medidas creadas para controlar la expansión de la pandemia. La Covid-19 es un problema médico, sanitario, económico y político pero sus preguntas y sus respuestas están también ligadas al sistema cultural que vincula y define los estilos de vida, adecuarlos a los nuevos escenarios y a las formas de vida propias de estadios de confinamiento son claves para frenar la pandemia. Saber cómo somos, qué hacemos o cómo se resuelven las discrepancias entre el sistema de prohibiciones y las afirmaciones identitarias de los grupos sociales, forma parte de la resolución de los problemas que se interrogan sobre el desarrollo de la pandemia.

  1. Conclusiones

Las ideas expresadas parten del hecho de que la era post pandemia ya está aquí. Se definen por los siguientes hechos: i) la vida se exprime como si fuese un experimento; ii) está diseñada y comprendida desde la complejidad; iii) se visibiliza desde la vulnerabilidad; iv) la fragilidad de instituciones básicas se impone frente a cualesquiera otros referentes sólidos; v) juega un papel significativo el valor de lo inesperado; vi) asume la incertidumbre porque todo lo que emerge deja preguntas sin respuestas; vii) regresa, aunque nunca se hubiese ido, el conocimiento experto. La ciencia y “los que saben” ocupan los espacios sociales y mediáticos, opinan y construyen opinión pública cualificada; viii) asume el poder y las razones de la tecnología, recuerda que en la era tecnológica el poder es del algoritmo, la inteligencia artificial, el transhumanismo o la Singularidad, amén de la digitalización, la robotización y la automatización, que emergen como los soportes del nuevo mundo y los menús que presiden la 4ª Revolución Industrial -o ¿quizá ya se prepara la 5ª?; ix) la velocidad y la aceleración del cambio transforman la adaptación y la flexibilidad como las respuestas a las transformaciones; x) las conexiones, interconexiones e interdependencias son la metodología para entrar y participar de las redes del presente; xi) la globalización, los flujos económicos, las cadenas de suministros y las redes tecnológicas incrementan la desigualdad en unas zonas del mundo -Occidente-, y la reducen en otras -Asia Oriental-; xii) revisan la democracia, dando relevancia a regímenes autocráticos, otros quieren revisar la doctrina liberal para inscribir el iliberalismo en el libro de la interpretación de lo que ocurre en el mundo; xiii) impone formas a la gestión de la política dando poder a internet, al algoritmo y a otras formas de descomponer la sinfonía de la política; xiv) emergen y se promocionan las Rutas de la Seda que conectan Occidente con Oriente y Oriente con Occidente; xv) lo global es la nueva marca del mundo, el nuevo diseño de marketing público que promueve la interdependencia y nuevas formas de estar, ser y conectarse unos con otros; xvi) la sociedad laboral es frágil, fracasa en el intento de ofrecer seguridad y empleo a muchos ciudadanos, no abre nuevas posibilidades para abrir la autopista por donde circula la edad, el género, el trabajo, los nuevos empleos  y los itinerarios vitales de vida; xvii) el empleo emerge como un problema clave, sobre todo para los sectores jóvenes de la población activa y para los que no están dotados con formación socio-técnica cualificada; xviii) las relaciones generacionales se representan desde la desconexión entre generaciones, de hecho, esta ruptura es uno de los problemas con más capacidad de conflictividad futura; xix) emerge la sociedad auxiliar formada por empleos poco cualificados, temporales y mal pagados, frente al poder de la sociedad tecnológica que transforma el talento técnico y tecnológico en la seña de identidad laboral, y emite señales para la significación de la disonancia y la desconexión entre la sociedad oficial y las múltiples periferias sociales, vulnerables, desintegradas, desafiliadas, y marcando distancias con el camino principal que describe la 4ª Revolución Industrial; xx) los futuros no están escritos, por supuesto, pero algunas tendencias indican hacia donde dirigirse y mirar.

En estas condiciones, el valor que cotiza alto es la flexibilidad. Los saberes formalizados no avanzan con la velocidad que impone la necesidad práctica de conocer y responder ante los enigmas del mundo. La pregunta que queda abierta es: ¿Cómo prepararse para vivir las transformaciones e incertidumbres que condicionan el mañana?

 

Bibliografía

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Imagen: Artislike, Pixabay

La Democratización de Datos como palanca de mejores soluciones basadas en Datos

En las últimas semanas hemos visto en las noticias la creciente relevancia que se concede a los datos y a los algoritmos que se aplican a tales datos. En particular, con la crisis que actualmente absorbe nuestra actualidad, es decir, la pandemia del COVID-19. Asistimos día a día a la monitorización de la evolución de la pandemia a través de modelos cuantitativos para prever la propagación del virus. Tal seguimiento y su análisis permiten que avancemos en diferentes “fases de la desescalada”, que se adopten diferentes medidas, que se permita mayor o menor libertad de movimiento, etc. Sin embargo, observamos que este es un proceso que continuamente se pone en entredicho. Aunque a menudo hay un trasfondo político en las críticas, lo cierto es que el problema en sí mismo radica en la naturaleza de los propios datos y la manera en que las personas los recogemos, amoldamos y procesamos. Han sido varias las circunstancias que han hecho que los datos que hemos recopilado e intentado interpretar para ayudarnos en la toma de decisiones, no han sido “suficientemente buenos”, es decir, de la calidad que hubiéramos deseado. Algunos ejemplos de los problemas asociados a los datos que manejamos son: “no se contabilizan del mismo modo”, el “reporte de datos los fines de semana se demora”, algunas autonomías sólo “cuentan las defunciones en hospitales”, etc.

En conclusión, es evidente que recoger, homogeneizar, modelar, simular o experimentar con los datos es un importante desafío. Eso explica el surgimiento de la disciplina de la Ciencia de los Datos, para hacer referencia a la necesidad de afrontar la complejidad que entraña la recogida, procesado y actuación sobre las conclusiones derivadas de los datos de diferente naturaleza (estructurados provenientes de bases de datos o no estructurados provenientes de redes sociales).

Poner en práctica procesos de análisis de datos para la toma de decisiones implica no sólo capturar y acceder a los datos, sino además conseguir que estos tengan suficiente calidad para ser utilizables. Tal como indica el principio Garbage-In-Garbage-Out[1] la salida de un algoritmo, o cualquier función del procesamiento de información, es solo tan buena como la calidad de la entrada que recibe. Consecuentemente, en el origen de los datos a menudo radica el principal problema. En el caso del estado español, relativo al COVID-19, tales datos vienen de diferentes comunidades autónomas, cada cual con sus procesos de recogida, que han tenido que uniformar siguiendo las directrices de las autoridades sanitarias a nivel estatal. Se puede intentar culpar a muchos: a las comunidades autónomas, al Gobierno central, a los que recogen la información, a los científicos de datos que los procesan y generan las “curvas de la pandemia”. Pero con todo, la propia naturaleza de los datos es la única culpable de no poder interpretar datos más veraces con mayor precisión.

El “poder de los datos” es cada vez más patente. Llevamos desde el principio del siglo hablando de la necesidad de tener datos abiertos, de que las administraciones públicas deben mejorar la transparencia y promover incluso la innovación, abriendo datos sobre los procesos y servicios que gestionan. Muchos indican que el “petróleo del siglo XXI son los datos”, prueba fehaciente de ello es que cinco de las empresas más grandes del planeta deben una gran parte de su negocio al uso que dan a los datos personales de sus usuarios en los diferentes servicios que ofertan. Estamos hablando de empresas como Amazon, Apple, Microsoft, Google o Facebook. Por otro lado, se está incidiendo mucho en la necesidad en Europa de promocionar la “Economía de los Datos” dando valor a los datos que recogen nuestras empresas en sus procesos productivos o los servicios que prestan, pues en muchas ocasiones no se valorizan. Con todo, independientemente de si hablamos de datos públicos, personales o industriales, es primordial que preservemos, controlemos y valoremos los datos. La gobernanza y el control de soberanía de los datos (términos asociados comúnmente a la democracia) son cada vez más relevantes para regular el uso, consumo y explotación de este nuevo “petróleo del siglo XXI”.

Centrándonos en cómo los datos pueden ayudarnos a resolver problemas de gran relevancia social y económica, como es la crisis del COVID-19 actual, veamos cuáles son las barreras que hemos de superar y qué mecanismos han ido emergiendo para abordarlas. La transparencia (apertura) es un atributo estrechamente ligado a la gobernanza (control y explotación) y la democratización (acceso y consumo) de los datos. Como resultado, desde 2016 grupos de expertos internacionales acuñaron el concepto FAIR data (o “datos justos”) a través de un artículo en la prestigiosa revista Nature[2]. Asimismo, instituciones internacionales como la Comisión Europea inciden en la importancia de liberar datos que nos puedan ayudar a catalizar la investigación. Bajo el paraguas FAIR se recogen un conjunto de directrices dirigidas a la gestión y administración de datos científicos. El propósito del concepto “datos justos” es proporcionar un conjunto de principios para mejorar la capacidad de encontrar y facilitar la accesibilidad, la interoperabilidad y la reutilización de los activos digitales. Los principios de FAIR hacen hincapié en la capacidad de actuación de las máquinas (es decir, la capacidad de los sistemas informáticos para encontrar (find), acceder (access), interoperar (interoperate) y reutilizar (reuse) datos sin intervención humana o con una intervención humana mínima), porque los seres humanos dependen cada vez más del apoyo informático para tratar los datos como resultado del aumento del volumen, la complejidad y la velocidad de creación de los datos.

Publicar datos abiertos para facilitar su tratamiento y la investigación a través del concepto FAIR es, en consecuencia, necesario, pero no es condición suficiente para que se puedan aprovechar por la comunidad científica y la sociedad en general. Es, por lo tanto, fundamental centrarnos en la mejora continua de los datos. Tal mejora es tarea no solo de aquellos que aportan datos sino también de aquellos que los consumen. Intervienen en este proceso de mejora algoritmos o procesos informáticos que detectan incoherencias, resuelven errores, y que, a menudo, requieren la intervención de humanos que moderan y validan las correcciones e incoherencias encontradas en los datos. En resumen, no es suficiente que los datos sean abiertos y “justos”, deben ser además de “alta calidad”, para facilitar su procesamiento y dar lugar a visualizaciones e interpretaciones entendibles no sólo por científicos de datos, sino por la ciudadanía en general. Solo así podremos avanzar hacia la “democratización de los datos”.

Por otro lado, también necesitamos reflexionar sobre los algoritmos que aplicamos a tales datos. La iniciativa OPAL – Open Algorithms for better decisions[3] – pretende liberar el potencial de los datos privados para el bienestar público. Tiene como objetivo servir como un facilitador de confianza para liberar el potencial de los datos recolectados por organizaciones privadas, trayendo el código a los datos a través de algoritmos abiertos y sistemas tecnológicos y de gobernanza seguros y justos, para mejorar las decisiones que apoyen los objetivos de desarrollo sostenible en el mundo. El poder desatado por los datos y su tratamiento ha hecho que la manera de aproximarse a datos y algoritmos, con la ayuda de la inteligencia artificial y —más en concreto— del aprendizaje automático (machine learning), haya pasado de una primera intención analítica (usar algoritmos para entender qué dicen los datos) a una intención predictiva (anticipar) y, finalmente, a una acción claramente prescriptiva (orientar la conducta de millones de personas mediante lo que se ha averiguado de ellas y de su contexto, utilizando para ello modelos predictivos y clasificatorios). Esto está causando en ocasiones el abuso de poder y la asimetría de capacidades de captación de datos, de su tratamiento, interpretación y decisión. Un punto común a las diversas variantes de este consenso es la exigencia de transparencia. La transparencia de datos y de algoritmos[4] implica la capacidad de saber qué datos se utilizan, cómo se utilizan, quiénes los utilizan, para qué los utilizan y cómo se llega a partir de los datos a tomar las decisiones que afectan a la esfera vital de quien reclama esta transparencia. En conclusión, datos más democráticos tienen que estar ligados a algoritmos (procesos) de análisis más transparentes, que permitan la explicación de las conclusiones generadas.

Finalmente, quiero cerrar este artículo mencionando otra temática de candente actualidad y que está generando mucha controversia, ya que puede amenazar un “uso democrático de los datos personales”: la introducción de aplicaciones por los gobiernos para rastrear los contactos sociales[5], con el objeto de hacer frente a la pandemia del coronavirus. La idea de estas aplicaciones es recabar y poner a disposición de las autoridades sanitarias en todo el mundo, datos de movilidad y de contactos entre individuos que permitan hacer un mejor seguimiento y predicción de las infecciones de COVID-19. China, Taiwán y Corea del Sur están ya usando este tipo de aplicativos. Sin embargo, estos aplicativos plantean serias dudas acerca de la privacidad de la información de los usuarios, algo que Apple y Google, proveedores conjuntos de una interfaz programática (API) para facilitar el desarrollo de tales aplicaciones móviles en dispositivos iOS o Android, dicen haber sido capaces de mitigar mediante el uso de Bluetooth y el carácter « voluntario » de los programas. Ante esta tesitura, muchos centros de investigación internacionales están reclamando la instauración de soluciones basadas en blockchain (totalmente descentralizadas, sin control central gubernamental) que garanticen la privacidad de los usuarios, les permitan ser conscientes de cuándo han entrado en contacto con infectados y deban por tanto guardar cuarentena, pero al mismo tiempo impidan que se tomen medidas sancionadoras contra ellos. Las soluciones basadas en blockchain pueden resolver los acuciantes problemas relativos a la soberanía y gobernanza de nuestros propios datos personales.

Como vemos la “democratización de los datos” puede ser observada desde diferentes prismas y es indudablemente multiespectral. No obstante, es innegable su relevancia e importancia en nuestra cotidianeidad, para poder ayudar a través de soluciones digitales a resolver los desafíos a los que nos enfrentamos día a día.

 

[1] https://www.semantics3.com/blog/thoughts-on-the-gigo-principle-in-machine-learning-4fbd3af43dc4/

[2] https://www.nature.com/articles/sdata201618

[3] https://www.opalproject.org/

[4] http://bid.ub.edu/es/41/sanguesa.htm

[5] https://www.20minutos.es/noticia/4246904/0/apple-y-google-revelan-como-seran-las-aplicaciones-para-rastrear-en-el-movil-contactos-con-covid-19/

Imagen: Jan Alexander, Pixabay

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